San Saturnino poseía una acción de presencia por la cual el simple hecho de pasar delante de los ídolos, a través de los cuales los demonios hablaban, hacía que los espíritus malos huyesen y los dioses falsos enmudeciesen.
Porque delante del varón de Dios el demonio se acobarda y realmente huye, y los ídolos no hablan más. Pidamos a Nuestra Señora, por intermedio de este Santo, que nos consiga que se acorten estos días terribles en los cuales vivimos, para que podamos tener la alegría de ver a los demonios huyendo avergonzados delante de los ojos de Dios.
Plinio Corrêa de Oliveira, extractos de conferencia del 28/11/1968