Meditación Primer Sábado de octubre de 2023. El Niño Jesús perdido y hallado en el Templo

Publicado el 10/06/2023

Cumpliendo con nuestra devoción reparadora de los Primeros Sábados, vamos a meditar el 5o Misterio Gozoso: El Niño Jesús perdido y hallado en el templo discutiendo con los doctores. Tenemos que tener presente hay momentos de nuestra vida espiritual con que también nosotros “perdemos al Niño Jesús”. Con o sin culpa, la gracia sensible puede desaparecer. Para reencontrarla sin demora, debemos buscarla por medio de la ayuda de María Santísima, que nos guiará por el camino que nos lleve de vuelta al Salvador.

Composición de lugar:

Hagamos nuestra composición de lugar imaginando un salón del Templo de Jerusalén en la época del Niño Jesús, con altas columnas, arcos y bancos de piedra donde se sientan varios doctores de la Ley, vestidos con sus largas túnicas. Admirados, miran para el Niño Jesús que se encuentra sentado en el centro del salón, respondiendo a todos. Vemos a muchas personas del pueblo, detrás de los doctores, que acompañan la escena. Todos ellos también admirados. De en medio de estos, aparecen Nuestra Señora y San José, sorprendidos y aliviados por encontrar al Hijo de Dios.

Oración preparatoria:

Oh Madre y Señora de Fátima, al iniciar esta meditación nos volvemos hacia Vos, suplicándoos bendiciones y luces espirituales para considerar bien el Misterio de la pérdida y hallazgo de vuestro Divino Hijo en Jerusalén. Alcanzadnos de Él las gracias necesarias para recoger los frutos que este Misterio nos ofrece, alimentando en nosotros la certeza de que, con vuestro amparo, oh Madre, siempre Lo encontraremos de vuelta en nuestra vida espiritual, por más que de Él nos apartemos. Así sea.

Evangelio de San Lucas (2, 46-49)

Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas.Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados». Él les contestó: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?».”

I – ALEGRÍA EN DAR GLORIA A DIOS

Habiendo cumplido 12 años de edad, Jesús estaba obligado a cumplir los preceptos de la Ley mosaica, entre los cuales estaba el de comparecer al Templo de Jerusalén por ocasión de la Pascua judía. En el momento de volver para casa, Jesús se separa de Nuestra Señora y de San José, permaneciendo por tres días solito en Jerusalén.

1- La alegría del Niño Jesús en Jerusalén

Consideremos, antes de nada, la alegría del Niño Jesús al cumplir el mandamiento de la Ley y su alegría al ver el cordero, símbolo de Si mismo, siendo ofrecido al Padre en el Templo. Podemos suponer que, en el espíritu de Él, podría venir la idea que, al redimir el género humano por el sacrificio cruento en la Cruz, haría realidad esa inmolación simbólica. Muy probablemente caminó por Jerusalén y miró con ojos humanos los lugares en los cuales iría a padecer, y tuvo un rapto de amor semejante a aquel “Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros” (Lc 22, 15) que manifestaría en la Última Cena.

2- Ocupado con las cosas del Padre Celestial

En definitiva, cómo comenta San Alfonso María de Ligorio, el Niño Jesús ocupó aquellos tres días en promover la gloria de su Padre Eterno con las oraciones, vigilias y ayunos, y en asistir a los sacrificios que eran figuras de su propio sacrificio en la Cruz. Por otro lado, no obstante, el Niño Jesús tuviese toda la protección del Cielo durante ese período, no se puede dejar de pensar, cómo dice San Bernardo, que no tenía comestibles ni lugar para dormir. Para comer alguna cosa, fue preciso que pidiese limosna y para descansar, no tuviese sino la tierra desnuda.

Sin embargo, esta privación en nada Lo perturbó, cómo tampoco le afligió el hecho de estar lejos de Santa María y de San José. Aquellos tres días fueron llenos de alegría, pues estaba ocupándose de las cosas de su Padre Celestial.

Nosotros también, a ejemplo del Niño Jesús, debemos esforzarnos para que nuestra mayor felicidad sea la de servir y glorificar a dios, mismo en medio a nuestras probaciones y sacrificios. Siguiendo los pasos del Divino Infante, debemos abandonar todo — inclusive parientes y amigos si necesario – para promover la gloria de Dios.

II- CONFIAR EN LOS DESIGNIOS QUE DIOS TIENE PARA NOSOTROS

Cuando María y José se dieron cuenta que Jesús no estaba con ellos, se afligieron y retornaron inmediatamente a la ciudad. Lo encuentran al tercer día en el templo, discutiendo con los doctores, que estaban admirados de las preguntas y respuestas de aquel niño extraordinario.

1. El dolor de quien juzga haber perdido a Dios por su propia culpa

Para el alma que hace de Dios el objeto de todo su amor, no hay aflicción mayor en esta Tierra que el temor de haberle ofendido y alejado de Él por alguna imperfección o falta cometida. Fue exactamente este el dolor de María y José en esos días, pues su humildad les hacía pensar que se volvieron indignos de estar en compañía del Hijo de Dios y tenerlo bajo su guardia. Y esto los dejaba en gran desolación. Durante aquellos tres días, — comenta San Alfonso – María y José no dormían un solo instante y buscando al Hijo amado, no paraban de llorar.

Por eso, al encontrarse nuevamente María con su Hijo, le externa su dolor con una pregunta: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados. Él les contestó: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?»

2. La misión divina encima de los lazos de sangre

En su pregunta, en que bien transparece la preocupación de madre en relación al hijo, la Virgen María toma en consideración la naturaleza humana de Jesús. Y Él, respondiendo por medio de otra pregunta, llama la atención para la naturaleza divina. Se puede conjeturar por esta respuesta, el Niño Jesús haber instruido a Nuestra Señora a respecto de cómo debería cumplir la voluntad del Padre. Y cómo ese llamado divino superaba cualquier lazo de sangre. Jesús quiso decir a sus padres terrenos que su misión divina estaba encima de los vínculos familiares.

