Misión profética de los tres arcángeles

Publicado el 09/29/2023

San Gabriel, San Rafael y San Miguel forman un unum. Según el matiz de nuestra actividad apostólica, nos beneficiamos más por uno o por otro, haciéndonos eficaces en la acción, terribles en el combate y, a veces, sintiéndonos tan invitados a la meditación que tenemos la sensación de que existimos solo para ella. Es una especie de síntesis de los tres Arcángeles.

Plinio Corrêa de Oliveira

En la vida del ser humano es posible distinguir tres aspectos: contemplación, lucha y acción. Distingo la acción de la lucha en el siguiente sentido: la acción tiene como finalidad principal la construcción; Ella, per accidens, derriba los obstáculos que encuentra en el camino. La lucha es el derrocamiento de algo que no debería estar de pie.

San Gabriel: el Arcángel de la contemplación

San Gabriel – Museo de la Catedral de Murcia. España

¿Esto tiene una afinidad en el mundo angélico? Para encontrar la respuesta a esta pregunta, consideremos lo siguiente:

Cuando el Divino Espíritu Santo invitó a Nuestra Señora a ser su Esposa el día de la Anunciación, envió un mensajero para esta misión. Pero sería contrario a todo orden celestial de las cosas imaginar que este mensajero emprendiera esa misión sin tener alguna semejanza con el mensaje que llevaba.

Puedo, por ejemplo, enviar un mensaje de alta nobleza y significado a través de un portador cualquiera que encuentre al alcance, diciendo: “Llegas allí, entregas el mensaje y pides un protocolo que lo certifique”.

Pero en el orden angélico esto no es así. San Gabriel debería representar para Nuestra Señora al Divino Espíritu Santo magníficamente, de tal manera que fuera la propia figura del Esposo invitándola. Por lo tanto, necesita ser visto como el Arcángel de la contemplación, del fuego que hace inflamar el alma con el Espíritu Paráclito.

Si no fuera así, San Gabriel no sería un mensajero, sino un portador de mensajes. Él tiene que ser la imagen del mensaje que lleva. Por allí podemos ver lo que sintió Nuestra Señora cuando vio al Arcángel San Gabriel.

Se entiende así que apenas la Santísima Virgen dijo “sí”, el Espíritu Santo se haya unido a Ella. El Divino Paráclito preparó su alma para ver cara a cara el “Original”, el Arquetipo, del cual San Gabriel no era más que un tipo. Claro está que el Espíritu Santo es infinitamente más que un arquetipo, es el Creador. Pero se podría concebir esta relación a la manera de un arquetipo.

En esta concepción, el Arcángel San Gabriel es quien nos trae el lumen, nos invita al recogimiento, a la oración, para sentir el sabor de las cosas celestiales y el desprecio de las cosas terrenales, que es una gracia insigne del Espíritu Santo.

Agilidad diplomática de San Rafael

Encuentro de Tobías con San Rafael – Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona

El único pasaje en la Biblia donde se describen las acciones de San Rafael es el episodio narrado en el Libro de Tobías. Por lo que recuerdo de la narración, Tobit, el padre de Tobías, habiendo quedado ciego accidentalmente, se empobreció al punto de necesitar del trabajo de su esposa para sustentarse.

Se ve que Tobías era un joven casto, recto, serio, alegría de su padre. En un momento dado, Tobit decidió enviar a Tobías a una ciudad donde vivía un pariente suyo para cobrar una deuda, ya que eso les ayudaría en aquella situación.

Tobías emprende su camino y aparece un compañero que era el Arcángel San Rafael. En cierto momento durante el viaje, llegan a un río y aparece un misterioso pez que ataca a Tobías. Entonces, bajo la orientación del Ángel, Tobías agarra y mata el pez. San Rafael le enseña a abrirlo y a sacarle un cierto aceite que curaría la ceguera de Tobit.

Al llegar a la ciudad, encuentra a un pariente, un hombre rico e influyente, cuya hija era hermosa. Siete hombres habían querido casarse con ella, pero movidos por la sensualidad. Resulta que Dios no permitía que un hombre sensual se casara con esa joven. Por eso, todos sus maridos habían muerto, y enviudó siete veces sin ser tocada por ningún hombre, porque no aparecía el varón casto que debería desposarla.

Tobías se presenta y, con el consentimiento del padre de la joven, se casan. Luego, acompañado por su esposa, regresa junto a Tobit.

Cuando Tobías estaba fuera de peligro, ya en la casa de su padre, el compañero de viaje anunció que era San Rafael, uno de los siete espíritus que asisten en presencia del Altísimo, y desapareció.

Noten cómo las dificultades de Tobías no eran situaciones de guerra, sino problemas de acción. Su padre es pobre y Tobías tiene una deuda que cobrar, un viaje arriesgado por hacer, una mujer joven para casarse, una vida para arreglar; por la intervención del Ángel, estas actividades se solucionan en cadena.

En la acción entra la agilidad diplomática, la continuidad, todo lo que representa la operación a través de situaciones inciertas. San Rafael es también el protector en estas circunstancias, porque se ve que Tobías fue sometido a todo tipo de vicisitudes hasta que la situación de su familia se regularizó, tuvo que actuar duro, y solo terminó bien a través de milagros.

Por esta razón, San Rafael es protector en la línea del principio axiológico1, de la confianza, de la misericordia, en resumen, de toda bondad para restablecerse y llevar una vida normal.

