Los Éremos: profético anuncio de un caudal de gracias

Publicado el 04/05/2025

Con la institucionalización del Éremo de “São Bento”, comenzó
un élan que representó un soplo de renovación, alcanzando a
todo el Grupo. Todo se fue modelando con entera conformidad
con los deseos del Dr. Plinio que, sin embargo, nunca había
proyectado lo que nacía. Aludiendo a ese extraordinario
camino de gracias, exclamó respecto a su dilecto hijo João Clá:
“¡Oh buen intérprete de mis designios y de mi espíritu!”

Plinio Corrêa de Oliveira

San Elías reza para que venga lluvia – Iglesia de Santa María Mayor, Bérgamo, Italia

Si es verdad que se pueden usar metáforas sacadas de las Sagradas Escrituras, yo, de la vida del profeta Elías, saco una. Nuestra historia es semejante a la de él: estamos en una sequía terrible, en una desolación tremenda, la Tierra entera está gimiendo por falta de gracias, o, si no es por eso, por falta de correspondencia a las gracias que bajan sobre ella.  

En esa situación terrible, mientras Elías rezaba, una nubecilla se presentó en el horizonte, y él mandó a avisar al rey: “Tome providencias, porque viene una lluvia torrencial” (cf. 1Rs 18, 44). La nube era predicción de lluvia; esta, prenuncio de la victoria del profeta; y la realización de la profecía, el presagio de la victoria de Dios.

Pues bien, en cierto sentido de la palabra, los éremos formados por mi João son esa nubecilla. Yo viví cuántos y cuántos años esperando y buscando quién me acompañase para la fundación de nuestra Orden de Caballería.1 Discreta, pero constante y obstinadamente, no dejé un instante de buscar eso. Todas mis búsquedas resultaron en un fracaso completo, de donde me parecería, si no fuese una gracia especial, que yo debería comprender que esa Orden de Caballería era la orden de la quimera, de la imposibilidad.

Yo no imaginaba tener delante de mí, un día, lo que entonces parecía imposible: la constitución de los éremos. Es verdad, ¡era imposible! Pero en la punta de la imposibilidad había la convicción de que Nuestra Señora quería eso y que, por lo tanto, Ella lo haría.

Para eso y para conceder las gracias magníficas que concedió, la Providencia se sirvió —en unión conmigo y en mis manos—, de mi querido João como instrumento, así como para una serie de otros impulsos que el Grupo tuvo, cada uno mejor que el otro.

En la aurora de la década de 1970, un regalo de la Providencia

El Éremo de São Bento, por misteriosos designios de la Providencia, estaba casi deshabitado… Se diría que los vientos de la gracia habían volado en dirección a Jasna Gora, con una sorpresa para mí: allá se unificaron los éremos, dejando São Bento vacío como ciertos moluscos enormes que, a veces, encontramos en la playa, de los cuales el caracol que vivía dentro salió, la concha quedó aislada, las olas la llevaron. Pero, mientras eso sucedía, Nuestra Señora preparaba a otros hijos para penetrar en esa “concha” y hacer aquello que yo había soñado cuando São Bento fue fundado.2 ¿Qué otros? ¿Y cuándo? ¿No habría temeridad mía en mantener ese éremo? ¿Qué hacían esas soledades, obstinadamente puestas a la espera?

Arriba, ceremonial del almuerzo; a la derecha, eremitas cantan el Credo en el claustro del Éremo de São Bento, en el inicio de la década de 1970

Y yo pensaba conmigo mismo: “Hay cualquier cosa de sobrenatural, de extraordinario, que quiere quedarse aquí, quiere vivir aquí”. Yo tenía esperanza de que São Bento viviría nuevas glorias, nuevos esplendores allí brillarían, y nuevas marchas de allí se iniciarían para la composición del Reino de María.

Éremo de São Bento

Con sus vastos muros, tan acogedores, ese lugar daba la impresión de una vieja torre abandonad, arisca, dentro de la cual fantasmas arrastraban muebles viejos y quebrados. Pero, cuando entramos allá, ¡qué impresión diversa, qué cosa maravillosa, qué jardín y qué cielo! Mucho mejor que un jardín o un cielo… ¡Qué claustro! ¡Qué casa de Dios! ¡Qué casa de Nuestra Señora!

