De los episodios narrados en el Evangelio, ninguno deja tan claro el papel de Nuestro Señor en cuanto combativo como la Presentación del Niño Jesús en el Templo. Ahí Nuestra Señora presenta el éxito de su divina gestación, convirtiéndose en patrona de todos los que buscan un buen suceso para el servicio de la causa de Ella.
Plinio Corrêa de Oliveira
Indicaciones para esculpir una imagen
Tal vez ahí se encuentre la explicación de que Nuestra Señora aparezca tan regia en la imagen que la representa, en el convento de las concepcionistas de Quito, esculpida milagrosamente por ángeles.
Durante una aparición a la Madre Mariana de Jesús Torres, la Santísima Virgen dio todas las indicaciones de cómo debería ser su imagen, inclusive el tamaño, cogiendo el cordón del hábito de la Madre Mariana para medirse a sí misma.
El escultor comenzó a hacer la imagen y no conseguía. Un bello día, llegó al coro donde estaba esculpiendo la imagen en madera y la encontró terminada.
Después de eso, Nuestra Señora se apareció para conversar con la Madre Mariana de Jesús Torres, caminando juntas por los claustros del convento. Como prueba de la autenticidad de esas apariciones, al amane- cer su manto estaba mojado por el rocío. ¡Qué maravilla caer el rocío sobre el manto de la Reina del Cielo y de la Tierra! ¡Ningún palacio, ninguna diadema real, nada tuvo la belleza de esas gotas de rocío, posando y brillando sobre el manto de la Virgen!
Un hecho de la vida de la Madre Mariana, profetiza del Buen Suceso de Nuestra Señora
La Madre Mariana de Jesús Torres, para ser fiel a su vocación – una especie de profeta del Buen Suceso de Nuestra Señora, del Reino de María –, tuvo que pasar por probaciones terribles. Yo no resisto el deseo de contar una:
Su monasterio fue erigido en la época en que, tanto Brasil como América hispana eran colonias, de Portugal y de España respectivamente. Tuvo siete fundadoras; junto con ella, las otras religiosas fundaron el convento. Después recibieron, creo yo, otras vocaciones de España, y entraron también muchas del lugar, que eran mestizas de indias. Y una monja pésima – Judas los hay por todas partes y de ambos sexos –, india o mestiza de india, provocó una rebelión de las indias contra las españo- las, que eran santas. Establecieron una persecución horrible, y la Madre Mariana de Jesús Torres llegó a ser presa en la cárcel del convento. Ella rezó continuamente por la perseguidora.
En determinado momento quedó claro que la perseguidora no tenía razón, y que la Madre Mariana estaba en lo cierto, y fue elegida como abadesa. La perseguidora en poco tiempo enfermó, entró en agonía e iba morir.
La Madre Mariana, que había colmado a esa revolucionaria de bondades durante la enfermedad, llegando la hora de su agonía pidió especialmente a Dios, por medio de Nuestra Señora, que salvara aquella alma. La respuesta que vino fue esta: “Podrá salvarse, si por amor a tu perseguidora aceptaras que tu alma pase cinco años en el Infierno.”
Ella consintió y la monja se salvó, habiendo pasado por un purgatorio no pequeño. Y el alma de la Madre Mariana fue puesta en el Infierno. Lo que ella sufrió durante esos cinco años fue una cosa tremenda, inclusive – sus memorias no me parecieron muy claras a ese respecto – parece que ella se había olvidado de que hizo ese ofrecimiento y pasó cinco años con el pavor por la idea de haber sido condenada, y que sufriría el infierno por toda la eternidad. Ella sólo pedía una cosa a Dios: que nunca permitiera que ella dejara de amarlo.
Pasados los cinco años, le fue revelada la realidad y el tormento cesó. ¡Y ella que era una persona de una gran belleza, un prodigio de belleza, muy sonrosada, con colores muy saludables, que conservó hasta el fin de su vida, durante ese tiempo enflaqueció, marchitó, pero después refloreció completamente!
Por aquellos claustros, que varias personas aquí presentes vieron, la Madre Mariana pasó penando por una enemiga. Con el alma sufriendo los tormentos del infierno. Ella allí conversó con Nuestra Señora del Buen Suceso. ¡Qué conver- saciones… parecidas con las de Adán con Dios en el Paraíso!
Qué penas y tormentos, que alegría cuando ella volvió a la luz y comprendió que a su frente había un tanto más de vida y después el Cielo se le abría.
Castigos, sonrisas y pruebas de amor maternal que vendrán sobre América Latina
Ahora, la profecía de Nuestra Señora, recogida en la revelación a la Madre Mariana de Jesús Torres, trata exactamente de eso. Ella habla de un tiempo en que el Ecuador sería independiente de España y adoptaría una forma de gobierno proprio, y que ese país y toda América del Sur serán sacudidos por una gran revolución.
Y se refiere indiscriminadamente a América del Sur como siendo un gran todo socio-político-económico que va a pasar por una revolución religiosa y una revolución de orden temporal, las cuales irán a sacudir todo, y que será un castigo para la humanidad.
Y después vendrá el triunfo de Maria Santísima, el Reino de Ella, la vitoria de aquellos que Nuestra Señora hubiera suscitado para luchar por Ella en esa difícil ocasión. Se comprende esa concepción de América del Sur, como que constituyendo un todo. Porque en el tiempo en que la Madre Mariana de Jesús Torres recibió las revelaciones, Brasil hacía parte de la corona española. Sucede que la corona de Portugal fue heredada por Felipe II, que era, por tanto, rey de España y de Portugal. Y, en cuanto tal, Señor de Brasil, que era colonia portuguesa. Razón por la cual toda América del Sur estaba bajo el dominio de un sólo monarca, que era Felipe II y sus sucesores. Se entiende así, que ella viese todo esto como una sola convulsión.
Es curioso que frente al mundo de nuestros días América Latina es tenida también como un sólo todo. Hay por tanto, la noción clara de la gran unidad que América Latina constituye y en consecuencia, de los grandes castigos, sonrisas y pruebas de amor maternal que sobre América Latina sobrevendrán.
Así, esta fiesta nos habla muy especialmente a ese respecto.
Extraído de conferencias de 2/2/1983 y 2/2/1985