Madre solícita y dadivosa

Publicado el 06/22/2025

Madre ejemplar, Dña. Lucilia acude prontamente en socorro de sus devotos, no sólo para resolver intrincados problemas financieros o de salud, sino también para enseñarles a enfrentar los sufrimientos.

Hay pruebas que nos sorprenden como «relámpago en cielo raso», conocida expresión que muestra cómo los reveses pueden irrumpir en la vida de los hombres sin ninguna preparación. Además, hoy en día son pocos los que piensan en esta posibilidad, aunque sea muy probable, casi segura…

Doña Lucilia, por el contrario, solía estar bien preparada y afrontaba las pruebas más imprevistas e incluso ilógicas que surgían en su vida con una actitud de total sumisión a la soberana voluntad de Dios, pidiéndole fuerzas únicamente para beber el cáliz del sufrimiento por entero.

Madre ejemplar, está siempre atenta para acudir en socorro de quienes piden su intercesión, no sólo para aliviar su dolor, sino también para enseñarles a hacer frente a las luchas de la existencia. A continuación presentamos a nuestros lectores dos hermosos testimonios que demuestran cómo Dña. Lucilia sabe «aderezar» el dolor y la alegría en la vida de sus devotos, siempre con vistas a una mayor perfección espiritual.

«El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó…»

De la ciudad de Otavalo (Ecuador), Adriana Vargas nos envía este relato:

«Quisiera compartir con ustedes un “milagro” que recibí de Dios, nuestro Señor, de nuestra Madre María Santísima, por intercesión de Dña. Lucilia. Mi marido tiene una camioneta que funciona como taxi, y el 19 de octubre del 2023 recibió una llamada para realizar un servicio en una ciudad lejos de la nuestra, aquí en Ecuador. Sin embargo, al llegar a su destino apareció un coche con unos hombres armados que lo abordaron, cogieron el vehículo y lo secuestraron aproximadamente cuatro horas. Ya era de noche cuando los delincuentes lo dejaron en una ciudad de la costa ecuatoriana. Naturalmente, estaba muy asustado».

De un momento a otro, la familia se vio privada de todo, pues el vehículo robado era la fuente de ingresos que sustentaba el hogar

Al miedo que sentía inmediatamente después de los traumáticos momentos del secuestro, se sumaba el hecho de que ni siquiera sabía a dónde ir, pues había sido abandonado en un lugar desierto y desconocido. Providencialmente, aparecieron dos jóvenes que muy amablemente le ayudaron a tomar un taxi hasta la estación de autobuses, para que pudiera subir a un autocar y volver sano y salvo a su hogar. No obstante, mientras viajaba de regreso a casa, Adriana era víctima de una extorsión telefónica, en la que los asaltantes amenazaban con matar a su esposo si no les pagaba de inmediato un rescate de dos mil dólares.

Adriana y su esposo junto al vehículo que fue robado

Continúa la narración de Adriana: «Teníamos deudas económicas y tuve que pedir otro préstamo para darle esa cantidad a los extorsionadores. Nos dejaron sin nada; vaciaron nuestras cuentas. No teníamos lo suficiente ni para alimentarnos, ni para desplazarnos, ni pagar el colegio de nuestros hijos. ¡No teníamos nada! Pero, gracias a Dios, gente de buen corazón venía a visitarnos y nos traían arroz, pan, azúcar o alguna ayuda financiera. Así era como nos manteníamos».

De la noche a la mañana, Adriana y su familia se vieron privados de todo, ya que el vehículo robado era la fuente de ingresos que sustentaba el hogar. Hace milenios, el santo Job pasó por pruebas similares, y su grito de conformidad con la voluntad de Dios sirvió de ejemplo también para esta familia: «El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó; bendito sea el nombre del Señor» (Job 1, 21).

