Piedad Pliniana
¡Oh, Señora y Madre mía! Vuestro Divino Hijo enseñó que el hombre sabio no para en la mitad de sus obras, sino, por el contrario, las lleva a su término. Es, pues, lo opuesto del insensato que comenzó a construir una torre y no pudo terminarla. Por obra vuestra, comenzó a levantarse en mi pobre alma, tan llena de infidelidades e imperfecciones, la torre del buen propósito de una fidelidad entera. Como sois la Sede de la Sabiduría, sin duda queréis llevar a su término la obra que vuestra misericordia comenzó. Pero, —¡oh aprensión! — esta edificación depende también de mi consentimiento. Y temo que, por el peso de mis pecados, esta torre admirable quede inacabada. Madre mía, tengo miedo de mi libertad. Tomadla toda para Vos y disponed de mi alma de tal manera que, por un extremo de vuestra misericordia, no me sea posible crear obstáculos a la realización de vuestros designios. Hacedme conocer y amar el complemento misericordioso y sin duda sublime de lo que comenzasteis a realizar en mí, para que, siendo completa vuestra compasión, sea también plena mi entrega a Vos. Amén...
(Compuesta el 9/1/1968)