Una gracia me acogió desde el momento en que yo transpuse los umbrales de ese éremo, una gracia en la cual yo reposé el espíritu exhausto de los humores fétidos de la Revolución. Un recogimiento pensativo, pero de un pensar fecundo. ¡Un reposo reparador, de una reparación que alcanza lo profundo del alma y que, de hecho nos restaura! Todo eso se reúne aquí.

Esa construcción, tan llena de armonías y de misterios, es una caja de sorpresas. Si yo conociera los insondables designios de la Providencia con relación a ella, en la aurora de 1970, ¡qué alegría hubiera tenido! ¡Yo no imaginaba que vendría tal remedio; no osaba esperarlo y ni siquiera pensarlo!

Yo considero São Bento como un regalo de Nuestra Señora para mí. Y, dentro de él, como una piedra preciosa en el anillo, mi “arquieremita” João. Bien sabemos hasta qué punto él ha sido mi instrumento bendecido para la realización de todo.

A la izquierda, izada del estandarte en el claustro del Éremo de São Bento, en el inicio de la década de 1980. A la derecha, formación en el claustro después de una ceremonia

Una resurrección alcanza a todo el Grupo…

Hago una confidencia: yo nunca me senté junto a una mesa para comentar o planear con mi João sobre cómo serían los Éremos de São Bento y Præsto Sum.3 Si fuese hecho un proyecto a ser ejecutado, ni de lejos habría dado lo que dio. Si yo, antes del momento, hubiese querido estudiar una solución, no obtendría resultado.

Ceremonial de la cena en el Refectorio de São Bento

João —que en aquel tiempo tenía una irradiación en el Grupo mucho menor de la que adquirió después—, aprovechando São Bento vacío, quiso fundar una institución eremítica allí, si yo le daba permiso. Yo dije: “¡Está muy bien, fúndela!”

Yo conocía el buen espíritu de mi entonces joven João Clá y toda la unión de alma de él conmigo. Imaginaba respecto a él hechos inesperados. Por ejemplo, si me dijeran que él subió a la torre de la Catedral de São Paulo, lanzó hacia abajo una bandera comunista y desplegó el estandarte de la TFP, yo lo escucharía con naturalidad, porque de él yo esperaba cien mil cosas más inesperadas.

Ahora bien, en el tiempo en que mi João Clá era vibrante eremita en São Bento I4, yo no disponía de ningún dato concreto para imaginar que él tuviese tan precisa en la cabeza toda la serie de cosas que posteriormente realizó. ¡Me sorprendió! Él vino a ser, de repente, un organizador, construyendo y ordenando todo de tal manera que el último pormenor salió enteramente de acuerdo con lo que yo quería, muchas veces sin que él necesitase consultarme. Y así debe ser.

Es evidente que yo observé todo atentísimamente. Analizando las cosas que salían de la mente, del corazón y de las manos de mi João, yo percibía bien la entera conformidad de su visión con la mía. Éramos cor unum et anima una, un solo corazón y una sola alma. Yo prestaba continua atención y constataba que las cosas corrían por donde yo deseaba, y deseaba por donde ellas corrían; ¡y daba gracias a Nuestra Señora!

Peregrinación de los eremitas del Éremo de São Bento a Minas Gerais, en 1978

Cuando la inteligencia y los instintos están bien ordenados, y las tendencias pulsan de acuerdo con la virtud, las obras maravillosas van saliendo naturalmente.

Así, todo se fue modelando. En São Bento comenzó un élan que representó un soplo de renovación, un comienzo de resurrección que penetró en todo el Grupo y puso de pie aquello que estaba caído. De ese modo, cortando mil somnolencias, quebrando innumerables torpores, destruyendo cien rutinas, hendiendo varias capas geológicas de factores negativos, João tuvo posibilidad de levantar nuevamente la experiencia eremítica que estaba reducida a cero. Fue, hasta entonces, su mayor y mejor proeza.

Y un día, un día… de las cenizas de São Bento I fue naciendo y creciendo el São Bento II,5 y ¡con él tantas otras cosas magníficas!

…Sobrepasando los umbrales del Éremo

Fui asistiendo al nacimiento y a la formación de ese éremo, ¡pero con qué plenitud, qué garbo, qué esplendor, qué integridad de agrado de mi parte, y con cuánta esperanza! ¡Cuánto tiene São Bento para guardar en esas cuatro paredes! ¿Guardar en cuatro paredes? He aquí otra sorpresa: ¿cuándo pensaríamos que nuestro hábito comenzaría a aparecer en público?

