Meditación Primer Sábado de enero de 2024. El Nacimiento del Niño Jesús

Publicado el 01/05/2024

Introducción

Realicemos la devoción del Primer Sábado en este inicio de 2024, contemplando el 3er Misterio Gozoso, El nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo en el Portal de Belén. Nos detendremos especialmente en la adoración de los Reyes Magos al Niño Dios. Llegados de Oriente, siguiendo la estrella que los guiaba, los Magos representan la humanidad entera, llamada a reunirse en torno a Jesús en la fe. En la Fiesta de la Epifanía evocamos la manifestación de la luz de la salvación que brilló para todos nosotros. Y en esta celebración, somos invitados a imitar el ejemplo de los Santos Reyes Magos, que recorrieron un largo camino, llenos de confianza y alegría, para adorar al Dios Encarnado.

Composición de lugar

Para nuestra composición de lugar, imaginemos el interior de una casa humilde, donde se encuentra el Niño Jesús, protegido en los brazos de María Santísima, y los dos observados atentamente por San José. Justo en la entrada de este recinto, aparecen los tres Reyes Magos que acaban de llegar de su largo viaje. Respetuosos y llenos de admiración, los santos peregrinos aproximándose, de rodillas ofrecen al Niño los ricos presentes que les trajeron de Oriente.

Oración preparatoria

Oh Virgen Santísima de Fátima, Madre de Cristo, en esta meditación deseamos entregaros nuestros pensamientos y propósitos, para que sirvan, junto con el oro, el incienso y la mirra de los Reyes Magos, de alabanza a Vos y de adoración al Divino Infante. Os rogamos nos obtengas gracias superabundantes para poder comprender mejor todo el significado de la Epifanía del Señor y recoger de ella los mejores frutos para nuestra santificación. Así sea.

Evangelio de San Lucas (2, 6-12)

Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo». Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro camino.

I – LLAMADO PARA LA FE Y LA SALVACIÓN

Jesús nace pobre, en un establo. Los Ángeles del cielo Lo reconocen por su rey, pero los hombres de la tierra lo dejan abandonado. Solo algunos pastores lo visitan. Sin embargo, el Salvador quiere comunicar a todos los hombres las gracias de la Redención. Por eso, comienza a manifestarse a los otros pueblos de la tierra, y no solo a los judíos, en medio de los cuales nació.

De donde el significado de la palabra epifanía, que quere decir manifestación. Jesús desea mostrarse como Mesías, para toda la humanidad, representada en los Magos que vinieron desde el Oriente a Belén.

1- Sin la Luz de Cristo que nos ilumine, ¿qué sería de nosotros?

Con esa intención, Dios envía a los tres Reyes la estrella que iluminará sus caminos hasta el local donde el Verbo Encarnado se encuentra. Allí, ellos conocerán y adorarán a su Salvador. Esta es la primera y mayor gracia que Jesús nos hace, en la persona de los magos: el llamado para la fe y la salvación.

Oh Salvador del mundo –digamos con San Alfonso–, ¿qué sería de nosotros si no vinieseis a iluminarnos? Seríamos semejantes a nuestros padres, que adoraban los animales y los ídolos de mármol y de madera, y nos condenaríamos todos. Os agradezco, hoy, en nombre de todos los hombres.

1. Inmensa felicidad al encontrar a Jesús

Sin duda, fue la gracia divina la que les dio coraje y ánimo en aquella peligrosa aventura a través de los desiertos hasta Belén. Y los Magos, ¿qué encontraron al llegar a la humilde casa sobre la cual se detuvo la estrella?

San Mateo responde: “vieron al Niño con María.” Encontraron a la modesta Virgen y a su Hijo, envuelto en pañales, sin que nadie les haga compañía aparte de San José. Y ahora ellos, los reyes de Oriente, allí están, reconociendo en aquel niño al Mesías prometido por las Escrituras. Al verlo, los reales peregrinos experimentan inmensa alegría. Sus corazones son cautivados por aquel bebé, por sus frágiles gestos, sus sonrisas, por la paja en que está recostado, por sus pobres vestiditos.

Todo les toca el alma y los llena de felicidad. El semblante feliz del Niño les demuestra el afecto con que los recibe, como las primeras conquistas de su obra redentora.

2. Imitemos a nuestros predecesores en la fe

Los santos Reyes después contemplan a María, que exulta con aquel acto de adoración que la humanidad, representada en los visitantes, presta a su Divino Hijo.

