
Ave María, Hija predilecta del Padre Eterno, Madre admirable de Dios Hijo, Esposa fidelísima del Espíritu Santo.
Ave, oh Madre y Señora mía, soberana del mundo, Reina de los Corazones y auxilio omnipotente de todos los que a Vos recurren y en Vos confían.
Me coloco especialmente en este momento en vuestra presencia, pidiéndoos vuestra asistencia y que me obtengáis la gracia de, en unión con Vos, hacer bien esa meditación.
Vos bien conocéis las dificultades que tendré, como consecuencia de mi disipación constante, de mi pereza mental, de mi relajamiento interior.
Os suplico, por lo tanto, oh Esposa sin mancha del Divino Espíritu Santo, vuestras luces, vuestros favores, en fin, vuestra misericordia, para que yo pueda sacar todo el provecho de esta meditación para vuestra mayor honra, gloria y servicio. Así sea.
Compuesta por el Dr. Plinio Corrêa de Oliveira