
Los ángeles están alrededor del altar. Cuando ves cómo se alzan los velos, piensa que en el momento de la consagración, en lo alto se abre el cielo y de él bajan los ángeles. En el momento de la misa, los ángeles rodean al sacerdote, y todo el altar y todo el lugar del sacrificio se llena de potestades celestes para honrar a Dios, que allí está.
Padre Ángel Peña, O.A.R.
Es maravilloso celebrar la misa rodeado de millones de ángeles. Yo tengo experiencia de ello, pues todos los días, al celebrar, invito a todos los millones de ángeles del universo a que vengan a acompañarme. Esto lo deberían hacer todos los sacerdotes y también los fieles, sabiendo que, rodeando el altar, hay millones de ángeles, aunque no los veamos. Además, en cada sagrario, hay también millones de ángeles, adorando a Jesús.
San Juan Crisóstomo tiene frases muy hermosas sobre la presencia de los ángeles en el momento de la celebración de la misa.
Dice: Los ángeles están alrededor de esta mesa (altar) formidable. Cuando ves cómo se alzan los velos, piensa que en ese momento (el momento de la consagración) en lo alto se abre el cielo y de él bajan los ángeles 1. En la misa estás junto con los ángeles: con ellos cantas, con ellos entonas himnos2. En el momento de la misa, los ángeles rodean al sacerdote, y todo el altar y todo el lugar del sacrificio se llena de potestades celestes para honrar a Dios, que allí está3.
Y, para creer esto, basta considerar las cosas que allí se cumplen entonces. Yo oí referir a uno que lo había oído de un anciano venerable, que tenía la gracia de recibir frecuentes revelaciones, cómo una vez se le concedió tener una revelación sobre esto. Vio, en un instante, al tiempo del sacrificio, una muchedumbre de ángeles, vestidos de ropas resplandecientes, que rodeaban el altar e inclinaban sus cabezas como si fueran soldados que están en presencia del Emperador. Y no tengo dificultad en creerlo. Y otro me contó también, ya no como sabido de tercero, sino que fue digno de ver y oír él mismo, cómo a los que están por salir de este mundo, si con pura conciencia han participado de los divinos misterios, los ángeles les hacen guardia y, una vez que han expirado, por reverencia de Aquel que en el Sacramento recibieron, los trasladan de aquí a los cielos4 .
En el famoso cherubikón de las liturgias bizantinas, se decía: Soberano, Señor Dios nuestro, tú que has establecido en el cielo las órdenes y los ejércitos de los ángeles y de los arcángeles para la liturgia de tu gloria haz que, junto con nosotros, entren los santos ángeles para celebrar con nosotros la liturgia y glorificar con nosotros tu bondad5.
San Gregorio Magno afirma: ¿Quién de los creyentes puede dudar de que en el momento de la consagración de la misa, a la voz del sacerdote, los cielos se abren y los coros angélicos están presentes en el misterio de Jesucristo? En el altar, lo más bajo se une a lo más sublime, la tierra con el cielo, lo visible con lo invisible6.
Precisamente por ello, toda pureza es poca para estar en presencia de Jesús y de los ángeles. Los fieles, que asisten a la misa, deben ir bien vestidos, bien peinados y, sobre todo, con un alma limpia para recibir a Jesús en presencia de los ángeles. También es muy bueno invitar a los ángeles de nuestros familiares y seres queridos a que asistan con nosotros a la misa. Es el momento de mayor intimidad con Jesús y debemos estar unidos también a los seres más queridos.
Personalmente, les pido a muchas personas conocidas que me manden sus ángeles a la hora de la misa para que, a través de ellos, reciban muchas bendiciones de Dios. Esto mismo hacía también Santa Teresita. En una carta a su hermano espiritual, el Padre Roulland, le dice el 1 de noviembre de 1896: El 25 de diciembre no dejaré de enviaros mi ángel para que deposite mis intenciones cerca de la hostia que vos consagraréis7 .

Santa Teresita del Niño Jesús
Pueden enviarme a sus ángeles todos los días a la hora de la misa. Así estaremos más unidos en Dios por medio de nuestros ángeles. Cuando vamos a recibir a Jesús en la comunión, debemos hacerlo con la máxima preparación y pureza posible. Por eso, sería bueno hacer lo que hacía santa Teresita del Niño Jesús. Me imagino a mi alma como un terreno libre y pido a la Santísima Virgen que quite de él los escombros que pudieran impedirle ser libre. Luego le suplico que levante ella misma una amplia tienda digna del cielo, que la adorne con sus propios aderezos. Después invito a todos los santos y ángeles a que vengan a dar un magnífico concierto. Creo que, cuando Jesús baja a mi corazón, está contento al verse tan bien recibido y yo también estoy contenta8.
Es, pues, importante invocar a María y a los santos, pero no olvidarnos de nuestro ángel y de los ángeles de todos los que nos rodean para que nos ayuden en esos momentos tan sublimes al unirnos con Jesús en la comunión.
Santa Ángela de la Cruz decía: Me esforcé cuanto pude por hacer la comunión con fervor. Le pedí a la Santísima Virgen que me cubriese con su manto para comulgar. Renové los votos. Le pedí al santo patriarca (san José) que me llevara de la mano a comulgar, y a mi padre san Francisco de la izquierda; al santo ángel de mi guarda, que viniera a mi lado y a los demás santos protectores que me acompañasen. Y con esta comitiva fui a comulgar9.
San Juan Crisóstomo decía: Los que comulgan de esta sangre de Cristo están con los ángeles y con los arcángeles y con las potencias del cielo, envueltos en el mismo manto real de Cristo10.
1In Isaiam I, 2.
2In ep. ad Ephesios III, 5.
3In Actus apostolorum XXIV, 4.
4San Juan Crisóstomo, El sacerdocio, Ed. apostolado mariano, Sevilla, 1990, p. 110
5Neri Umberto, La Eucaristía, Ed. Desclee de Brouwer, Bilbao, 1998, p. 185.
6Diálogos IV, 58; PL 77, 425 D
7Carta 178.
8Historia de un alma, Manuscrito A, fol 180.
9Javierre José María, Sor Ángela de la Cruz, Ed BAC, Madrid, 1982, p. 499.
10In Ioannem XLVI, 4.