Hay momentos, Madre mía, en que mi alma se siente, en lo que tiene de más profundo, tocada por una saudade* indecible. Tengo saudades de la época en que yo Os amaba y Vos me amábais, en la atmósfera primaveral de mi vida espiritual. Tengo saudades de Vos, Señora, y del paraíso que ponía en mí la gran comunicación que tenía con Vos.
¿No tenéis también Vos, Señora, saudades de ese tiempo? ¿No tenéis saudades de la bondad que había en aquél hijo que fui?
Venid, pues, oh la mejor de todas las madres y por amor a lo que florecía en mí, restauradme: recomponed en mi el amor a Vos y haced de mí la plena realización de aquél hijo sin mancha que yo hubiera sido, sino fuese tanta miseria.
¡Dadme, oh Madre, un corazón arrepentido y humillado, y haced lucir nuevamente a mis ojos aquello que, por el esplendor de vuestra gracia, yo comenzara a amar tanto y tanto!…
¡Acordaos, Señora, de este David y de toda la dulzura que en él poníais. Así sea
- Saudade: Añoranza, nostalgia.
Plinio Corrêa de Oliveira