
Para obtener la abundancia del Espíritu Santo, a fin de poseer el espíritu del Reino de María y santificarnos, me parece fundamental crecer y profundizar en la devoción a María como Esposa del Espíritu Santo.
Plinio Corrêa de Oliveira
El Espíritu Santo es el verdadero Esposo de Nuestra Señora, razón por la cual San Luis Grignion de Montfort recomienda que pidamos al Divino Paráclito el conocimiento de la Santísima Virgen.
Por ahí vemos cuan razonable es el pedido de la jaculatoria Emitte Spiritum tuum et creabuntur, et renovabis faciem terræ. Enviad vuestro Espíritu y todas las cosas serán creadas, es decir, restauradas, revividas, reconstituidas en su situación de mayor esplendor. Y, haciendo esto, Él renovará la faz de la Tierra.
Efectivamente, cuando los hombres reciban el Divino Espíritu Santo y correspondan, serán como que recreados y la Tierra tendrá otra faz.
Para obtener la abundancia del Espíritu Santo, a fin de poseer el espíritu del Reino de María y santificarnos, me parece fundamental crecer y profundizar en la devoción a Ella como Esposa del Espíritu Santo.
De esta manera comprenderemos bien lo que es la gracia del Espíritu Santo en el Reino de María, filtrada a través de su Esposa virginal, modelada a semejanza de Él. Si, pues, queremos ser personas válidas para nuestra vocación, debemos pedir a Nuestra Señora que, como Esposa del Espíritu Santo, nos conceda su espíritu en abundancia.
Extraído de conferencias del 13/03/1992 y del 07/09/1994