
Oh María Santísima, Señora y Madre mía!, os suplico que observéis las dificultades psicológicas y nerviosas que tanto me atormentan, con efectos dañinos para mi santificación e incluso para mi salud.
Bien sé que ellas derivan, en parte, de factores psicológicos nativos, por los cuales no tengo culpa. Pero sé también que mi insuficiente correspondencia a vuestra gracia contribuye para que la acción de esos factores se haya desenvuelto, en cierta medida, en mí.

Virgen de la Salud
No ignoro que la acción del demonio se junta a todo eso para agravar la situación. Pero grabad en mi alma la convicción de que, siendo Madre de incomparable bondad, no sólo de los enfermos y de los afligidos sino también de los culpables, esas mismas culpas no sólo no desvían de mí vuestra misericordia, sino la atraen con soberana y benéfica grandeza que posa sobre mí y resuelve mis penosos problemas.
Así, es gimiendo bajo el peso de mis pecados que me postro a vuestros pies y hago de mis propias faltas un argumento para implorar, en mi favor, vuestra incalculable bondad.
Tened piedad de mí, oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María, y decid una sola palabra, que mi alma y mi cuerpo serán curados. Amén.
Oración compuesta por el Dr. Plinio