Meditación Primer Sábado de enero de 2023. El Bautismo de Jesús

Publicado el 01/06/2023

Introducción:

Vamos a realizar nuestra devoción del Primer Sábado, atendiendo el pedido hecho por Nuestra Señora en Fátima. Contemplaremos hoy el 1er Misterio Luminoso: “El Bautismo de Jesús en el Jordán”. Como afirma San Gregorio Nacianceno, Cristo es iluminado por Dios en su Bautismo, y nosotros, una vez bautizados, recibimos con Él la luz divina. Bajemos con el Verbo Encarnado a las aguas del Jordán para junto a Él subir al Cielo.

Composición de lugar:

Para la composición de lugar imaginemos un río de aguas limpias y serenas, en medio de un lindo paisaje, enmarcado con árboles frondosos y arbustos floridos.

Junto a la margen del río, vemos a una aglomeración de personas vestidas como en la época de Jesús. Un rayo de sol intenso atraviesa las nubes blancas del cielo e incide sobre dos hombres que están de pie, dentro del agua rasa: Nuestro Señor y San Juan Bautista, que está bautizando al Cordero de Dios. En el mismo instante, vemos una bonita paloma blanca posar encima de la cabeza de Jesús.

Oración preparatoria:

Oh Virgen Santísima de Fátima, humildes y confiados pedimos que intercedáis por nosotros durante esta meditación sobre el Misterio del Bautismo de vuestro divino Hijo y nos alcancéis de Él las gracias que nos confirmen en la fe recibida cuando las aguas bautismales recayeron sobre nosotros, volviéndonos también hijos de Dios y, con Cristo, herederos de las glorias celestiales. Así sea.

Evangelio de San Lucas (3, 21-22)

Y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los cielos, bajó el Espíritu Santo sobre él con apariencia corporal semejante a una paloma y vino una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco”

I – DIVINIDAD Y HUMILDAD DE CRISTO

Tú eres mi Hijo, el amado, en ti me complazco”. En la fiesta del Bautismo de Jesús, hacen eco estas palabras solemnes. Ellas nos invitan a revivir el momento en que Jesús, bautizado por San Juan, sale de las aguas del río Jordán y Dios Padre lo presenta como a su Hijo unigénito, el Cordero que quita el pecado del mundo. Se oye una voz que proviene del cielo, mientras el Espíritu Santo, en forma de paloma, baja sobre Jesús, que da inicio público a su misión de salvación.

1- Los cielos se abren para Jesús revestido de nuestra humanidad

He aquí que el Señor viene a recibir el Bautismo y llega revestido de nuestra humanidad, ocultando su grandeza divina. Viene al encuentro de Juan como un simple hombre, sometido al pecado, inclinando la frente para ser bautizado por la mano del Bautista, quien, impresionado con tanta humildad, intenta rehusarse diciendo: “Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?” (Mt 3,14).

Al considerar la pregunta de San Juan y la actitud de Jesús, San Hipólito comenta: “Cuantos numerosos e importantes bienes hubiésemos perdido si el Señor tuviese cedido a la invitación de Juan y no hubiese recibido el Bautismo. Anteriormente, los cielos estaban cerrados y nuestra patria celestial era inaccesible. Después de haber descendido hasta el fondo, ya no podíamos volver a las alturas. Pero el Señor se limitó a recibir el bautismo: renovó al hombre viejo (cf Rm 6,6) y le confió de nuevo el cetro de la adopción divina; pues enseguida ‘los cielos se abrieron’, las realidades visibles se reconciliaron con las invisibles y lo que estaba oculto se reveló”.

2 – Se revelan la divinidad de Cristo y la Santísima Trinidad

Jesús sale de las aguas, elevando consigo al mundo que estaba sumergido y ve abrirse los cielos de par en par, que Adán había cerrado para sí y para su posteridad. Entonces se vio bajar a una paloma de lo alto, indicando tanto a Juan como al pueblo hebreo que Jesús era el Hijo de Dios. Y ¿por qué bajó el Espíritu Santo en forma de paloma? Porque —nos enseña San Juan Crisóstomo—, la paloma es mansa y pura, y el Espíritu es todo pureza y mansedumbre.

