¿Qué es la Misa?

Publicado el 02/16/2021

San Leonardo de Porto Mauricio.

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La misa es el mismo sacrificio ofrecido en el ara de la Cruz por Jesucristo para la salvación de todos los hombres. “Creemos que la Misa celebrada por el sacerdote, representante de la persona de Cristo, en virtud del poder recibido por el sacramento del Orden, y ofrecido por él en nombre de Cristo y de los miembros de su Cuerpo Místico, es el sacrificio del Calvario, hecho presente sacramentalmente en nuestros altares” (Credo del Pueblo de Dios).

 La Misa no es una imagen o representación del sacrificio del Calvario, sino que es la actualización del mismo sacrificio del Calvario; así como la Eucaristía no es una imagen o representación de Jesucristo, sino que es el mismo Jesucristo vivo y glorioso escondido en el Sacramento. 

El sacrificio de Jesucristo en la Cruz se reproduce ahora diariamente en la Santa Misa, sin que entre uno y otro haya diferencia alguna más que en el modo de ofrecerse: en la Cruz sufrió Jesucristo y ahora permanece impasible y glorioso. 

En la Cruz Jesucristo mereció por nosotros todas las gracias; y en la Misa nos aplica y distribuye todo ese tesoro de gracias. “Hay que afirmar una vez más que el sacrificio Eucarístico consiste esencialmente en la inmolación incruenta de la Víctima divina, inmolación que es místicamente manifestada por la separación de las sagradas especies y por la oblación de las mismas hecha al Eterno Padre” (Pío XII, enc. Mediator Dei n. 114). Misterio de fe: Con razón decimos que la Santa Misa es “Misterio de fe”, porque en ella todo permanece oculto y misterioso: en primer lugar está el oferente, que puede ser un sacerdote santo o pecador

quien actúa en el momento de la consagración es el mismo Cristo, diciendo: “ESTO ES MI CUERPO… ESTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE…” 

Porque en aquel momento es el mismo Cristo quien habla y se ofrece al Padre por el ministerio del sacerdote. En segundo lugar está la Víctima, que permanece aún más oculta y misteriosa. El sacerdote consagra pan y vino, y sabemos por la fe que en el momento de la consagración 4desaparece el pan y el vino y en su lugar aparece Jesucristo. Sin embargo, nuestros ojos siguen viendo allí el pan y el vino que ya no existen, y no podemos ver a Jesucristo. 

¿Por qué no podemos ver a Jesucristo? — Porque Jesucristo quiere que se le crea y nos fiemos de Él aunque no lo comprendamos. Jesús dijo: “Yo soy el pan vivo que ha descendido del cielo. Quien comiere de este pan vivirá eternamente; y el pan que yo le daré es mi carne, para la vida del mundo.Comenzaron entonces los judíos a altercar unos con otros, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?

Jesús, empero, les dijo: En verdad, en verdad os digo que si no comiereis la carne del Hijo del hombre, y no bebiereis su sangre, no tendréis vida en vosotros. Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo le resucitaré en el último día, porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. Quien come mi carne y bebe mi sangre, vive en mí y yo en él” (Jn. 6,51-56). 

Y lo que prometió lo cumplió en la Última Cena, cuando tomando Jesús el pan, después de bendecirlo lo partió, dio gracias y dándoselo a los discípulos, dijo: 

“Tomad y comed: esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros” (Mt. 26,26; Lc. 22,19; 1 Cor. 11,24). 

No podemos ver a Jesucristo en la Santa Hostia consagrada; pero lo creemos porque El lo dijo; y creyéndolo somos más dichosos que si lo viéramos, como Él mismo dijo a Tomás: “Tú has creído porque has visto; bienaventurados los que sin haber visto creyeren” (Jn. 20,29).

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