Reina del Buen Suceso

Publicado el 02/18/2021

Nuestra Señora del Buen Suceso es reina en el verdadero sentido de la palabra: tiene majestad y, al mismo tiempo, bondad; es batalladora y también triunfadora, cuyo semblante da la idea de que, al combatir, posee la certeza de la victoria. Esta es la Reina del Buen Suceso.

Para nosotros, lo que importa en nuestra lucha, no es ganar la batalla del día de mañana, a no ser como condición de vencer en la guerra, pues es eso lo que debemos desear. El suceso es la gran victoria final de la Contrarrevolución[1] en la guerra emprendida por la Revolución contra la Santa Iglesia y la Civilización Cristiana. Debemos pedir esta victoria a Nuestra Señora.

San Ignacio de Loyola da un consejo muy sabio: En todas las cosas debemos actuar como si todo dependiese de nosotros y nada de Dios; y esperar como si todo dependiese de Dios y nada de nosotros. Así, en la lucha contrarrevolucionaria, debemos actuar con energía, constancia y dedicación como si todo dependiese de nosotros, confiar, reconociendo que todo, inclusive nuestra dedicación y energía, depende de Dios Nuestro Señor. Es por las oraciones de María Santísima que nos vienen las gracias del Cielo para ser dedicados.

Tenemos que comenzar por suplicar a Ella que nos dé esa dedicación, el amor a Dios, el entusiasmo por la causa católica, aquella compenetración del espíritu católico que hizo con que el gran Apóstol San Pablo dijese de sí mismo: “no soy yo el que vivo, sino que Cristo vive en mí” (Gal. 2, 20).

Si pedimos fuerzas a la Santísima Virgen, las obtendremos, Ella es la Reina de los valientes. La Santa Iglesia aplica a la Madre de Dios esta frase de la Escritura: “Terrible como un ejército en orden de batalla” (Cant. 6, 4).

Debemos, pues, impetrar a Nuestra Señora principalmente dos gracias: una gran confianza en su misericordia, y que Ella nos dé su intransigencia soberana, perfectísima, la indignación triunfante con la cual presidirá los acontecimientos predichos por Ella en Fátima.

Entonces, contemplaremos en su semblante la expresión de victoria complacida de Reina, como la representa la imagen del Convento de las Concepcionistas de Quito, en la cual vemos esperanza, fuerza, señorío y dominación.

“Nuestra Señora del Buen Suceso”, yo interpreto como siendo, por excelencia, la invocación del Reino de María. De esa manera se nos manifestará como diciéndonos:

“¡Hijos míos, alegraos y levantad el ánimo! Si resolví vencer, el resto no tiene importancia. La hora de mi misericordia está derramándose sobre vosotros, por lo tanto, nada les sucederá que contraríe a mis planes. Lo que pase será de acuerdo con mis designios y, en el fondo, para vuestro bien. ¡Alegraos! El suceso es mío, porque yo soy la reina del Buen Suceso; el suceso, por lo tanto, es vuestro, porque sois mis hijos.”*

* Pasajes extraídos de conferencias de 26/8/1977, 16/11/1977 y 2/6/1979.

[1] Por Revolución el Dr. Plinio entendía el movimiento que desde hace cinco siglos viene demoliendo a la cristiandad y cuyos momentos de apogeo fueron las grandes cuatro crisis del Occidente cristiano: el protestantismo, la Revolución francesa, el comunismo y la rebelión anarquista de la Sorbona en 1968. Sus agentes impulsores son el orgullo y la sensualidad. De la exacerbación de esas dos pasiones resulta la tendencia a abolir toda legítima desigualdad y todo freno moral. A su vez, denominaba a la reacción contraria a ese movimiento de subversión como Contra-Revolución. Estas tesis están expuestas en su ensayo Revolución y Contra-Revolución (cf. CORRÊA DE OLIVEIRA, Plinio. Revolução e Contra-Revolução. 5.ª ed. São Paulo: Retornarei, 2002), publicado por primera vez en la revista mensual de cultura Catolicismo en abril de 1959.

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