Al representar la última semilla de un árbol esplendoroso que moría, Doña Lucilia fue puesta por la Providencia en una situación intermediaria entre su generación y el pasado, donde la inocencia de su acción habría de echar raíces para un nuevo y glorioso árbol: el Reino de María.
Plinio Corrêa de Oliveira

¿Qué se daba con mi madre en lo que dice respecto a su inocencia?
Mirada puesta en un punto luminoso indefinido
En su alma había un esplendor. Es propio del Quadrinho1 indicarlo con perfección. A propósito, ese Quadrinho –como otras cosas que ella ha hecho– roza en lo milagroso, porque yo no puedo admitir que, con base en una fotografía, un pintor que nunca la vio le haya dado a él mucha más expresión de la que hay en la misma foto de ella.
Lo que el cuadro tiene de imponderable es la mirada, manifestada por ella muchas veces, fija en un punto luminoso indefinido, el cual no se saciaba de ver y le llenaba el alma de luz. Ese punto luminoso indicaba que había en su interior una zona de meditación muy alta y continua, cuya acción sublimaba el alma, iluminándola y haciéndola cada vez más nívea.
Sus cabellos blancos, ya al final de la vida, a veces me conmovían, porque parecían el resplandor de algo enternecedor y conmovedoramente plateado que ella poseía. Y da la impresión de que en el Quadrinho ella medita mirando una luz plateada.
Ejercicios de trascendencia al admirar la naturaleza
Había en su espíritu un punto altísimo: era el terreno de su inocencia. Me acuerdo de cierta vez haberla escuchado hablar con mi padre. Ambos estaban mirando el eterno panorama de los ancianos que no salen de casa: la plaza de en frente, una bonita puesta del sol vista a través de la arboleda, hacia el lado de la Rua Alagoas; la ciudad era menos contaminada que hoy.
A las tantas, ella le dijo a mi padre: “Esposo mío, ¡vea qué sol bonito viene ahí! ¡Qué puesta del sol maravillosa! Nosotros vamos a morir dentro de poco y le propongo que hagamos un trato: cuando hayan esas puestas de sol, aquel que se quede en la Tierra por más tiempo rezará un Avemaría por el otro.” Percibí por ese hecho cuánto representaba para ella aquel crepúsculo y qué alto ejercicio de trascendencia hacía en relación con algo de la naturaleza.
En otra ocasión, por cuestiones de seguridad, mandé cortar las ramas de un árbol que quedaba cerca a la casa. Ella no tenía noción del peligro que aquello representaba y percibí que el hecho de que ella no podría contemplar más las hojas de aquel árbol y la proyección de la luz que ellas hacían, trazando en la noche sombras en la pared blanca de mi sala de trabajo, era como algo del Cielo que se cerraba para ella. Y noté, en aquella mansedumbre eximia de ella, solo un “ay” de un cordero que recibía otra punzada y nada más.

Posición ápicede un alma
Mi madre era de la generación de mi abuela, pero a la manera de una simplificación: ella estaba entre su generación y la anterior, representando mucho del siglo XIX. Esta es la posición contrarrevolucionaria ápice de un alma: quedar a medio camino de la generación que la antecedió, sin ser una persona anacrónica, no siendo de ningún modo de su propia generación.
En el siglo XIX aún restaban muchos valores medievales que los hombres amaban sin verlos con claridad. Por ejemplo, en la perspectiva de Santa Teresita, ¿cómo sería propiamente la Edad Media? Vemos, sin embargo, que la unión de ella con su padre, Luis Martin, era por ver en él una gota de la Cristiandad medieval puesta en el siglo XIX, pero no como algo que se separó y perseveró. El siglo XIX todavía era rebosante de cosas medievales, de donde inclusive surgió un movimiento neogótico.
No quiero hacer una equiparación entre mi madre y Santa Teresita, pero describo un punto de semejanza.
Santa Teresita no hizo grandes obras. Lo que ella tuvo fue una altísima inocencia, con la cual realizó actos que le dieron un valor insondable, los cuales, según su escuela y su doctrina, eran cosas comunes. No era común aceptar la muerte como ella la aceptó. Puede haber mucha gente que muera aceptando la muerte, incluso en términos edificantes. Pero Santa Teresita fue mucho más que eso.
Santa Teresita, creo yo, fue la última flor de Francia y, por eso, la última flor de la Cristiandad. Ella dio origen a una familia de almas universal y no más específicamente francesa, sino vuelta hacia el futuro. Es una semilla que quedó del árbol sacrosanto de Francia y dio origen a otras maravillas.
En ese sentido, ¿Qué fue mi madre para mí? ¿Qué relación tiene el campo de su inocencia con el de mi inocencia? ¿Y qué relación ese campo de inocencia tiene con su papel dentro de la Historia?
De la semilla modesta resurge la Cristiandad del Reino de María
Mi madre retuvo sobre todo los lados buenos del siglo XIX, las tradiciones medievales todavía vivas; y su alma era una continuación de eso. De manera que yo comencé a amar en ella a la Edad Media, y muchas veces pensaba: ¡cómo se parece a mi madre!
Sin embargo, mi madre no tenía una noción exacta de lo que había sido la Edad Media. A ella le gustaban mucho las cosas góticas, pero su alma era más gótica de lo que ella notaba en el gótico. Ella fue un eco fidelísimo, aunque inconsciente, de esa gloriosa era de fe, y mientras el mundo entero iba decayendo y abandonando el espíritu de la Edad Media, ella engendró a un hijo entusiasta de la Cristiandad medieval.
Ella es el guion, el puente entre todo lo que hubo otrora y el futuro. Ella representaba el último llanto del pasado, llorando por morir. Y a su hijo, Nuestra Señora lo destinó para fundar una familia de almas que sería la aurora de la Edad Media resurrecta en el Reino de María.
La palabra guion dice poco: es la última semilla de un árbol esplendoroso que muere, pero del cual va a nacer otro árbol aún mayor. Esa semilla fue ella: modesta, pequeña, ignorada, sin dejar atrás de sí otro rastro a no ser ese, pero dejando ese. Y ese es su gran papel histórico, su gran misión; y tal vez, sin saberlo, ella dio nacimiento a la Contra-Revolución.
(Extraído de conferencia del 30/10/1977)
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1) Cuadro al óleo que le agradó mucho al Dr. Plinio, pintado por uno de sus discípulos, con base en las últimas fotografías de Doña Lucilia.