¿Estaría Jesús reprobando, con esta respuesta, a María y José por colocarse cómo sus padres? San Beda hace un inspirado comentario: “No los reprende porque lo buscan cómo hijo, mas les hace levantar los ojos del alma para ver lo que Jesús debe a Aquel de quien es el Hijo eterno”. Jesucristo tenía la misión de cumplir y quería que sus padres terrenos comprendiesen que todo debía subordinarse al Padre Celestial.

3. Entender la voluntad de Dios, con confianza

En el primer momento, María no entendió las palabras de su Hijo, pero sabía que había una lección por detrás de ese episodio. Esta debe ser nuestra actitud en relación a todo cuanto nos trasciende y que por ventura no consigamos entender en nuestra vida espiritual. Con paz y confianza, guardar los acontecimientos en el corazón y reflexionar sobre a lo largo del tiempo. Más temprano, más tarde, el Espíritu Santo nos hará comprender todo, en la medida en que esto fuese útil para nuestra santificación y el cumplimiento de nuestra misión.

III – CUANDO “PERDIMOS A JESÚS, ¡EL SOCORRO DE MARÍA!

Consideremos, de otro lado, la alegría de María y de José cuando encontraron al Niño Jesús y supieron que la pérdida no fue ocasionada por culpa de ellos sino por causa del celo que animaba el corazón de Jesús por la gloria del Padre. Quedaron admirados al encontrar al Niño cumpliendo su misión apenas alcanzada la mayoría de edad y al presenciar la manifestación que daba de sí mismo.

1. Cuando la gracia sensible se aleja de nosotros, no rebelarse

María y José dan aquí un ejemplo de cómo debemos comportarnos cuando la gracia sensible se aleja de nosotros. Antes de más nada, evitar cualquier actitud de rebeldía: si sucedió, fue porque Dios quiso. Son los contratiempos de la vida, los dramas, las dificultades que la Providencia permite que unirnos más a Ella.

Aceptemos todo con el mismo estado de espíritu de los padres de Jesús. Y cuando reveamos a Nuestro Señor, tendremos también el premio de la admiración.

En la pregunta hecha por Nuestra Señora, no se nota una manifestación de queja. Con su consciencia rectísima, demuestra aflicción y perplejidad, deseando una explicación para así mejor servir a Dios. Esta debe ser también nuestra actitud, resignada y amorosa, frente a los problemas que enfrentamos a lo largo de la vida.

2. Buscar a Jesús en el Santísimo Sacramento

Sin duda, habrá momentos en los cuales tendremos la sensación de “haber perdido al Niño Jesús”, es decir, con o sin culpa nuestra, la consolación espiritual desaparece y nos sentimos desamparados. ¿Qué hacer cuando percibimos que estamos sin gracias sensibles, sin aquello que nos daba ánimo y apoyo para practicar la virtud?

Este pasaje del Evangelio nos enseña a imitar a María y a José: ir atrás del Niño Jesús, es decir, ponerse a la busca de la gracia sensible, cuando ésta se retira.

Cuando estuviésemos afligidos, en la aridez, debemos buscar a Jesús en el Santísimo Sacramento.

No hay nada, absolutamente nada de lo necesario para nuestra santificación que, pidiendo a Jesús Eucarístico, no terminemos de obtener.

3. Buscar a Jesús por medio de María

Busquemos a Jesús, sí, pero no olvidemos de hacerlos por medio de María,

Madre suya y nuestra.

Cómo en aquellos días en Jerusalén, en que la divina Madre no descansó un solo instante, hasta reencontrar a su Hijo, tesoro de su alma, así María nos socorre hoy, cuando la gracia sensible de Dios se eclipsa, para siempre encontrarla de vuelta.

La Virgen María jamás nos abandonará en nuestra búsqueda de la santificación y en nuestros pasos hacia el cumplimiento de nuestra vocación

cristiana. Siempre nos ayudará a volvernos a Jesús presente en la Eucaristía, a alcanzarnos el perdón de Dios cuando lo ofendamos, a esforzarnos en la práctica de la virtud. En fin, Ella siempre nos auxiliará para “estar en las cosas de mi Padre”.

SÚPLICA FINAL

Pidamos a Nuestra Señora de Fátima y gloriosa Auxiliadora de los Cristianos, que interceda por nosotros a su Divino Hijo y nos alcance la gracia de nunca perderlo en nuestro corazón.

Y cuando la consolación nos faltar, cuando por alguna flaqueza lo perdamos, sepamos imitarlo e implorar su asistencia para buscar a Jesús con humildad y llenos de confianza, ciertos que Él se dejará encontrar por cada uno de nosotros.

Dios te salve, Reina y Madre…

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Los Caballeros de la Virgen

“Caballeros de la Virgen” es una Fundación de inspiración católica que tiene como objetivo promover y difundir la devoción a la Santísima Virgen María y colaborar con la “La Nueva Evangelización” , la cual consiste en atraer los numerosos católicos no practicantes a una mayor comunión eclesial, la frecuencia de los sacramentos, la vida de piedad y a vivir la caridad cristiana en todos sus aspectos. Como la Iglesia Católica siempre lo ha enseñado, el principal medio utilizado es la vida de oración y la piedad, en particular la Devoción a Jesús en la Eucaristía y a su madre, la Santísima Virgen María, mediadora de las gracias divinas. Sus miembros llevan una intensa vida de oración individual y comunitaria y en ella se forman sus jóvenes aspirantes.

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