En la prueba, confiando en Dña. Lucilia

Amparada en la fe reforzada por el vínculo de esclavitud y amor a la Santísima Virgen María —se había consagrado dos años antes, bajo la orientación de los Heraldos del Evangelio— y gracias a una vida de intensa piedad iniciada a partir de esta consagración, Adriana estaba preparada para atravesar esos momentos dolorosos, consciente del bien que la Providencia podía sacar de ellos:

«Recé la novena al Sagrado Corazón de Jesús, por intercesión de Dña. Lucilia, y ella, como madre mía, me devolvió el vehículo intacto»

«Cuando Dios actúa, todo se vuelve más fácil. No nos invadió la desesperación; al contrario, mantuvimos la paz y la tranquilidad en medio de la prueba. Fue muy difícil, tuve que pedir comida a una institución benéfica, porque no tenía nada más. Pero Dios es bueno. Aprendí —como ustedes dicen— a llevar mi cruz y le decía: «Dios mío, tú sufriste más en la cruz; lo que yo sufro no es nada ¡Cógeme de tu mano!».

Algunos «amigos» aprovecharon la ocasión para criticar a Adriana por su piedad, llegando a decirle: «Rezas mucho, eres muy apegada a la Iglesia. Por eso te pasan estas cosas». Pero no se dejaba intimidar: «Cuanto más me decían “deja de rezar”, más agarraba mi rosario y seguía adelante, con mi esposo. De hecho, recé más que nunca».

En esta penosa situación, recordó haber visto algunos vídeos sobre Dña. Lucilia y su valiosa intercesión. Entonces le pidió a un sacerdote heraldo que conocía: «“Padre, por favor, si puede ir a la tumba de Dña. Lucilia, ¡pídale que me ayude!”. Me respondió con gran generosidad: “Si puedo, iré; si no, enviaré a alguien a que rece por usted”. No pedía propiamente que nos devolvieran el vehículo, sino que mi marido se recuperara y pudiéramos pagar todas nuestras deudas».

Adriana también le pidió al sacerdote que le indicara alguna oración para tales circunstancias, y le sugirió una novena al Sagrado Corazón de Jesús, que Dña. Lucilia solía rezar en vida.

Continúa Adriana: «Hice la novena, pidiendo la intercesión de Dña. Lucilia. Poco después de terminar, me llamó un policía y me dijo: “Señora, soy de la policía, han encontrado su vehículo”. Me resistía a creerlo, porque podría ser otro extorsionador. Le pregunté: “Pero ¿tiene fotos? ¿Cómo pueden decirme que es realmente el mío?”. Me respondió: “Señora, ya lo hemos comprobado”».

Y era verdad.

Un vehículo desmantelado

¿Qué había pasado? Los delincuentes habían abandonado la camioneta en las montañas, donde fue encontrada por policías que estaban buscando a otra persona secuestrada. Sin embargo, le faltaban los neumáticos, los asientos, el depósito de gasolina, la radio.

«El coche fue llevado a la comisaría y por la noche —relata Adriana— me enviaron la hoja de registro en el patio. ¡A ese coche le faltaba de todo! Había sido casi desmantelado. Qué dolor tan grande, porque era un vehículo de trabajo, con el que mi marido nos mantenía, lo teníamos todo en ese coche…».

Aunque decepcionada, por consejo de un amigo abogadola familia hizo gestiones para recuperar el vehículo que estaba casi destrozado. Pero Dña. Lucilia pronto transformaría esa decepción en alegría: «El 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción, se realizaron las pericias necesarias para su liberación. Se comprobó de nuevo el estado del vehículo y… ¡oh, sorpresa!, estaba intacto. Le faltaba alguna cosilla, como la radio, y tendríamos que pintarlo. ¡Nada más! ¡Recé la novena al Sagrado Corazón de Jesús por intercesión de Dña. Lucilia y ella, como madre mía, me devolvió el vehículo intacto!».

Otra ayuda económica

En medio de las dificultades financieras por las que atravesaba la familia, a Adriana se le presentó otro problema, como ella misma cuenta: «Trabajo desde casa, haciendo llamadas telefónicas. Ahora bien, en esa época no tenía suficiente dinero para pagar la factura del móvil, del que dependo para mi trabajo. Pero había oído que Dña. Lucilia hace “milagros” económicos. Así que le dije: “Doña Lucilia, usted sabe cómo está mi situación este mes, no tengo dinero…”».

