
… por qué la Biblia está dividida en capítulos y versículos?
Divide et impera fue el lema del poderío romano durante todo el tiempo que duró. Este viejo consejo, sin embargo, no sólo tiene voz y voto en lo que se refiere a descomponer el imperio en regiones, el ejército en falanges o el enemigo en facciones, sino que también se aplica admirablemente a la vida cotidiana: en la división de horarios, en la distinción de conceptos, en la delegación de tareas…
Por increíble que parezca, la regla de oro vale incluso hasta para… ¡la Palabra de Dios! Con esta convicción, Esteban Langton, arzobispo de Canterbury y canciller de la Universidad de París a principios del siglo xiii, dividió los libros de la Sagrada Escritura en capítulos. Como buen catedrático y mejor prelado, sabía que la Biblia es la condensación, por escrito, de la Revelación que el Creador hizo de sí mismo y que las palabras que contiene, además de sublimes, son muy numerosas… Por eso, los hombres tienen necesidad de saborearlas poco a poco.
Pasaron los años, crecieron las luchas. Las páginas sacras se convirtieron en un arma. En pleno enfrentamiento con el protestantismo, Roberto Estienne confirió mayor precisión y presteza a la indicación de los pasajes sagrados. Basándose en los estudios del dominico hebraísta Sante Pagnini, publicó en 1555 una Biblia ya dividida en versículos, tal y como la conocemos hoy.
Así pues, la división en capítulos y versículos es resultado tanto del deseo de escuchar más claramente las palabras de la Revelación como de las batallas apologéticas por su correcta interpretación.