Nuestra Señora desea concedernos mucho más de lo que pedimos e incluso lo que no sabemos pedir. Pero hay que rezarle con la intimidad y la certeza de ser atendidos como si fuéramos un niño en su regazo.
Plinio Corrêa de Oliveira
Se conmemora en Blois, Francia, la Fiesta de Nuestra Señora de las Ayudas, a respecto de la cual se consigna aquí la siguiente nota: Ciudad donde la herejía nunca entró
La devoción a la Santísima Virgen de la ciudad de Blois, donde nunca entró la herejía, es grande y sincera.
Es importante que la herejía nunca entró allí, porque hubo un período de agudo calvinismo en Francia en el que, más o menos en todas las ciudades, en el siglo XVI, el protestantismo penetró en cantidad mayor o menor. Que Blois haya quedado exenta de esta lepra es un dato excelente y digno de mención, y se relaciona propiamente con la gran devoción que esta ciudad siempre ha tenido a la Virgen.
Sus habitantes, reconocidos con una Señora tan magnánima, le otorgaron el título de Nuestra Señora del Socorro, por la protección constante que de Ella se siente, no solo en tiempos de herejía y pestilencia, sino también en otras circunstancias trágicas.
Por eso, la ciudad siempre ha reconocido que está especialmente protegida por la Santísima Virgen. Así quedó constituida la invocación de Nuestra Señora de las Ayudas.
En 1784, las aguas del Loira que bañan Blois amenazaban con arrasar la ciudad. El pueblo, unido, recurrió a su intercesora y, durante la Misa, en el momento de la elevación, las aguas comenzaron a descender rápidamente, hasta que el río volvió a su cauce normal.
Ahora bien, una inundación es el resultado de causas complejas que actúan con cierta lentitud. Por eso es difícil que el agua baje tan rápido.
Tenemos, por tanto, la conjunción de dos factores: por un lado, María Santísima protegiendo en las necesidades materiales, y por otro, tomando esta protección como un medio para dirigir las almas a la idea de que Ella también sustenta en las necesidades espirituales. Esta es la ayuda de Nuestra Señora, que se manifiesta aquí especialmente en el invaluable don de la ortodoxia otorgado a esta ciudad conservada de manera insigne.
María Santísima nos ayuda en las angustias, tribulaciones y peligros
A esto se relaciona el siguiente pensamiento de San Ildefonso:
Oh, Virgen María, sois clemente en nuestras necesidades, dulce en nuestras tribulaciones, buena en nuestras angustias, pronta para ayudarnos en nuestros peligros.
Esta sentencia está muy bien calculada, porque con relación a las n cesidades es necesario sentir pena, de dónde viene exactamente la clemencia, por la cual una persona se siente tocada por la desgracia y el infortunio que otros están atravesando. Entonces, se vuelve generosa.
En las tribulaciones, la persona quiere dulzura, encontrar amparo, un apoyo, una palabra amiga. Por eso, por ejemplo, Nuestro Señor quiso que sus Apóstoles estuvieran despiertos y vigilasen en el Monte de los Olivos. Quería apoyo, la dulzura de la amistad en la tribulación en la que se encontraba.
Por eso, en la angustia, Nuestra Señora es bondadosa porque nos ayuda en las tribulaciones y los peligros.
Hay una capilla en São Paulo con un hermoso título: Nuestra Señora de los Afligidos. Es la Virgen María invocada en cuanto teniendo piedad, perdonando y siendo misericordiosa con quienes se encuentran en todo tipo de aflicciones.
Cuando se trata de una aflicción que Nuestra Señora puede remover sin que por ello disminuya el beneficio espiritual de una persona, Ella lo elimina. Siendo una aflicción que, en su sabiduría, María Santísima considera necesaria para el mismo fin, encuentra la manera de que la persona tenga más fuerza, de sentir la dulzura de Ella, de poder resistir mejor esa aflicción. Esta es la idea que se ha expresado en esta y tantas otras devociones a la Madre de Dios.
Extraído de conferencia de 23/5/1966