La Madre se recoge en silencio, pero su rostro, radiante, expresa su gratitud a aquellos primeros frutos de la gracia regeneradora de Jesús. Consideremos cómo los Magos, también en respetuoso silencio, adoran a su Soberano y Salvador, prestándole homenajes como a su Dios, le besan los piecitos y ofrecen los presentes que le trajeron: oro, incienso y mirra.

Imitemos a nuestros predecesores en la fe; como y con ellos, adoremos a nuestro pequeño Rey Jesús y ofrezcámosle todo nuestro corazón. Depositemos a sus pies el oro de nuestro amor puro por Dios, desapegado de las cosas terrenas; el incienso de nuestra alabanza y nuestra oración confiada y humilde, desapegados de nuestros egoísmos; y la mirra de la mortificación de nuestras pasiones desarregladas y de todo lo que en nosotros le pueda desagradar.

III – MARÍA Y LA SANTA IGLESIA, ESTRELLAS QUE NOS CONDUCEN A CRISTO

Los Magos siguieron la estrella sin dudar, porque su fe era firme. No retrocedieron delante de las dificultades de su largo viaje. Tampoco dejaron para después, porque tenían el alma decidida. Perseveraron con alegría en su camino, incluso cuando la estrella se ocultaba a sus ojos. Siempre estuvieron a la búsqueda del Niño. Y se llenaron de alegría cuando la estrella volvió a brillar o los condujo al local donde Jesús estaba.

1. Sigamos la estrella que hoy brilla para nosotros

Nosotros también tenemos una estrella que nos guía en dirección a Nuestro Señor Jesucristo: la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana. En cuanto distribuidora de los Sacramentos, promotora de la santificación y dispensadora de todas las gracias, la Iglesia hace el papel de estrella delante de nuestros ojos, a través del esplendor de su liturgia, de la infalibilidad de su doctrina, de la santidad de sus obras, invitándonos a obedecer a la voz del Espíritu Santo que habla en nuestro interior.

Por lo tanto, esta estrella es para nosotros la alegría de la existencia, la seguridad y la certeza de nuestros pasos, la sustentación de nuestro entusiasmo y del amor a Dios. Sigamos a esa estrella con fe firme y alma decidida, pues ella es la garantía de una eternidad feliz. Quien a ella se abraza, habrá conquistado la salvación; quien se separa de ella, seguirá por otros caminos y no llegará a la Belén eterna, donde está aquel Niño, ahora sí, glorioso y resplandeciente por los siglos de los siglos.

2. Con el auxilio de María, seamos también estrella para el prójimo.

Recordemos, no obstante, otra estrella de brillo inextinguible, que siempre reluce delante de nosotros en medio a las incertidumbres de esta vida terrena.

Recordemos a María Santísima, la inmaculada Estrella de la Mañana, que igualmente guía nuestros pasos rumbo a su divino Hijo. Pidamos que Ella nos conduzca siempre por el camino del bien y de la verdad, en dirección a nuestra patria celestial. Y, con su auxilio, seamos también nosotros estrellas que indiquen a nuestro prójimo el camino por donde llegar al Mesías Salvador.

ORACIÓN FINAL

Oh Virgen Santa, que acogisteis a los piadosos Magos con tanto afecto y los presentasteis a vuestro Divino Hijo; dignaos también acogerme y presentarme favorablemente a Jesús. Madre Santísima, tengo mucha confianza en vuestra intercesión.

Recomiéndame a mi Salvador y obtenedme la gracia de que, así como los Magos siguieron el brillo de la estrella que los llevaron al Redentor nacido en Belén, nosotros siempre sigamos la luz que irradia de la Iglesia y de vuestro Inmaculado Corazón que nos conducen a Jesús. Así sea.

Dios te salve, Reina y Madre…

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Los Caballeros de la Virgen

“Caballeros de la Virgen” es una Fundación de inspiración católica que tiene como objetivo promover y difundir la devoción a la Santísima Virgen María y colaborar con la “La Nueva Evangelización” , la cual consiste en atraer los numerosos católicos no practicantes a una mayor comunión eclesial, la frecuencia de los sacramentos, la vida de piedad y a vivir la caridad cristiana en todos sus aspectos. Como la Iglesia Católica siempre lo ha enseñado, el principal medio utilizado es la vida de oración y la piedad, en particular la Devoción a Jesús en la Eucaristía y a su madre, la Santísima Virgen María, mediadora de las gracias divinas. Sus miembros llevan una intensa vida de oración individual y comunitaria y en ella se forman sus jóvenes aspirantes.

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