El hábito da gloria a Nuestra Señora e impone a las nubes que se rajen y venga el día de Ella. El hábito es el Reino de María en su esplendor, es no sólo el deseo de que él nazca, sino que es una especie de prenuncio de cómo él será. Sabiendo bien cómo interpretar el hábito, se puede medir las pulsaciones del Reino de María.

Hay en el hábito cualquier cosa de completo, de definitivo, que se manifestó por entero, que se muestra como es, se afirma y es, al mismo tiempo, imponderable. Cualquier alteración en el hábito sería irremediable.

El único entre nosotros capaz de proponer una modificación fue João, que es “doctor” de los hábitos. Cuando él me sugirió, yo pensé: “¡Oh buen interprete de mis designios y de mi espíritu! ¡Está óptimo!” Yo lo aprobé sin dificultad, y todo entró pronto en funcionamiento.

El valor de la vida eremítica

He visto con encanto el Auditorio San Miguel lleno de eremitas; y tengo tanta alegría de verlos relucir en todas partes, que me acuerdo de una reflexión mía en la ocasión en que este auditorio se hizo: “Cuando tengamos gente para llenar todas las sillas vacías, el auditorio quedará presentable. ¿Cuándo vendrá? ¡Dios mío!”

Ahora me encuentro con el auditorio repleto, con un graderío formado por las mil y una habilidades de nuestro João, por no hablar de la multitud de personas cerca de la puerta, dispuestas a tomar el pasillo en cuanto puedan. Me doy cuenta perfectamente de que, dada la forma de ser de la generación actual, nada de esto sería posible sin la vida eremítica. Si no fuera por el hábito, los movimientos, la seriedad, la dignidad y todo lo que de ahí se irradia a todo el mundo, desembocaría en el caos, el desorden y la confusión. La vida eremítica, tal como es llevada y se desarrolla, es la columna vertebral de la prolongación de la TFP a la generación de los “enjolras”. João crea una especie de atmósfera medio mítica en el éremo y sabe presentarles valores que no son los de hoy, pero que hablan a un nivel medio legendario, medio histórico —ahí es donde se mueve João—, y así consigue entusiasmar a la gente y mantenerles en estado de lucha en el terreno de la “transesfera” y de los mitos.

Santos del Día en el Auditorio San Miguel. A la izquierda, representaciones de algunas costumbres del pueblo español, en septiembre de 1989. A la derecha, conferencia del 19 de febrero de 1988

El tipo humano que está naciendo es de primera categoría. El buen eremita de São Bento tiene una gracia por la cual entra en él un equilibrio. Por ejemplo, nunca he visto a ninguno de ellos que propusiese dejar de usar las botas o el hábito en los días calurosos. Los veo a menudo con calor, es natural, pero no noto ninguna indisposición porque llevan sus túnicas, ¡lo que es una actitud clamorosamente contraria a la de los jóvenes de hoy! Buscar eso en la calle es una quimera loca.

También me parece muy bonito el modo en que dan reverencia a quienes les visitan y lo felices que se ponen, con una evidente alegría, cuando estamos allí. Las bendiciones de la Santísima Virgen residen allí, no hay otra explicación; ¡es extraordinario!

Entre ellos, no hay ningún tipo de preferencias ni de antipatías. No pelean entre sí. Es una convivencia abierta, como debe ser, muy fraternal, en la que el bullicio de la juventud encuentra la expansión propia de los “enjolras”, pero sin ninguna inmadurez. Es seria, amena, alegre, y no hay ni una pizca de amor propio, ni deseo de aparecer; ¡tiene toda la consistencia de algo absolutamente único!

Se trata de un conjunto heterogéneo, formado por personas de clases las más diferentes, pero que en la vida eremítica se encajan perfectamente. Y también hay que verlos en sus actividades diarias, porque sólo a partir de las ceremonias no se tiene una idea completa.

En una ocasión en la que tuve que corregirles, no hubo el menor resentimiento, ninguna de esas reacciones inmundas: “Nos esforzamos, y el Dr. Plinio, en lugar de elogiarnos, nos tira las orejas… No, es benéfico”. Y así, mil cosas más.