Con este acontecimiento, en el Bautismo de Cristo, se reveló, no sólo su filiación divina, sino toda la Santísima Trinidad: el Padre —la voz de lo alto— revela en Jesús el Hijo Unigénito, que le es consubstancial, y todo se cumple en virtud del Espíritu Santo que, bajo la forma de paloma, baja sobre Cristo, el Consagrado del Señor.

II – Lavó nuestros pecados en las aguas del Jordán

Sin duda, Jesús quiso recibir el Bautismo por humildad, rebajándose para ser bautizado por Juan. Santo Tomás de Aquino, considerando la conveniencia de esta misteriosa disposición del Redentor, enumera varias razones que la justifican

1- Santificó todas las aguas del universo

Entre esos motivos, uno de los más bonitos fue el deseo del Salvador de conferir a las aguas, en contacto con su Carne adorable, la capacidad de purificar, que es la virtud del Bautismo. Al dejar en las aguas del Jordán “la fragancia de su divinidad”, el Redentor santificó todas las aguas del universo, con vista de aquellos que más tarde recibirían el baño de la regeneración. De hecho, todo lo que Nuestro Señor Jesucristo tocaba, era tocado por el propio Dios.

Cristo no necesitaba ser bautizado, pues fue Él quien, inspirado por San Juan, había instituido este rito, pero “el bautismo tenía necesidad del poder de Jesús”. Quiso ser bautizado, entonces, “no para ser purificado, sino para purificar”,sumergiendo consigo, en el agua bautismal, a todo el viejo Adán. Debemos considerar que, si existiera una humanidad infinita con infinitos pecados, Jesús los habría cargado sobre sí, lavándolos en aquel momento en las aguas del Jordán.

2- Profunda confianza

La actitud divina del Salvador debe inspirarnos profunda confianza, pues, aunque seamos reos de culpa, “el don de Dios y el beneficio de la gracia obtenida por un solo hombre, Jesucristo, fueron concedidos copiosamente a todos” (Rm 5,15).

De hecho, siendo Jesús la Cabeza del Cuerpo Místico, las gracias parten de Él y son distribuidas para todos los miembros, a través de las manos misericordiosas de María Santísima. Por fin, con su Bautismo, quiso abrirnos un camino y estimularnos a comprender la importancia de este Sacramento.

3- La luz que nos ilumina en el Bautismo sea siempre brillante

Esa agua del Bautismo riega el paraíso, deleita la tierra, fecunda el mundo,

haciéndolo renacer, engendra al hombre para la vida. Fue en esta agua que Cristo quiso ser Bautizado y fue sobre ella que bajó el divino Espíritu, pondera San Hipólito. Y el mismo santo reclama: “Permaneced enteramente puros y purificaos siempre purificaos siempre más. Nada agrada tanto a Dios cuanto el arrepentimiento y la salvación de los hombres. Permaneciendo como luces perfectas delante de la gran luz, seréis inundados por el esplendor de esa luz que brilla en el cielo e iluminados con mayor pureza y fulgor por la Trinidad”.

Volvamos nuestros ojos para el interior de nuestros corazones y preguntémonos si hemos sido dignos hijos de Dios y si la luz de la gracia divina que nos iluminó en el Bautismo se mantiene viva y refulgente para aquellos con los cuales convivimos.

III –FUERZA REGENERADORA DE LA MISERICORDIA DIVINA

El Bautismo “es el esplendor de las almas, transformación de vida, es ayuda para nuestra fragilidad. El Bautismo es vehículo que conduce a Dios, apoyo de fe, perfección de la mente, llave del Reino de los Cielos, cambio de vida, destrucción de la esclavitud al pecado”, enseña San Gregoria Nacianceno.

