
Oh Santísima Madre de Dios y mía, fortaleza de los débiles y refugio de los pecadores! Ha llegado el momento en el que tendré que pasar por circunstancias en las cuales el demonio me tienta más especialmente.
Tengo horror a la impureza porque sé cuánto es opuesta a vuestro espíritu y contraria a la esclavitud a Vos, en la cual tanto deseo ser perfecto.
Ayudadme —os lo pido por intercesión de San Luis de Gonzaga, modelo admirable de pureza— a no ofenderos en esta ocasión, para que yo pueda, desde ya, ofreceros mi resistencia a la tentación; resistencia que deseo oponer al enemigo infernal ahora y siempre. Yo os imploro que todos los días de mi vida sean transcurridos en la práctica eximia de la virtud angélica de la pureza. Así sea.
Oración compuesta por el Dr. Plinio