Arriba, el canto de la oración ante coenam; a la derecha, el izado del estandarte en el Éremo Præsto Sum a principios de la década de 1980

“Entrain” para el trabajo y la lectura

Lograr este estado de ánimo en los más jóvenes proviene, de hecho, de usar una técnica.

La forma en que João enseña a trabajar a las “enjolras” es una cosa fantástica, ¡es un prodigio! Escriben libros, investigan, estudian, dan conferencias. Allí se están formando hombres válidos y capaces. João intenta, por todos los medios, hacer que exterioricen al máximo sus cualidades y que se avergüencen de no exteriorizarlas. A veces, entro en contacto con uno u otro a quien conozco poco; voy prestando atención — es mi “munus”— y acabo encontrando en ellos cualidades extraordinarias que no había imaginado; las muestran con sinceridad —no mienten sino que las muestran— a veces incluso puede llevar la demostración hasta una cierta exageración, pero en el fondo corresponde a lo que hay en sus almas.

Lo que João ha conseguido con estos jóvenes para que estudien y adquieran conocimientos es asombroso. ¿Cómo nace esa innegable obra intelectual de São Bento y Præsto Sum?

¿Qué hace João? Lee y comenta los textos con gran vivacidad e inteligencia, pero él mismo no es un gran lector; es, sobre todo, un gran observador de la realidad y un ferviente seguidor de nuestras doctrinas. Transmite esto a los muchachos, que asumen la vida eremítica de buen grado, quieren enclaustrarse en ella y así tienen tiempo disponible para dedicarse a la lectura, sin la cual el éremo sería insoportable. João les ayuda a tener gusto por la lectura.

Uno de los elementos del éxito de la institución eremítica es un “tonus” de fuerza y dedicación que una gracia de idealismo basado en la fe pone dentro de São Bento, para lo que este edificio es incomparable y la influencia de João Clá es lo que es; sin eso, no sería así. Tendrían recopilaciones con doctrina moral que, por sí solas, no dan al hombre el estímulo necesario para ponerlo en movimiento.

¡Cómo él entusiasma, sostiene e impulsa es una cosa notable! ¡Notable! ¡No hay nadie como mi João Clá para entraîneur!6 Me doy cuenta de que él da a los “enjolras” la posibilidad de sentir alegría, esperanza y satisfacción dentro de un buen camino, que no es el del pecado, del crimen y la melancolía. Consigue hacerles amar el bien, lo que en términos de entraînement7 es una gran hazaña.

Un modo magnífico de dirigir a los jóvenes

De todas las formas de acción en las que un hombre puede actuar, la más bella es actuar con las almas, porque son lo más precioso que hay en el universo. De manera que tratar con ellas, gobernarlas, dirigirlas, despertar en ellas bellas armonías, conducirlas hacia consonancias magníficas, es un modo excelente de ser el general de Dios, el general de la Santísima Virgen.

Son estas cualidades de general las que he visto en mi João y las he apreciado especialmente. Cuando le veo dirigir la orquesta, haciendo todos esos gestos con la batuta —forte y, de repente, piano— recuerdo su papel de guía de almas y pienso: “Aquí están bien representados los Éremos de San Bento y Præsto Sum: son una partitura escrita en el Cielo.

Son dos sinfonías permanentes de almas las que él va regulando, ajustando, sabiendo hacer el gesto necesario a cada paso para que estas almas no se debiliten y aquellas se entusiasmen…”

Dios creó a todos los ermitaños con intención de que sus almas fueran regidas de esta magnífica manera. Se dan cuenta de que están siendo guiados, y quieren serlo, para un fin que anhelan junto con el maestro, tan armonioso y melodioso, mi querido Juan. Y de ahí proviene esta maravilla que he apreciado de cerca y desde dentro, por la que doy gracias a la Santísima Virgen.

Hay otro aspecto: João es una persona muy limpia, siempre lo ha sido, incluso excepcionalmente limpia de alma y cuerpo. Pero no imaginaba que tuviera una comprensión tan perfecta de la necesidad de la limpieza material como revela su gestión en São Bento.