1. Esperanza y santa alegría

La Fiesta del Bautismo del Señor nos debe cubrir de esperanza y de santa

alegría, por mostrarnos la fuerza regeneradora del perdón y de la misericordia divina, en la cual debemos confiar en cualquier circunstancia de nuestra vida. Por peor que pueda venir a ser nuestra situación, si sabemos tener fe y nos mentemos íntegros en el cumplimiento de los santos Mandamientos, nunca dejará de haber una solución para todo, pues “¡para Dios nada es imposible!” (Lc 1,37).

Seamos agradecidos a Nuestro Señor por todo cuanto realizó por nosotros.

Con el Bautismo, da inicio a su vida pública, que culminará en la Pasión, Muerte y Resurrección del Redentor, rescatando para siempre toda la humanidad pecadora.

Por los ruegos de María Santísima, pidamos a Nuestro Señor gracias en profusión,capaces de hacernos cruzar —al final de nuestra peregrinación terrena— las puertas del Cielo que nos franqueó en el esplendoroso día de su Bautismo.

2. Vivamos según el Espíritu

Tengamos presente también que, para ser merecedores de esas gracias,

debemos vivir del mejor modo posible nuestra condición de bautizados.

Recordemos que sobre cada uno de nosotros desciende el Espíritu Santo, con la profusión de sus dones celestiales. De esta inmensurable riqueza de dones, brota para nosotros una única tarea, que el Apóstol Pablo no se cansó de indicar a los primeros cristianos, con las palabras: “Caminad según el Espíritu y no realizaréis los deseos de la carne” (Gl, 5,16), es decir, vivid y actuad constantemente en el amor de Dios.

CONCLUSIÓN

Al concluir esta meditación, escuchemos una vez más en nuestras almas el eco de la voz venida del Cielo en el día del Bautismo de Cristo: “Tú eres mi Hijo, el amado, en ti me complazco”. Tengamos presente que esa misma perdilección divina, también nos fue asegurada en el momento en que las aguas bautismales recayeron sobre nosotros. Bautizados, nos hacemos hijos de Dios, partícipes del misterio de la muerte y resurrección del Señor, enriquecidos con el don de la fe e incorporados en el pueblo de la Nueva Alianza, que es la Santa Iglesia Católica.

Que la Santísima Virgen de Fátima nos alcance del Sagrado Corazón de Jesús la gracia de vivir santa y dignamente nuestra condición de bautizados, hermanos de Cristo y con Él, herederos de la gloria celestial. A Ella dirijamos nuestra confiante y filial súplica: Dios te salve, Reina y Madre…

Referencias bibliográficas

Basado en:

San Juan Pablo II, Homilías para la Fiesta del Bautismo del Señor, disponible en www.vaticano.va

Monsenhor João S. Clá Dias, Lo inédito sobre los Evangelios, Libreria Editrice Vaticana/Instituto Lumen Sapientiae, Città del Vaticano/São Paulo, 2013, vol. V, pp. 163 e ss.

Deje sus comentarios

Los Caballeros de la Virgen

“Caballeros de la Virgen” es una Fundación de inspiración católica que tiene como objetivo promover y difundir la devoción a la Santísima Virgen María y colaborar con la “La Nueva Evangelización” , la cual consiste en atraer los numerosos católicos no practicantes a una mayor comunión eclesial, la frecuencia de los sacramentos, la vida de piedad y a vivir la caridad cristiana en todos sus aspectos. Como la Iglesia Católica siempre lo ha enseñado, el principal medio utilizado es la vida de oración y la piedad, en particular la Devoción a Jesús en la Eucaristía y a su madre, la Santísima Virgen María, mediadora de las gracias divinas. Sus miembros llevan una intensa vida de oración individual y comunitaria y en ella se forman sus jóvenes aspirantes.

version mobile ->