Profeta de la “divina María”

Publicado el 04/28/2022

Había llegado el momento, según lo dispuesto por la Providencia Divina, de glorificar a su Hija predilecta, ¡llamándola a comparecer en el escenario de la Historia, para realizar maravillas de la gracia!

Monseñor João Clá Dias

Fundador de los Heraldos del Evangelio

Nuestro Señor no se deja vencer en generosidad. Si el anhelo de María Santísima consiste en hacer que su Hijo sea conocido y amado, la inversa también es verdadera.

El Divino Maestro sufrió resignadamente el hecho de que su Madre quedase eclipsada durante su vida pública,escondida en las narraciones de los Evangelios e incluso un poco velada en los primeros siglos de la Iglesia. Como premio a su excelsa humildad, desea proyectarla con renovado fulgor en los últimos tiempos.

Por medio de Ella, Jesús la figura de la «divina María» quiere recibir la máxima manifestación de gloria de parte de los hombres.

San Luis María Grignion de Montfort. Basílica de San Pedro en el Vaticano

Para la misión de hacer despuntar en el horizonte de la Iglesia la figura de María Santísima, el Redentor escogió a un hombre de fuego, dotado del espíritu y la fuerza de Elías: San Luis María Grignion de Montfort. A él le fueron revelados profusamente los secretos de la Virgen y su especial relación con la Santísima Trinidad, de modo particular su unión esponsalicia con el Divino Espíritu Santo. No hay nada más hermoso en la creación que este vínculo de amor, el cual queda superado apenas por la unión de la naturaleza divina con la humanidad sacratísima de Cristo en la Persona del Verbo.

Asistido por gracias mariales inéditas, San Luis Grignion intuyó la riqueza de este desposorio místico, penetrando con fino discernimiento en el alma de Nuestra Señora y contemplando en Ella la presencia del Paráclito en un grado insuperable. El santo francés fue el depositario de los anhelos más íntimos del Espíritu Consolador y el confidente de sus arcanos.

La unión de Nuestra Señora con la divinidad se da, sobre todo, a través del vínculo esponsalicio con el Paráclito. La Anunciación, de Bicci di Lorenzo – Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona

Él comprendió que la unión de Nuestra Señora con la divinidad se da, sobre todo, a través del vínculo esponsalicio con la Tercera Persona de la Trinidad. Para que esta alianza pudiese gozar de cierta proporción, como conviene a todo matrimonio, el amor de María por Dios precisaba estar a la altura del amor de su Esposo por Ella. Sus acciones jamás podrían contrariar la voluntad del Espíritu Santo, y su sabiduría debía ser capaz de contemplar los horizontes grandiosos que Él le revelaría. Sería necesario, por lo tanto, que la Reina de los Ángeles se «divinizase». De tal forma San Luis María conoció este misterio que, en sus escritos, la llama «la divina María».

Hasta entonces, nadie había obtenido una participación tan entrañada en el espíritu de la Virgen y, por eso, San Luis María no fue apenas el cantor de las glorias de su Señora, sino también el profeta de la era marial por excelencia. Él describe aquel período como una época en que las almas vivirán sumergidas en el vínculo del amor que une a Nuestra Señora al Paráclito, pues será la Tercera Persona quien transformará el universo en un receptáculo de las gracias que existen en el alma de la Virgen, y llevará a la Iglesia hasta su última perfección antes del Juicio Final.

San Luis Grignion había previsto, con inerrancia profética, la voluntad del Cielo para un futuro próximo: «Dios quiere que su Santísima Madre sea ahora más conocida, amada y honrada que nunca».1

Para eso escribió el Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen, obra inspirada en la mejor Mariología y redactada con caracteres de sangre y fuego. Sin embargo, el demonio procuraría inútilmente retardar la glorificación de su invencible Adversaria:

«Claramente preveo que saldrán muchas fieras espantosas,las cuales, enfurecidas, intentarán destrozar con sus dientes diabólicos este humilde escrito y a aquel de quien el Espíritu Santo se ha servido para redactarlo; o que, cuando menos, pretenderán encerrar este librito en las tinieblas y en el silencio de un cofre, a fin de que no aparezca; y hasta atacarán y perseguirán a aquellos y aquellas que lo lean y lo pongan en práctica. Pero ¡no importa ¡Mejor todavía! Este presentimiento me alienta y me hace esperar un gran éxito, es decir, un gran escuadrón de animosos y valientes soldados de Jesús y de María, de uno y otro sexo, que combatirán al mundo, al diablo y a la naturaleza corrompida, en los tiempos de peligro que vendrán como jamás los hemos visto. Qui legit, intelligat. Qui potest capere, capiat».2

Los jansenistas atacaron implacablemente a los miembros de la Compañía de María porque predicaban la devoción mariana. San Luis Grignion y la Beata Marie-Louise Trichet, fundando las Hijas de la Sabiduría. Basílica de San Luis María Grignion de Montfort, Saint Laurent-sur-Sèvres (Francia)

El anuncio se cumplió literalmente. En el trascurso del siglo XVIII, miembros de la Compañía de María, fundada por San Luis María, estuvieron bajo el implacable ataque de los jansenistas, debido a su celo apostólico por la difusión de esta devoción. El valioso manuscrito, ocultado durante los sucesos lamentables de la Revolución francesa, solamente fue reencontrado en 1842, escondido en una caja de libros antiguos.

Contra todas las tentativas frustradas del maligno, empezaba a despuntar en el horizonte el sol de un renovado fervor mariano, de gran penetración teológica y de los más nobles y fogosos sentimientos. Había llegado el momento, según lo dispuesto por la Providencia Divina, de glorificar a su Hija predilecta, ¡llamándola a comparecer en el escenario de la Historia, para realizar maravillas de la gracia!

Tomado del libro María Santísima. El Paraíso de Dios revelado a los hombres. Tomo III, Capítulo 2; pp.105-109

Notas
1) SAN LUIS MARÍA GRIGNION DE MONTFORT. Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen, n.º 55.
2) Ídem, n.º 114.
 

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