Fomenta el aseo personal, todo en São Bento está impecablemente limpio. Llego a analizar la limpieza del éremo y no he encontrado ni un solo lugar en el que se pueda decir: “Aquello no está bien, no es como debería ser”. Las alabardas y las espadas se relucen durante los ejercicios y las ceremonias de modo perfecto. Si tuviéramos una funda de almohada tan limpia como esos instrumentos para dormir por la noche, estaríamos satisfechos.

Es muy interesante su modo de ser en el arte de la corrección, cómo se lanza sobre aquellos a los que quiere corregir, de forma inesperada, pero sin jamás brutalizar.

Es un don, una aptitud. A veces noto que le ha dado un pequeño regaño a alguien, dejándolo un poco dolido, atontado y recelo que João lleve sus reprimendas demasiado lejos. Observo y observo, pero no me da esa impresión. Esto lo hace con una especie de dulzura de fondo y nadie se enfada. Nunca se oyó hablar de una revuelta de “enjolras” contra João Clá. Al darme cuenta de que uno de mis hijos ha sangrado un poquito, doy gracias a la Santísima Virgen. ¡Qué beneficioso es que haya manos tan buenas y expertas para hacer sangrar!

Por otra parte, quien trata con João no se da cuenta de todo lo que hay en su espíritu, porque él comenta poco —quizá debido a un fondo de timidez— y porque, por mucho que transmita, tiene un horizonte muchísimo mayor que el de los eremitas. Esto no se debe a una falta de receptividad por parte de ellos, ni mucho menos a una falta de deseo por parte de João de comunicarse, porque estoy seguro de que no hay nada mezquino en no querer enseñar “el truco”. ¿Qué es lo que pasa? Resulta que el líquido precioso contenido en la cabeza de João no puede derramarse por completo en sus cabezas más pequeñas. De hecho, el tamaño de sus almas es menor y necesita ser ampliada con el tiempo, porque no pueden considerarse plenamente maduros. Por ahí podríamos tener una idea de cómo serían estas dos unidades, São Bento y Præsto Sum, si estuvieran formadas por otros João.

Un ordo para institucionalizar las costumbres

Una vez formado, el Éremo de São Bento, debía hacer una contrarrevolución tendencial, presentando un ambiente, un tipo humano y un estilo de ser aptos para producir una ruptura completa con el mundo de la Revolución. Debería irradiar eso al Grupo y, a través de él, al mundo. En este sentido, sería lógico que la Santísima Virgen deseara para ellos

Presentación musical en agosto de 1990

un ordo, con el fin de que la protección eremítica los acompañara allá donde fueran. Y ¡cuánto anhelaba yo esta regla! Ahora bien, las cosas deben nacer a su tiempo, lo que no siempre es aquello que deseamos, pero es el momento en que se dan las condiciones para el nacimiento. Así, que no le mencioné nada ni siquiera a João, y pensé: “Esto nacerá el día que la Santísima Virgen quiera”.

Pueden imaginarse mi alegría cuando João vino a invitarme a una reunión en la que se me ofrecería un ordo escrito. Lo que había estado esperando durante mucho tiempo, por fin lo recibía, el objeto de un viejo deseo, un deseo-oración. ¡Recé por ello! Cuando las cosas nacen así, son claramente fruto de la gracia, regalos de la Santísima Virgen.

Se fue estableciendo en el Éremo de São Bento un maintien8, y tenía curiosidad por ver si se extendería al Præsto Sum, no favorecido como São Bento por las incontables magnificencias del edificio. Y me di cuenta de que, gracias a Dios, del uno se comunicaba muy bien al otro, y me alegré.

São Bento y Præsto Sum son éremos hermanados que forman un todo único. Hablando de uno, hablo

Aspectos del Éremo Præsto Sum en sus inicios

del otro; cuando hablo del mayor hablo del más joven; cuando hablo del árbol, hablo del fruto. El querido Præsto Sum es un lugar lleno de gracias, un desdoblamiento armonioso del actual São Bento, que despliega esa llama llena de luz, de piedad, de voluntad de combatir, que es el espíritu característico que se les ha dado.

