… por qué la figura del pez es un símbolo de Nuestro Señor Jesucristo?
En el paraíso, Adán le dio a cada animal un nombre según su función en la creación (cf. Gén 2, 19). Pero probablemente nuestro primer padre ni siquiera sospechaba que varios de esos seres vivos se convertirían en símbolos del Nuevo Adán.
En efecto, Jesucristo es el León de Judá expulsando a los mercaderes del Templo y el Cordero inmolado en el calvario. En sus propias palabras, se asemeja a la gallina que reúne bajo sus alas a los polluelos dispersos (cf. Mt 23, 37) y a la serpiente elevada en el desierto para la salvación de los hebreos (cf. Jn 3, 14). Además, la piedad de los fieles lo ha asociado con el pelícano en la Eucaristía y… con el pez.
Pero ¿en qué se parecen el pez y el Hombre-Dios?
En los primeros siglos del cristianismo, debido a las sangrientas persecuciones, los católicos tuvieron que ocultar su condición, practicando la religión a escondidas, hasta el punto de tener que celebrar la misa en las catacumbas. En esta vida clandestina, empezaron a crear códigos y signos para identificarse.

Dichas figuras tenían que ser absolutamente indescifrables. Y así, el pez fue un gran hallazgo, pues aún hoy mucha gente no sabe interpretar su significado.
En griego, lengua de uso común por entonces, pez se escribe ikhthýs. Ahora bien, éstas son las iniciales de las palabras Iesoûs Khristòs Theoû Huiòs Sotér (Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador), escritas en caracteres griegos.
De este modo, en la época de las catacumbas, ese animal acuático, aparentemente tan inocuo, se convirtió en símbolo de Cristo y en signo de identificación para sus seguidores.