San Miguel: el Arcángel de la lucha

San Miguel Arcángel Museo Episcopal, Vic. España

Aunque, en términos absolutos, la contemplación es superior a la acción, no correspondería a la realidad comparar la actuación de los tres Arcángeles con un triángulo en el que San Gabriel estuviera siempre en el vértice superior y los otros dos abajo, en una situación de igualdad. Esto queda especialmente claro cuando consideramos a San Miguel, el Arcángel de la lucha.

El combate, en sí mismo, tiene elementos destructivos de parte de quien lo traba. Incluso sin llegar necesariamente hasta la muerte, la lucha exige a un esfuerzo superior al desgaste normal del simple trabajo. Por eso trae consigo un fondo de oblación, con un mayor carácter de desinterés. Por ejemplo, ¡el desprendimiento manifestado en el episodio de Abraham con Isaac es extraordinario! Eso es puro amor. Bueno, se puede luchar por puro amor yendo a una cruzada, como Isaac caminó para ser muerto por su padre.

En efecto, Nuestro Señor Jesucristo afirmó que la inmolación es la mayor prueba de amor: “No hay mayor prueba de amor que dar la vida por el amigo” (cf. Jn 15,13). Y decía esto de sí mismo para explicarnos cómo debemos estar convencidos de su amor por nosotros.

Por ahí podemos ver la magnificencia de la lucha y, por lo tanto, de la actuación de San Miguel Arcángel.

Profetismo de la lucha y del holocausto

Frente a este cuadro, la acción parece muy inferior a la contemplación y la lucha. El problema es que tenemos un concepto muy material de la acción. Con el mismo San Rafael tenemos en la mente la estampa —de hecho, encantadora pero un poco tonta— que ilustraba los libros de Historia Sagrada para niños, de él caminando a pie, con un palo del que colgaba una especie de pequeño zurrón, y hablando con Tobías animadamente.

Ahora bien, San Rafael era un Ángel de una sabiduría activa superior, que ayudó a Tobías a ver lo que realmente debería buscar en el viaje, a encontrar los medios para lograrlo, y su compañía le dio la fuerza y el coraje para afrontarlo con éxito. El aspecto material del viaje no era nada para el Ángel. Hacer que ese muñeco fabricado por él —que Tobías tomó como un hombre— hablara y caminara, para un espíritu angelical no es nada.

Se entiende, entonces, que para referirnos a San Rafael como el Arcángel de la acción debemos elegir los más altos grados y padrones de acción. Por lo tanto, mucho más que la acción operativa, meramente activa, la acción pensante. Algo así como, por ejemplo, aquella frase del mariscal Foch2: “Ma droite est pressé, ma gauche est menacé, ma arrière est coupée… ¿Qué fais-je? J’attaque”3. ¡Esto es magnífico! Es decir, “¡Estoy en un aprieto total, así que voy a atacar!” Esta es una acción, si se puede decir así, “rafaelina”, en el sentido de que es el pensamiento sobre la acción en alto grado.

El arte de reinar, gobernar, dirigir proféticamente; la misión profética en el conjunto de acción en la vida cotidiana estaría con San Rafael, mientras que con San Miguel sería el profetismo de la lucha y del holocausto. Así se descubre la belleza del diferente actuar de estos Arcángeles.

Los tres Arcángeles en episodios de la vida de Nuestro Señor

Uno podría preguntarse, en la vida tan santa y augusta de Nuestro Señor, cuál de estos aspectos brilló más y en qué episodios se comportó como el Dios de Gabriel, el Dios de Rafael o el Dios de Miguel. Sería un estudio Evangélico muy bello.

En mi opinión, en la Transfiguración del Monte Tabor, Nuestro Señor puede ser simbolizado eminentemente por San Gabriel. En la Pasión, por San Miguel, porque en el holocausto y la lucha fue cuando Él venció al mundo. Además, agonía en griego, significa la lucha del atleta; los atletas eran llamados agonistas. Después, como Maestro, recorriendo Tierra Santa y haciendo apostolado en su vida pública, es simbolizado por San Rafael.

A partir de estas consideraciones podríamos imaginar nuestra vida como una acción concomitante de los tres Arcángeles, con momentos en los que a veces predomina San Rafael, a veces San Miguel, a veces San Gabriel.

Los tres Arcángeles forman un unum y, según las características de nuestra actividad apostólica, nos vemos más beneficiados por uno o por otro. Así, a veces nos volvemos tan eficientes en la acción que tenemos la impresión de que existimos sólo para actuar. Otras veces somos tan terribles en el combate que parece que vivimos solo para la lucha. Pero hay momentos en que nos sentimos tan invitados a la meditación que tenemos la sensación de que existimos solo para esta. Es una especie de síntesis de los tres Arcángeles.

De esto se podría deducir que el objetivo de nuestra acción apostólica es una “angelización”. Hay una especie de presencia angelical entre nosotros, una prolongación angélica entre unos y otros, y una representación angélica correspondiente a las profundidades de nuestros espíritus y nuestras almas, que explica nuestra esclavitud y unión con Nuestra Señora.

Notas

1 Principio que lleva al hombre a ser fiel a su axiología, es decir, al eje alrededor del cual deben girar todas sus ideas, voliciones y actividades, apuntando a la gloria de Dios y al bien de su alma.

2Ferdinand Foch (*1851 – †1929). Militar católico francés que comandó los ejércitos de Francia e Inglaterra durante la Primera Guerra Mundial.

3Del francés: Mi derecha está comprimida, mi izquierda está amenazada, mi retaguardia está golpeada… ¿Qué hago? Yo ataco.

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