Meditación Primer Sábado del mes de octubre de 2024. 2o Misterio luminoso – la autorrevelación de Jesús en las bodas de Caná

Publicado el 10/05/2024


Introducción:

Hoy meditaremos el 2do Misterio Luminoso del Santo Rosario –La autorrevelación de Jesús en las Bodas de Caná– para cumplir con el pedido de la Comunión Reparadora del Primer Sábado hecho por la Virgen Santísima en Fátima. Tendremos en vista de modo particular la Fiesta de Nuestra Señora del Rosario, que se celebra el próximo día 7.
Cuando faltó el vino en las bodas de Caná, la Madre de Dios intervino en favor de los novios y, ante sus súplicas, Jesús realiza su primer milagro público. Fue el inicio de la incansable intercesión con la que María protege a sus hijos y devotos a lo largo de los tiempos.

Composición de lugar:

Imaginemos un salón en la época de Jesús, donde se realiza una fiesta de matrimonio. En el centro de la mesa están sentados los novios. Alrededor, todos los invitados, manifiestamente contentos por la ocasión. Al lado, en otra sala, vemos a Nuestra Señora, Nuestro Señor y personal de servicio, junto a seis grandes tinajas de piedra. Nuestra Señora gesticula cariñosamente para su Hijo y éste la mira con ternura y respeto. Jesús se vuelve a los sirvientes y les pide que llenen las tinajas con agua. Enseguida, las bendice y de ellas es retirado un vino precioso.

Oración preparatoria:

¡Oh Madre de Dios y nuestra, que en Fátima aparecisteis vistiendo el hábito del Carmen, sabemos que vuestra maternal misericordia os llevó a interceder ante vuestro divino Hijo por los novios de Caná. Con vuestra solicitud, protegednos también a nosotros y alcanzadnos de Dios las gracias necesarias para obtener los mejores frutos espirituales de esta meditación, donde contemplaremos vuestro glorioso papel de patrona y abogada nuestra en todas las circunstancias de nuestra vida. Así sea.

Evangelio de San Juan (2, 1 e ss)

“A los tres días, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. 2 Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.


3 Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: «No tienen vino». 4 Jesús le dice: «Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora» [*]. 5 Su madre dice a los sirvientes: «Haced lo que él os diga». 6 Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. 7 Jesús les dice: «Llenad las tinajas de agua». Y las llenaron hasta arriba. 8 Entonces les dice: «Sacad ahora y llevadlo al mayordomo».”

I –JESÚS SANTIFICA EL CASAMIENTO

Las Bodas de Caná celebraban un típico matrimonio judío de aquella época. Las festividades se extendían por siete días, con banquetes y conmemoraciones donde el vino tenía un importante papel, significando la alegría y el afecto con que los novios recibían a sus invitados. Aquella celebración, sin embargo, adquirió mayor relevancia por la presencia de Jesús y de su Madre, convirtiéndose en el escenario donde el Maestro realizaría su primer milagro.

1- El matrimonio elevado a Sacramento

Jesús llega al lugar con María y los apóstoles, como invitados especiales. Pero había una razón superior para que el Hijo de Dios se presentara en aquel ambiente donde realizaría su primer milagro: su presencia en las bodas de Caná es un prenuncio de la elevación del matrimonio, institución humana, a la dignidad de sacramento. Así, Nuestro Señor quiso santificar el matrimonio, sabiendo que éste es la base de la sociedad humana.

Un árbol será fuerte y frondoso en la medida que tenga buena raíz, pues si no fuese así, el viento lo derriba. Por lo tanto, para que resista a las intemperies, es preciso que esté bien arraigado en el suelo. Ahora bien, la sociedad también tiene una raíz, tiene sus fundamentos en la familia, constituida a partir del matrimonio legítimo e indisoluble, revestido de la dignidad sacramental que Dios le confirió.

2- Vino de la gracia divina y del amor de Dios

La importancia de este sacramento fue confirmada no solo por la presencia de Cristo en las bodas de Caná, sino también por su primer milagro realizado allí en beneficio de los dueños de la fiesta. Las seis tinajas de purificación estaban vacías, para simbolizar la vieja humanidad, esclava todavía del pecado original y carente de la gracia divina. Nuestro Señor les manda llenar de agua nueva y la transforma en vino: el vino de la gracia santificante que Jesucristo trajo al mundo con la Redención, el vino del amor a Dios renovado en las almas purificadas en su preciosísima Sangre.