Algunas páginas de la primera redacción del ordo de costumbres del Éremo de São Bento

Ceremonial: elevación del espíritu hacia lo más elevado

En mi espíritu tenía la noción de que la Iglesia Católica es la reina de las ceremonias y de los ceremoniales. No hay nada más bello que el estilo de las grandes ceremonias litúrgicas. Pero, pensaba, si son tan bonitas, ¿Por qué no hacer ceremonias extralitúrgicas? ¿Por qué la rutina diaria de una institución no tiene su ceremonial parecido a la liturgia, sus desfiles, sus cánticos, sus oraciones, sus proclamaciones y su vida? Si la Iglesia —fuente de la más alta cualidad de vida que existe, la sobrenatural— utiliza la liturgia para comunicar vida a sus fieles, para animarlos, ¿Por qué la vida civil no ha de tener también un ceremonial? Siempre soñé “nuestra Orden de Caballería” con bellos ceremoniales.

Y me alegré mucho al ver que, a través de mi querido João, se fueron realizando esos anhelos míos también…

São Bento es el corazón del Grupo y, entre aquellas paredes sagradas, comenzaron a realizarse ceremonias y toda una serie de cosas que João supo promover excelentemente, con el talento y las gracias especiales que tiene para ello. Es un esfuerzo heroico. Si no fuera porque él estaba pedaleando, ¡no salía adelante! Y lo que me hace sentirme muy reconfortado, es la sensación que la gracia está siendo tratada como se debe. Se tiene conocimiento de la gracia, por el lumem del edificio y se vive en función de ella.

Nuestro João, con su entusiasmo, realiza las ceremonias como si fuera la primera vez, sin cansarse, y como si los eremitas fueran siempre “neófitos”. ¡Y hace bien! Es uno de los rasgos distintivos de la inocencia, que ciertas cosas sean siempre como fueron en su origen.

En las ceremonias, cuya belleza aprecio enormemente, está expresado el espíritu del Grupo, a través de la seriedad y la concentración, a través de la conexión continua del alma con los panoramas más grandiosos ofrecidos por la fe, para la consideración de la realidad que nos rodea en este mundo lleno cosas visibles y, sobre todo, invisibles: visibilium ómnium et invisibilium – todas las cosas visibles e invisibles.

Resalto que el estado de ánimo de los eremitas es precisamente de fe en el significado de las ceremonias. El espíritu, siempre prendido a lo más alto y elevado, produciría exactamente un rito como los que comienzan a ser realizados. Los gestos, las actitudes, los movimientos y la vestimenta expresan exactamente lo que debe ser el Grupo. Cuando el Apocalipsis relata la lucha que tuvo lugar en el Cielo entre los ángeles malditos y los Ángeles bienaventurados, dice: “Proelium magnum factum est in cælo” (Ap 12:7). Yo digo: “Proelium magnum factum est in terra”. ¡Una lucha tremenda se hace en la Tierra! ¿Y por qué? Porque, con el llamamiento y la dirección de mi querido João Clá y la correspondencia de los eremitas, los ángeles, a través de esta vida de ceremonial, seriedad y enlevo, abren un camino progresivo por el cual entran en la Tierra y ejecutan aquella lucha, aquella gran guerra, que no son las escaramuzas que los ángeles han librado hasta ahora contra los demonios, sino que es una batalla para arrasar el mal. ¡Esa batalla, nosotros la queremos por encima de todo!

El Dr. Plinio en una ceremonia en la capilla del Éremo del Amparo de Nuestra Señora, en julio de 1982

Ceremonia en el patio del Êremo Præsto Sum

Marchas y proclamaciones, una invención “Juanina”

Qué alegría fue ver los magníficos ceremoniales desarrollarse y, poco a poco, penetrar en nuestras reuniones.

¡Me acuerdo de la primera vez que los eremitas entraron en el Auditorio San Miguel marchando y cantando, con hábito! Ese día comprendí que Nuestra Señora extendía su mano al Grupo para sacarlo del estado de miseria extrema en el cual se encontraba. ¡Es colosal!

Las marchas comenzaron a recorrer los espacios, siempre ejecutadas de un modo muy bonito. La precisión de los movimientos estaba enteramente adecuada, algo muy notable. Por ejemplo, mientras ellos ponen el brazo izquierdo en posición, el brazo derecho se mueve de un modo elegante, verdaderamente bello. La cadencia no tiene nada de lerdo, pero es tan lenta cuanto el sentido común lo permite. ¡Todo bien pensado, con un sentido de sana teatralidad estupendo! Son las reacciones de la Providencia.

