
Leí en un libro la siguiente frase: «Como siempre han afirmado los santos Padres». ¿A qué se refiere? ¿Cómo sabe el autor que todos los Padres santos dijeron eso? ¿O se trata de un lenguaje concreto?
Oswaldo Wójcik – Ponta Grossa (Brasil)
La pregunta es muy oportuna, ya que nos brinda la oportunidad de esclarecer una duda muy común.
En el lenguaje clásico de la Iglesia, los términos Santos Padres, Padres de la Iglesia o simplemente Padres designan a un grupo muy concreto de personas. En este contexto, la palabra padre no se refiere a los sacerdotes, como explicaremos más adelante. Hay diáconos entre los Santos Padres, como San Efrén; numerosos obispos, como San Agustín; e incluso algunos que ni siquiera recibieron el primer grado del sacramento del orden, como San Máximo el Confesor.
¿Cuáles son entonces las características que definen a un Padre de la Iglesia? Se reducen a tres, bien delimitadas:
1. Antigüedad: entre los Padres de Occidente o latinos —que escribían en latín—, el último fue San Gregorio Magno, Papa que falleció en el 604; entre los de Oriente —que escribían habitualmente en griego—, el último es San Juan Damasceno, que murió en el 749.
2. Ortodoxia de doctrina: ha de tratarse de un teólogo que haya dejado para las generaciones futuras un legado escrito, en plena conformidad con la fe y reconocido como autoridad en la Iglesia.
3. Santidad de vida.
Consideremos algunos ejemplos. Santo Tomás de Aquino fue un gran santo y escribió maravillas teológicas, pero vivió en el siglo xiii, por lo que no puede contarse entre los Padres porque le falta antigüedad; recibe el título de doctor de la Iglesia. San Martín de Tours vivió en el siglo iv, fue santo y un gran defensor de la verdadera fe, pero no dejó escritos, de manera que tampoco se encuentra entre los Padres de la Iglesia. Finalmente, hubo destacados teólogos de los comienzos del cristianismo que, por carecer de santidad de vida, no están incluidos entre los Santos Padres; sin embargo, sus obras se estudian en la patrología porque hicieron importantes contribuciones al desarrollo y la explicitud de la doctrina católica.
Obviamente, el título de Padres se les aplica a esos varones, no porque signifique que engendraron la Iglesia, obra directa de Dios, sino porque fueron elegidos por la Providencia para proteger a la Esposa Mística de Cristo en sus primeros pasos, contra los ataques de sus enemigos, especialmente de aquellos que trataban de tergiversar su doctrina. Muchos tuvieron que defender la fe con su propia sangre, como el gran San Cipriano, obispo de Cartago, martirizado en el año 258. Se les llama Padres también por haber sido en cierto modo instrumentos elegidos para instruir a los fieles.
Un ejemplo del uso de la denominación Padres en la historia de la Iglesia lo encontramos en una hermosa carta de San Bonifacio, en la que este santo apóstol manifiesta sentirse indigno ante la gran misión que le fue encomendada: «Me estremezco y me asalta el temor y el terror, me cubre el espanto por mis pecados, y de buena gana abandonaría el gobierno de la Iglesia que me ha sido confiado, si para ello encontrara apoyo en el ejemplo de los Padres o en la Sagrada Escritura» (Epístola 78).
Para evitar confusiones, un último detalle: la palabra Padres también puede utilizarse para referirse a los participantes de un concilio ecuménico, con un significado distinto al explicado anteriormente. Pero se trata de un uso menos común, cuya explicación se escaparía a nuestro asunto…
A partir de ahora, cuando veamos en algún libro o, sobre todo, en los documentos oficiales de la Iglesia los términos Santos Padres, Padres de la Iglesia o Padres, sabremos que se trata de una referencia a esos baluartes de la fe católica de los primeros siglos del cristianismo.