Un enorme sufrimiento golpeó a Bibiana: en esos momentos, tenía muy presente que en cualquier instante podía perder a su hijito

Inexplicablemente, la factura de ese mes había sido cancelada, Adriana ni siquiera había recibido la habitual notificación. Al mes siguiente, un poco preocupada porque no sabía qué había pasado, fue a la oficina de la compañía operadora para comprobar el importe total de su deuda. No obstante, los empleados de la empresa le informaron que no había nada pendiente y que la factura del mes anterior ni siquiera aparecía en el sistema.

Adriana concluye: «¡Doña Lucilia me atendió! ¡Hemos de tener mucha fe en que Dña. Lucilia, la Virgen y, más aún, Dios, nuestro Padre, no nos abandonará! Esto es lo que quiero compartir con ustedes, queridos heraldos. ¡Continúen con este apostolado que ha cambiado la vida de tantas personas!».

Una enfermedad infantil que termina en la UCI…

Desde Mairiporã (Brasil), nos escribe Bibiana de Fátima Schiavo Liobino contándonos la gracia recibida por intercesión de Dña. Lucilia en favor de su hijo menor.

«Tengo 38 años, estoy casada con Marcelo Cavalcante Liobino y tenemos dos hijos, Gustavo y Emanuel. Hoy queremos dar testimonio de una gran gracia que recibimos a través de Dña. Lucilia.

Bibiana con su esposo e hijos

»El hecho ocurrió el 11 de marzo de 2024, con Emanuel, nuestro hijo más pequeño, que entonces tenía 3 años y nueve meses. Después de pasar el día con fiebre, decidimos llevarlo a urgencias, donde llegamos sobre las siete de la tarde y nos quedamos hasta cerca de las diez. Salimos de allí con diagnóstico de laringitis aguda y con medicación para tomar en casa: antibióticos y antitérmicos.

»Hacia medianoche, Emanuel, que volvía a tener fiebre, se despertó llorando, con falta de aire y con una dificultad respiratoria muy fuerte. Decidimos volver rápidamente al hospital. En urgencias, sus constantes vitales parecían normales, pero el malestar y el estridor que presentaba preocuparon a la médica, que consideró prudente llevarlo a la UCI neonatal.

»Ingresó en la UCI a la 1:40 de la madrugada y hasta las 5:20 de la mañana el equipo médico estuvo intentando estabilizar su estado, que en ese momento, en mi opinión de madre, no parecía tan grave como de hecho lo eraEntonces, a través de la médica de la UCI, llega la noticia de que Emanuel tendría que ser intubado… ¡Sentí que el suelo se desvanecía bajo mis pies! Empecé a rezar, pidiéndole al Señor y a la Virgen que no se llevaran a mi hijo. Fue un proceso muy difícil, estaba sola en ese momento, pasando por muchas otras pruebas, y tenía ahí otro pequeño sacrificio que ofrecer al Señor.

»Las horas se hacían interminables. La previsión era que pasara de dos a tres días intubado. Le diagnosticaron laringitis estridulosa, que evolucionó a broncoespasmo grave, seguido de edema de glotis y shock anafiláctico».

«Se ganó nuestra admiración y nuestro corazón»

Bibiana nos cuenta que en esos momentos era muy consciente de que en cualquier instante podía perder a su hijito, pero, gracias a Dña. Lucilia, al mismo tiempo recibió una fuerza sobrenatural para ofrecer todo ese sufrimiento a Dios y permanecer, sin desanimarse, al lado del pequeño Emanuel. Sigamos su historia:

«Mi esposo me trajo las mejores armas: un rosario, agua bendita, una imagen de la Virgen y el libro de oraciones de nuestro hijo mayor. Alrededor de las diez de la mañana del 12 de marzo, me llega un mensaje de una persona cercana que me decía: “Que Dña. Lucilia te proteja”. Le respondí pidiendo que Dña. Lucilia me sostuviera con su ejemplo de amor maternal. Enseguida recibí como respuesta que Dña. Lucilia estaba allí, que yo no podía verla, pero que estaba conmigo y, sobre todo, con mi hijito. Pues sí, ¡estaba allí!