Y cuando comenzaron a hacer declamaciones, yo no había pensado que entraríamos por esa vía. Me gustó la primera vez, pero pensé: “Ellos declaman dos, tres veces, y eso termina muriendo; João y ellos inventan otra forma. Y como las invenciones en las esferas ‘juaníferas’ son incontables – ¡él es el señor de las mil ideas! –, yo no me preocupo para nada en cómo será el lendemain9 de eso”.

Asistí a una proclamación, a dos, a cuatro y concluí: “¿No es verdad que eso es bonito? ¡Está muy bien hecho, bien organizado, y tienen entre ellos una complementación original!” Aludo al modo, al calor, a la técnica, a la pluralidad de voces. Los proclamadores sobre el estrado con voces excelentes, revestidos de hábito, ese todo constituyendo una escena magnífica. Me gustó enormemente.

Santo del Día en el Auditorio San Miguel, a fines de la década de 1980

Procuro así explicar la alegría que la declamación me da. Sincera, profundamente sentida, bella, bien organizada, expresando en el plano temporal el espíritu de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Es una escuela. Y João tiene el don de fundar escuela para todo, porque todo eso tiene su sello en la raíz.

Aspectos de ceremonias en el Éremo del Amparo de Nuestra Señora, a inicios de la década de 1980

Católica, Apostólica y Romana. Es una escuela. Y João tiene el don de fundar escuela para todo, porque todo eso tiene su sello en la raíz.

Con el ceremonial de los éremos, el Reino de María lució para el mundo

 Él transmite, ante todo, un espíritu que, reluciendo en la perfección de los pormenores, da esplendor y deja a todos estupefactos. ¡De esa manera nace esta obra estupenda en su conjunto! Ella es tan rica, es un tal tesoro para una organización como la nuestra, llamada a actuar en el Reino de María, que no se puede hablar de Revolución y Contra-Revolución sin conocer eso.

Lo bonito es que todo se hace entera y meticulosamente conforme a mi espíritu. Yo puedo afirmar que cuando entré al Movimiento Católico, sin haber imaginado esos hábitos, ni esa ceremonia, ni ese claustro, ¡lo que yo quería era eso! Y ahora veo al Grupo presentarse enteramente de la manera como me gustaría que fuera, a tal punto que, si una persona hubiera abierto mi cabeza con una sierra para descubrir allí adentro cómo pensaba yo, encontraría todo lo que ahora está realizado, sin quitar ni poner. Sin embargo, yo mismo planeé y propuse poco; directamente dado por mí, solo está el hábito. No fui yo quien tracé los ceremoniales, ni di instrucciones. Solo acompañé, con una atención disfrazada, porque debemos observar como quien no observa y analiza –y hasta qué punto– el último pormenor, con aire distendido y afable de quien no está haciendo pasar a los otros por un examen. Hace parte de la amenidad de la vida.

Ninguna de las evoluciones fue idealizada por mí, lo cual indica exactamente que quien quiso interpretar con fidelidad mis deseos, lo entendió con perfección. De hecho, João no tendría la mentalidad y el estado de espíritu para comprender tan bien lo que yo considero la ceremonia ideal –en nuestras condiciones actuales–, si no fuera por una unión de voluntad muy grande conmigo. De manera que yo me considero autor maior, o sea, autor por excelencia de esas ceremonias.

En ellas se practica un verdadero ejercicio espiritual, una preparación para la hora de la “Bagarre”. Llegará un día en que los ceremoniales se desdoblarán y traerán, eventualmente – en sus ritos y en sus celebraciones–, las marcas de la “Bagarre” que se aproxima y los esplendores del Reino de María que viene. El mundo entero se alegrará en saber que ese ceremonial fue realizado incluso antes de que la “Bagarre” se desencadenara y de que el Reino de María luciera para el mundo antes de que él fuera instaurado.

La realidad por fin se muestra

 Más o menos como las antiguas momias de Egipto, el Grupo vivió durante años –vivo y real, es cierto que las momias no viven, pero íntegro como ellas son– llevando su cuerpo y su rostro de tal manera cercados de tiras, que no se podía saber verdaderamente qué había por detrás; ahora, por fin, él se desvenda de una faja más que lo circundaba. ¿En qué sentido de la palabra? Con las ceremonias realizadas por los éremos, el Grupo muestra una parte de su realidad que los primeros ya entreveían en los momentos iniciales y que, poco a poco, se fue volviendo más clara, más evidente, pero que encontraba afuera y, ¿por qué no decirlo?, también dentro de casa, en alguna medida, obstáculos para desvendarse por entero.

