La santa natividad de la Virgen, nuestra Señora, marca una nueva era en la historia del Antiguo Testamento, del cual podemos decir que se divide en dos partes: antes y después de la Santísima Virgen. Si el Antiguo Testamento es una larga espera del Mesías, esa espera tiene dos aspectos: los miles de años durante los cuales la Divina Providencia permitió que esa expectativa se prolongara, y el momento bendecido en el que Dios decidió que naciera aquella que obtendría el advenimiento del Salvador.
El nacimiento de María Santísima es la llegada al mundo de la criatura perfecta que encuentra plena gracia ante Dios, de la única persona cuyas oraciones tienen el mérito suficiente para hacer que, finalmente, las súplicas, los sufrimientos de todos los justos y la fidelidad de todos los que han sido fieles lograran aquello que sin nuestra Señora no lo hubieran obtenido.
Plinio Corrêa de Oliveira