Esa misma gracia santificante, ese mismo amor a Dios renovado, deben ser la guía del matrimonio católico, la fortaleza del vínculo que une a los cónyuges, el alimento constante que mantiene unida a la familia y la hace la fecunda base de la sociedad humana.

¿Las “tinajas de nuestra vida doméstica” estarán llenas de este precioso vino de la gracia santificante y del creciente amor a Dios, con los cuales correspondemos a nuestra vocación cristiana como individuos y como familia? ¡Ojalá que sí!

II –LA INTERCESIÓN DE NUESTRA SEÑORA

Las bodas de Caná nos revelan además otra rica e importante verdad: el papel de la Virgen María como intercesora y abogada nuestra, especialmente cuando más necesitamos de la ayuda del Cielo. La escena es conocida: en determinado momento de la fiesta, se acaba el vino. La falta de bebida sería un gran trastorno y probablemente determinaría el fin de las celebraciones, transformando la alegría de los esposos en vergüenza y disgusto.

1- María interviene y “anticipa” la hora de Jesús

Percibiendo lo crítico de la situación, Nuestra Señora, con extraordinaria solicitud, decidió ayudar. Ella hace suyo el problema, lo asume con sensibilidad maternal, con un interés impregnado de corazón. Y no duda en hablar confiadamente a Jesús: “Ellos no tienen más vino”. La respuesta de Jesús al pedido de su Madre no demora. Bajo la mirada sonriente de María, Cristo manda a los servidores que llenen los seis grandes recipientes de piedra con agua. Les ordena después que saquen el agua, ya convertida en vino, y se la presenten al mayordomo, quien queda estupefacto al constatar que los esposos habían guardado el mejor vino hasta aquel momento.

Es claro el mensaje del texto sagrado, que nos muestra cómo Jesús, por intercesión de Nuestra Señora, “anticipó” el inicio de sus milagros públicos, que son los signos de su divinidad y de la veracidad de su doctrina e hicieron que los discípulos creyeran en Él.

2- Madre atenta a las necesidades de los hijos

Al comentar esta escena, San Juan Pablo II observa que Nuestra Señora se coloca entre su Hijo y los hombres en la realidad de sus privaciones, de sus indigencias, de sus sufrimientos. O sea, Ella se hace mediadora, no como extraña, sino en su posición de Madre, consciente que, como tal, puede, o mejor, “tiene el derecho de” hacer presente a su Hijo las necesidades de los hombres. Todavía más: como Madre, desea también que se manifieste el poder salvador del Hijo, que se destina a socorrer las desventuras humanas, a liberar al hombre del mal que, bajo diversas formas y diversas proporciones, le hace sentir el peso en su vida.
En el gesto de María en Caná vemos cuánto Nuestra Señora se preocupa con sus hijos y cuánto su atención está dirigida para cada uno de nosotros. Ella viene a nuestro encuentro para socorrernos, ampararnos, protegernos y auxiliarnos, manifestando de esta forma cuánto Ella es verdaderamente Madre bonísima, siempre atenta a las necesidades espirituales y materiales de los hombres.

3- Una intercesora querida por Dios

El milagro de las bodas de Caná también nos deja patente la disposición de Jesús de acoger todos nuestros pedidos que le llegan por intermedio de la solicitud materna de María. Todavía según San Juan Pablo II, en este hecho del Evangelio, Jesús expresa con sus actos —más elocuentes que las palabras—, que, en la realización de su obra salvadora a favor de los hombres, desea que ocupe un lugar de destaque la mediación maternal de su Madre. No era necesario que fuese así, pero Dios quiso que así fuera.

Tal es la verdad de la mediación universal de María Santísima, enseñada por todos los santos y teólogos a lo largo de los siglos, como San Bernardo de Claraval, para quien María es el acueducto que, recibiendo la plenitud de las gracias en la propia fuente del corazón de Dios, la distribuye y la hace accesible a todos los hombres.

Entonces, ¿cómo no ser fiel y profundamente devotos de esta Madre indeciblemente bondadosa, de esta Intercesora omnipotente que nos fue dada por el mismo Jesús, a la cual debemos siempre recurrir en todas nuestras necesidades? ¿Cómo nos hemos comportado en esta disposición filial en relación a Ella? ¿Su nombre está continuamente en nuestros labios, para alabarla, para agradecerle, para aclamarla cuando necesitamos del socorro del Cielo?