Mi corazón rebosa de alegría, porque se puede decir que el Grupo comienza verdaderamente el acto final de su nacimiento. Ese comienzo me alegra, porque veo, en las manifestaciones externas, al Grupo mostrarse como es y, en la manifestación interna, a los espíritus comenzar a llegar a aquel último escalón de seriedad, de sacralidad, de lógica, de fuerza, de determinación, de inflexibilidad, de recogimiento, de piedad y de espiritualidad todos puestos en el Sapiencial e Inmaculado Corazón de María. Yo veo que esto comienza a brillar y percibo que aún no es el grueso de las gracias que bajarán sobre el mundo con el “Grand Retour”, pero es una nube que lo anuncia.

Aspectos del Éremo de São Bento II. En el sentido horario, ceremonial en el Patio de la Cruz; ceremonia de marcha en el claustro; cortejo en dirección al refectorio.

Aquí está la nubecilla, que ya no merece ser llamada así, pues tiene un tamaño que camina para medio tamaño, y de este para grande. Cada vez más se agravan los acontecimientos, de manera que podemos esperar que en el futuro –cuyo día exacto no sabemos, pero que el calendario de nuestra alma va marcando siempre, y está volviéndose cada vez más próximo– al fin venga aquello deseado por nosotros por encima de cualquier otra cosa: el “Grand Retour”, esto es, el Reino de María en nosotros, antes de que él se realice en el mundo.

Los Éremos de São Bento y de Præsto Sum fueron una primera clarinada que anticipa el “Grand Retour”, y cuya maravilla excede nuestra esperanza. El Grupo, como un conjunto, comenzó a seguir esa vía que habría seguido si hubiera sido fiel y, si Dios quiere, ha de continuar su caminata hasta la hora de la gloria.

¡Vamos, pues, queridos míos, para adelante!  Nuestra Señora os bendecirá y yo os acompañaré, acolitado por mi espléndido João Clá, que de un modo tan excelente dirige todo ese río de la TFP que aquí se manifiesta.

Aspectos del Éremo Præsto Sum. En destaque, izamiento del estandarte con el canto del Credo; a la izquierda, vista del jardín durante el cortejo; a la derecha, cortejo en dirección a la capilla

______________

1) El Dr. Plinio, desde el momento en
que concibió la lucha contra la Revolución,
de niño, pasó a esbozar en su
interior el perfil de la fundación que
anhelaba: no una Orden de contemplativos,
a la manera de los benedictinos
o de los cartujos, sino algo que tuviese
las características de una Orden
de Caballería, por la combatividad y
el odio al mal, además de una acentuada
sacralidad, exteriorizada en las
costumbres y ceremonias.

2) En 1968.

3) Éremo Præsto Sum, situado en una
espaciosa casa quinta en el Barrio
Santana, en São Paulo.

4) Se designa como São Bento I la primera
tentativa, no correspondida, de
la fundación de la vida eremítica.

5) São Bento II fue la restauración de la
vida eremítica en el predio del Éremo
de São Bento. Esa nueva fundación
ocurrió el 7 de marzo de 1977.

6) Del francés: formador que entusiasma.

7) Del francés: formación con entusiasmo.

8) Del francés: manera como una persona
se porta en sociedad.

9) Del francés: el día de mañana.

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Los Caballeros de la Virgen

“Caballeros de la Virgen” es una Fundación de inspiración católica que tiene como objetivo promover y difundir la devoción a la Santísima Virgen María y colaborar con la “La Nueva Evangelización” , la cual consiste en atraer los numerosos católicos no practicantes a una mayor comunión eclesial, la frecuencia de los sacramentos, la vida de piedad y a vivir la caridad cristiana en todos sus aspectos. Como la Iglesia Católica siempre lo ha enseñado, el principal medio utilizado es la vida de oración y la piedad, en particular la Devoción a Jesús en la Eucaristía y a su madre, la Santísima Virgen María, mediadora de las gracias divinas. Sus miembros llevan una intensa vida de oración individual y comunitaria y en ella se forman sus jóvenes aspirantes.

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