Preguntan los lectores

Publicado el 09/03/2025

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P. Ricardo José Basso, EP

P. Ricardo José Basso, EP

Desde que era pequeña siempre he oído que pasar por debajo de una escalera o barrer los pies de alguien da mala suerte, que comer lentejas en Año Nuevo trae prosperidad, que para encontrar un objeto perdido hay que dar tres saltitos a San Longinos, y otras cosas por el estilo. Pero una amiga me dijo que está mal creer en eso. Entonces me gustaría saber si la superstición es realmente un pecado.

María Aparecida Ferreira – Maceió (Brasil)

Sí, la superstición es un pecado contra el primer mandamiento de la ley divina, como nos enseña el Catecismo de la Iglesia Católica (cf. CCE 2110-2111), el cual también explica que se trata de una desviación del sentimiento religioso y de las prácticas que éste impone, desviación que puede perjudicar el culto que damos al verdadero Dios.

En efecto, según Santo Tomás de Aquino (cf. Suma Teológica. II-II, q. 92, a. 1), la superstición es un vicio que se opone, por exceso, a la virtud moral de la religión, porque lleva al hombre a rendir culto divino del modo que no debe o a quien no debe —es decir, a simples criaturas—, atribuyéndole a un objeto o gesto una virtud sobrenatural que no poseen. Esto es lo que ocurre en los ejemplos propuestos en la pregunta y en tantos otros que conocemos.

En lugar de depositar nuestra esperanza en prácticas carentes de cualquier fundamento, incluso racional, crezcamos en la confianza en Dios y en la protección de la Santísima Virgen, de los ángeles y de los santos. Los católicos sabemos lo que agrada a nuestro Padre celestial: huir de las ocasiones de pecado, frecuentar los sacramentos, rezar… Éstas, sin duda, son acciones que pueden proporcionarnos la verdadera felicidad en esta tierra y, sobre todo, la gloria eterna en el Cielo.

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Los Caballeros de la Virgen

“Caballeros de la Virgen” es una Fundación de inspiración católica que tiene como objetivo promover y difundir la devoción a la Santísima Virgen María y colaborar con la “La Nueva Evangelización” , la cual consiste en atraer los numerosos católicos no practicantes a una mayor comunión eclesial, la frecuencia de los sacramentos, la vida de piedad y a vivir la caridad cristiana en todos sus aspectos. Como la Iglesia Católica siempre lo ha enseñado, el principal medio utilizado es la vida de oración y la piedad, en particular la Devoción a Jesús en la Eucaristía y a su madre, la Santísima Virgen María, mediadora de las gracias divinas. Sus miembros llevan una intensa vida de oración individual y comunitaria y en ella se forman sus jóvenes aspirantes.

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