III – NUESTRO ÚNICO PROGRAMA DE VIDA

Con razón, algunos autores observan que en el hecho de las bodas de Caná se encuentran las únicas palabras dirigidas por María a los hombres, que el Evangelio registra: Haced todo lo que Él os diga. O sea, volviéndose a nosotros, Ella nos manda mirar a Cristo, oírlo, obedecerlo en todo lo que nos diga y mande hacer.

1- El fundamento sólido donde apoyar nuestra vida

“Haced todo lo que Él os diga”. Esta pequeña frase, comenta San Juan Pablo II, contiene todo el programa de vida de María realizó junto a su Hijo y que Ella nos enseña en la contemplación de este Misterio. Es el programa de una vida que se apoya en el fundamento sólido que se llama Jesús.

El mundo en que vivimos atraviesa momentos de crisis. Una de las más peligrosas, afirma el Pontífice, es la pérdida del sentido de la vida, que lleva a muchos de nuestros contemporáneos a preguntar qué hacer para que su existencia no se hunda en el vacío, en la tristeza y en la desesperación. A fin de cuentas, ¿cómo debemos comportarnos en las situaciones complejas y difíciles que se nos presentan en lo cotidiano, en nuestra vida personal, en el matrimonio, en la familia, en el trabajo, en el estudio, en nuestros dilemas espirituales y morales? ¿Qué hacer para dar sentido a nuestra vida?

2. Confiar en Jesús, por los ruegos de María

Sí, responde el Papa, queremos tener una vida sobre cimientos sólidos, capaz de resistir a las adversidades. Hoy, entonces, la Virgen Santísima y humilde sierva del Señor, la solicita Madre de las bodas de Caná, es quien nos muestra a su Hijo diciendo: “Haced todo lo que Él os diga”. Escuchar a Jesús, obedecerle y a sus mandamientos, confiar en Él, por los ruegos y súplicas de María, este es el único programa de vida que nos lleva a la realización plena y a la felicidad. Esta es la única fuente que da un sentido profundo a nuestra vida.

Dejémonos, por lo tanto, ser conducidos por las misericordiosas manos de la Madre hasta su Divino Hijo. Seamos amorosos y fieles devotos de Aquella que solamente desea nuestro bien y nos quiere proporcionar en abundancia, como en las bodas de Caná, el precioso vino de la gracia santificante de Dios.

CONCLUSIÓN

El sentido de la mediación de María es llevar las almas para Cristo, mover los corazones de los hombres para adherir a la voluntad de Cristo y a “hacerla” de hecho, como Ella expresó en Cana: “Haced lo que Él os diga”.

Por eso, la devoción a María Santísima no sólo no aparta o desvía las almas de la unión con Cristo Jesús, sino que la facilita de modo único y superior, haciéndola más accesible y más suave, y también más eficaz. Como afirma San Luis Grignion de Montfort, nuestra alma sólo encontrará a Dios en María. Sólo Dios habita en Ella y, lejos de retener el alma para sí, Ella, por el contrario, la empuja para Dios y la une a Él.

Y nuevamente San Bernardo nos asevera que, como sólo por medio de Jesucristo tenemos acceso junto al Padre Eterno, igualmente sólo por medio de María tenemos acceso junto a Jesucristo. Él nos atiende, nos oye y nos recibe por medio de María, porque por medio de María Él nos fue dado en Belén.

Pidamos entonces a Nuestra Señora que tenga continuamente vueltos hacia nosotros sus ojos misericordiosos, acompañándonos en todos los momentos con su materna protección. Supliquemos a Ella con fervor:
Dios te salve, Reina y Madre…

 

Referencias bibliográficas

Basado en:
São João Paulo II, Mensagem para a III Jornada Mundial da Juventude, dezembro de 1987.
Mons. João S. Clá Dias, Meditação do Segundo Mistério Luminoso, www.joaocladias.org.br, 2008.
MONSENHOR JOÃO CLÁ DIAS, Comentário ao Evangelho da Festa da Exaltação da Santa Cruz, Revista Arautos do Evangelho nº 153, Setembro de 2014.

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