Madre y medianera de todas las gracias

Publicado el 11/18/2023

Enseña la Teología que todas las gracias que recibimos de Dios las debemos a la mediación de María. Así, la Madre de Dios es el canal de todas las oraciones que llegan hasta su Divino Hijo y de los favores que Él otorga a los hombres.

Plinio Corrêa de Oliveira

En estos momentos de aflicciones y de peligros, cuando la humanidad entera gime bajo el peso de desdichas que se multiplican a todo momento, crecen nuestras necesidades y más apremiantes se tornan nuestras oraciones. Pocas verdades de la Fe concurren de modo tan poderoso para valorizar nuestras súplicas cuanto la Mediación Universal de María, cuando la estudiamos seriamente y la hacemos penetrar a fondo en nuestra vida de piedad.

Enseña la Teología que todas las gracias que recibimos de Dios las debemos a la mediación de María. Así, la Madre de Dios es el canal de todas las oraciones que llegan hasta su Divino Hijo y de los favores que Él otorga a los hombres.

A pesar de que esta verdad suponga que, en todas nuestras oraciones, pidamos la intercesión de Nuestra Señora, aunque no la invoquemos explícitamente, podemos estar seguros de que solo seremos atendidos porque Ella reza con nosotros y por nosotros.

De eso se deduce una conclusión sumamente consoladora. Si tuviésemos para apoyarnos tan solo nuestros méritos ¿cómo podríamos confiar en el éxito de nuestros pedidos? Entre tanto, Dios quiere que nuestras oraciones sean llenas de confianza; precisamente, esa confianza es una de las condiciones de su eficacia. Ahora ¿cómo tener confianza si, mirando hacia nosotros mismos, sentimos que nos faltan las razones para confiar?

De las tristezas de esta reflexión nos arranca, triunfalmente, la doctrina de la Mediación Universal de María. De hecho, nuestros méritos son mínimos y nuestras culpas grandes. Pero lo que no podemos alcanzar por nuestras solas fuerzas, tenemos todo el derecho de esperar que las oraciones de Nuestra Señora lo alcance. Y jamás debemos dudar que Ella se asocia a nuestras súplicas, cuando son convenientes a la mayor gloria de Dios y a nuestra santificación.

Siendo la Santísima Virgen nuestra Madre auténtica en el orden de la gracia, pues nos engendró a cada uno para la vida eterna, a Ella se aplica fielmente la frase que el Espíritu Santo esculpió en la Escritura: “Puede una mujer olvidarse de su hijo y no compadecerse del fruto de sus entrañas? Aunque ella lo olvidase, Yo nunca me olvidaría de ti” (Is 49, 15) Es más fácil que seamos abandonados por nuestros padres según la naturaleza, que por nuestra Madre según la gracia. Así, por más miserables que seamos, podemos con confianza presentar a Dios nuestras peticiones. Es

conveniente que meditemos incesantemente sobre esta gran verdad.

Católicos como somos, debemos enfrentar en esta vida las luchas comunes a todos los mortales y, además, las que derivan del servicio de Dios. Pero, aunque los horizontes parezcan dispuestos a derramar sobre nosotros un nuevo diluvio, incluso cuando los caminos se cierren delante nuestro, los precipicios se abran y la propia tierra se hunda bajo nuestros pies, no perdamos la confianza: la Santísima Virgen superará todos los obstáculos que fueren superiores a nuestras fuerzas.

Mientras esta confianza no deserte de nuestros corazones, seremos victoriosos y de nada valdrán los engaños de nuestros adversarios; caminaremos sobre áspides y basiliscos, y haremos rendirse a leones y dragones (cf. Sl 91, 13).

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Los Caballeros de la Virgen

“Caballeros de la Virgen” es una Fundación de inspiración católica que tiene como objetivo promover y difundir la devoción a la Santísima Virgen María y colaborar con la “La Nueva Evangelización” , la cual consiste en atraer los numerosos católicos no practicantes a una mayor comunión eclesial, la frecuencia de los sacramentos, la vida de piedad y a vivir la caridad cristiana en todos sus aspectos. Como la Iglesia Católica siempre lo ha enseñado, el principal medio utilizado es la vida de oración y la piedad, en particular la Devoción a Jesús en la Eucaristía y a su madre, la Santísima Virgen María, mediadora de las gracias divinas. Sus miembros llevan una intensa vida de oración individual y comunitaria y en ella se forman sus jóvenes aspirantes.

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