Emanuel con el libro de orac iones de su hermano, en el que guardaba unaestampa de Dña. Lucilia

»Pasaron unas horas. El fisioterapeuta vino a hablarme de la situación de Emanuel y me explicó que la cánula de intubación era muy delgada, ya que era la única que habían logrado pasar; sin embargo, al disminuir la inflamación, se perdía aire. Me planteó dos opciones: primera, retirar la cánula fina y, si fuera confortable para Emanuel, ponerle una mascarilla de oxígeno, menos invasiva; segundo, retirar la cánula fina y, si aún seguía sintiendo molestias, ponerle una más gruesa, pero en este caso tendría que estar intubado dos o tres días más.

»Entonces recé el rosario, después abrí el devocionario de mi hijo y encontré dentro una estampa de Dña. Lucilia. Me quedé mirando la foto y le pedí que cuidara de mi benjamín, porque yo no tenía nada más que hacer. Cuando esto sucedió, estaba sola en el hospital; mi esposo, Marcelo, estaba en casa de su hermana, quien había recibido la semana anterior la visita de la imagen peregrina de Nuestra Señora de Fátima, llevada por dos hermanas de los Heraldos del Evangelio. Durante esta visita, le dejaron a mi cuñada una fotografía de Dña. Lucilia. Entonces, al mismo tiempo que yo rezaba el rosario en la UCI, mi esposo vio la fotografía de Dña. Lucilia en un mueble, puso su mano sobre ella y le pidió que cuidara de nuestro hijo. Lo hicimos sin habernos puesto de acuerdo ni comunicarnos.

«Sabemos cuán grande fue la gracia que recibimos de Dña. Lucilia. ¡Se ganó nuestro corazón y nuestra devoción!»

»A las cinco menos cuarto del 12 de marzo, es decir, casi doce horas después de la intubación, Emanuel fue extubado, quedándose solamente con una mascarilla de oxígeno, y permaneció así hasta las diez de la noche. Al final de aquel día agotador, estaba hablando yo con mi esposo y me contó la oración que había hecho; emocionada, también le conté lo que me había sucedido en el hospital. Ahí tuvimos la certeza de que Dña. Lucilia había acudido en nuestro auxilio e intercedido por nuestro hijo».

Agradecida, Bibiana concluye su relato: «Fueron seis días de hospitalización y muchas luchas, pero salimos de esa UCI victoriosos y con el corazón lleno de gratitud. Casi un mes después del suceso, Emanuel se encontraba muy bien, y ni siquiera parecía que hubiera pasado por todo lo que pasó. Durante una consulta, tras revisar su historial clínico, una médica nos dijo que el ángel de la guarda de Emanuel es muy bueno… Y le creemos, porque sabemos cuán grande fue la gracia que recibimos por la intercesión de Dña. Lucilia. ¡Se ganó nuestro corazón, nuestra admiración y nuestra devoción!».

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Los Caballeros de la Virgen

“Caballeros de la Virgen” es una Fundación de inspiración católica que tiene como objetivo promover y difundir la devoción a la Santísima Virgen María y colaborar con la “La Nueva Evangelización” , la cual consiste en atraer los numerosos católicos no practicantes a una mayor comunión eclesial, la frecuencia de los sacramentos, la vida de piedad y a vivir la caridad cristiana en todos sus aspectos. Como la Iglesia Católica siempre lo ha enseñado, el principal medio utilizado es la vida de oración y la piedad, en particular la Devoción a Jesús en la Eucaristía y a su madre, la Santísima Virgen María, mediadora de las gracias divinas. Sus miembros llevan una intensa vida de oración individual y comunitaria y en ella se forman sus jóvenes aspirantes.

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