
Al igual que el sagrario tiene un velo o cortinilla, el conopeo, el sacerdote al celebrar la Eucaristía lleva un ornamento propio, la casulla, que significa pequeña casa.
Su uso está vinculado a la “paenula”, un tipo de manto o capa que se utilizaba en la antigua Roma, adoptado posteriormente en la liturgia cristiana. Su forma fue variando a lo largo de los siglos, cambiando tambiénlos materiales con los que se confeccionaba, y su simbolismo se iba enriqueciendo con el paso del tiempo.
La oración sugerida cuando el sacerdote se reviste de la casulla es muy expresiva en este sentido: “Señor, que dijiste: ‘Mi yugo es suave y mi carga ligera’ (Mt 11, 30); haced que de tal modo sepa yo llevarlo para alcanzar vuestra gracia. Amén”. De esta manera, llevar el yugo del Señor significa revestirse de Cristo (cf. Rm 13, 14), aprender de Cristo, revestirse de la caridad (cf. Col 3, 14).
Por lo tanto, de acuerdo con la tradición de la Iglesia, la “pequeña casa” está confeccionada con finos tejidos y preciosos adornos, de modo que reflejen el esplendor de la caridad que debe adornar a quien actúa in persona Christi, en la persona de Cristo; y también porque, según explica el Papa Inocencio III en De sacrosancto altaris mysterio, la casulla es la vestidura nupcial a la que se refiere Jesús en el Evangelio: “Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin el vestido de boda?” (Mt 22, 12).