Desde que llegó a Genazzano el santo fresco permanece inexplicablemente suspendido en el aire junto a una de las paredes de la iglesia sin, no obstante, apoyarse en ella. Así lo relatan los principales historiadores del santuario.
Fr. Ángelo María De Orgio, OSA, escribe en el siglo XVII: “La celeste pintura estaba sustentada por virtud divina a un dedo de la pared, suspendida, sin estar pegada en ella; y éste es un milagro tanto más espléndido
si consideramos que la referida imagen está pintada con vivos colores sobre una fina capa de yeso, con la que destacó por sí misma de la iglesia de Scutari, en Albania, así como por el hecho comprobado mediante la experiencia y observaciones realizadas, según lo cual, al tocar en la santa imagen ésta cede”.
En el siglo siguiente, el P. Ra‐ fael Buonanno recuerda, como hemos visto, el “continuo prodigio de encontrarnos hoy a la imagen en el mismo sitio y del mismo modo como fue dejada ahí por la nube el día de su aparición […]. Se posó a poca altura del suelo, y a un dedo aproximadamente de distancia de la nueva y ruda pared de la capilla de San Blas, y allí se quedó suspendida sin apoyo alguno”.
Y Mons. George F. Dillon considera absolutamente cierto, tras apurado análisis, “1o, que la santa imagen nunca salió de la posición que tan milagrosamente eligió; y 2o que todos los que la han examinado a lo largo de los siglos atestiguaron que la consideraban completamente aislada, sin ningún tipo de soporte”.
Gran devoto de la Madre del Buen Consejo
San Alfonso María de Ligorio, obispo y doctor de la Iglesia, estimaba como su mayor tesoro una estampa de la Madre del Buen Consejo que, sobre la mesa de trabajo, presidió su ingente obra de más de cien libros que trataban de delicadas cuestiones teológicas y morales.
Cuenta el P. Dillon que sus hijas espirituales, a las cuales San Alfonso dirigió durante mucho tiempo por las vías de la perfección, le pidieron algún recuerdo cuando supieron que se marchaba para siempre, y él les envió su querida estampa con este mensaje: “Os dejo mi corazón”.
Reproducciones que obran milagros
Poco después de los primeros prodigios obrados por la Madre del Buen Consejo en Genazzano, se multiplicaron las copias del fresco, las cuales también son motivo de hechos extraordinarios.
En 1796, una hermosa réplica de la imagen de Genazzano venerada en el oratorio particular de la familia Ciceroni, en Frosinone, cerró y abrió los párpados y movió claramente los ojos en varias direcciones. El fenómeno duró seis meses. En la iglesia Colegiata de San Isidro, antigua catedral de Madrid, un cuadro de Nuestra Señora del Buen Consejo habló con voz humana, en diferentes ocasiones, a San Luis Gonzaga aconsejándole que entrara en la Compañía de Jesús. Y en São Paulo, Brasil, el P. José de Campos Lara, SJ, recibió de manos de un joven desconocido un bonito cuadro de dicha advocación y le pidió que lo llevase al futuro colegio que la Compañía fundaría allí.
Tomado de la Revista Heraldos del Evangelio nº 153, abril de 2016; pp 22;21