Reina santa, flor de la civilización occidental

Publicado el 11/16/2025

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La vida de Santa Margarita de Escocia contrasta con el minimalismo del apostolado actual y demuestra cuánto de extraordinario y estupendo se puede lograr en esta Tierra.

Plinio Corrêa de Oliveira

Santa Margarita de Escocia – Catedral de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción, Puebla, México

La intención de comentar sobre Santa Margarita es muy buena, pero me dieron pocos datos biográficos sobre ella, por lo que, a falta de mejor información, leeré lo contenido en el Missal Cotidiano e Vesperal.   

La intención de comentar sobre Santa Margarita es muy buena, pero me dieron pocos datos biográficos sobre ella, por lo que, a falta de mejor información, leeré lo contenido en el Missal Cotidiano e Vesperal.

Patrona de la nación escocesa

Santa Margarita, reina de Escocia, descendía por parte de su padre de los reyes de Inglaterra y por su madre, de los Césares.

Al igual que la mujer fuerte de la que habla la Epístola, la práctica de las virtudes cristianas la hizo aún más ilustre. Llena del temor de Dios, se impuso terribles mortificaciones y supo, con su ejemplo, guiar al rey, su esposo, hacia una mejor conducta y a sus súbditos hacia costumbres más cristianas.

Educó a ocho hijos con tal piedad que varios de ellos vivieron en la más alta perfección. Sin embargo, nada en ella fue tan admirable como su ardiente caridad hacia el prójimo. La llamaban la Madre de los Huérfanos y la Tesorera de los Pobres de Jesucristo. Margarita se privó no solo de lo superfluo, sino incluso de lo necesario, adquiriendo así la perla más preciosa del Reino de los Cielos.

Purificada por seis meses de sufrimientos corporales, entregó su alma a Dios en 1093, en Edimburgo.

La santidad de su vida y los numerosos milagros realizados tras su muerte hicieron famoso su culto en todo el mundo.

Fue designada por Clemente X patrona de la nación escocesa, sobre la que reinó durante unos treinta años.

Admiremos la obra del Espíritu Santo en el alma de la santa Reina elegida por Él para el desarrollo del Reino de Cristo en Escocia, y oremos a la santa por el retorno de este país a la unidad romana.

Lo maravilloso es enteramente alcanzable

Me parece que, en relación con esta biografía, se puede comentar la existencia de lo maravilloso en la Edad Media. No de lo maravilloso como una fábula o una leyenda, sino como algo que es alcanzable. La brumosa Escocia era considerada una especie de Congo de su época, una tierra de misión, pues sus habitantes eran semisalvajes. Sin embargo, en ese entorno, esta flor florece.

Es una princesa que viene trayendo para Escocia la sangre más ilustre y, con ella, la flor de la civilización occidental. Al mismo tiempo, es una reina maravillosa, que deja varios hijos en un estado de perfección, ilustres por sus virtudes; que intercedió por el pueblo, dio limosnas, obró milagros, y todo ello siempre ungido por la corona real. Esto da una idea tan completa de realeza, pero también de un mundo concreto donde las maravillas son posibles y donde lo extraordinario y lo estupendo son posibles, que termina siendo una especie de plenitud del principio axiológico: esa afirmación de que las cosas pueden encontrar orden, que pueden encontrarse naturalmente en una disposición ordenada, y que ese orden, incluso el más maravilloso y audaz, se realiza en la Tierra.

Es interesante ver cómo esto contrasta con el minimalismo del apostolado actual. Cuando se logra que una persona sea más o menos buena, inmediatamente se arma una fiesta. En aquel entonces, por el contrario, el apostolado de la Iglesia era maximalista: se suponía que las reinas debían ser santas, y algunas de ellas, de hecho, lo eran. Y estas santas difundieron tanto el buen aroma de Jesucristo por todas partes que terminaron sacralizando la propia dignidad real y creando una especie de atmósfera de cuento de hadas, de maravilla de la civilización Medieval, del cual los vitrales son un reflejo.

Santa Margarita socorriendo a los pobres – Basílica de San Patricio, Montreal

Los vitrales representan a los santos entre fuegos incandescentes, entre pequeños fragmentos de vidrios dorados, color de rubí o esmeralda, con una luz sobre sus cabezas, la corona real sobre una mesa, la santa derramando flores a su alrededor, etc. Todo esto es una imagen de cómo el medieval concebía la vida, por ejemplo, la de Santa Margarita, reina de Escocia.

Santa Margarita – Museo de Bellas Artes, Dijon, Francia

O el pueblo se maravilla con Jesucristo o se inclina por Barrabás

El pueblo, le guste o no, busca lo maravilloso, y una reina así impide que el pueblo se entretenga con la vida abominable de actores, actrices, futbolistas y tantas otras cosas por el estilo. Tomemos como prueba de ello la facilidad con la que se creó un culto a la personalidad en Rusia con esa horrenda “maravilla” que fue Stalin. Si no se presenta cierto tipo de maravilla, debe presentarse otro. Y cuando el pueblo no se maravilla con Jesucristo, termina maravillado con Barrabás.

Para ver el efecto de la vida de Santa Margarita en el alma de la gente, imaginemos, por ejemplo, que la princesa Margaret Rose2 se convirtiera y comenzara a hacer milagros; que se la viera dando limosna a los pobres —pero no de forma socialista—, sus hijos fuesen considerados verdaderos santos, y todo eso se diese en un ambiente de leyenda.

Sin duda, sería odiada y se desataría una terrible persecución contra ella; pero, al mismo tiempo, miles de almas vibrarían de entusiasmo por ella, y su fotografía estaría en las paredes de los hogares de obreros y campesinos de todo el mundo. ¡Qué impresión tan prodigiosa causaría este simple hecho!

El prestigio de una reina en Escocia en aquella época era inmensamente mayor que el de una reina de hoy, y a fortiori, el de una princesa.

Cabe imaginar, entonces, la fama de Santa Margarita, reina de Escocia, en toda la cristiandad.

Aún más: imaginen que esto no lo hubiera hecho la princesa Margaret Rose, sino la reina de Inglaterra. ¿Sería alguien capaz de derrocar la monarquía inglesa? Quizás, porque la monarquía inglesa, desde esta perspectiva, sería la institución más débil o la más fuerte. Pero si no consiguieran derrocarla, durante siglos nadie más lo haría, simplemente porque solo una santa, una verdadera y gran santa, llegó a ocupar el trono.

¿Un castigo para toda la Cristiandad?

Ahora hago una aplicación y planteo una pregunta: ¿por qué no aparecieron más santos como Santa Margarita en las familias reales?

Incluso se podría argumentar que sí aparecieron santos como ella en las familias reales después de la Edad Media. De hecho, los hubo, pero no fueron tan grandes ni tan ilustres, pues llegó la Revolución, destronó a muchas de estas familias, las liquidó, dejándolas reducidas a la nada. Y cuando uno piensa que la santidad florecerá en sus filas, ve que ella se vuelve más rara que nunca.

El Dr. Plinio en 1964

Esto es un castigo para toda la cristiandad, porque el rey santo a menudo es suscitado como premio para el pueblo. Sin embargo, el pueblo merece cada vez menos al rey santo o al príncipe santo o al líder santo nacido de linaje real. Por lo tanto, estas cosas están desapareciendo.

(Extracto de conferencia del 6/9/1964)

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1) Missal Cotidiano e Vesperal, de Dom Gaspar Lefebvre, p. 1227. Bélgica: Desclée de Brouwer, 1940.

2) Condesa de Snowdon, hermana de la reina Isabel II (*1930 – †2002).

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