San Pedro Julián Eymard y la Adoración al Santísimo Sacramento

Publicado el 08/02/2021

La grande obra del Verbo encarnado fue la glorificación perfecta de Dios y la redención del mundo mediante el sacrificio de la Cruz. La grande obra de Jesús sacramentado es la continuación de la perfecta glorificación divina y de la redención mediante el sacrificio del altar: Por cada uno de los sacrificios conmemorativos, se celebra el trabajo de la redención de la deuda que se lleva a cabo , dice la Liturgia. La Eucaristía es, pues, ante todo, sacrificio. El santo estaba penetrado de esta verdad. “La santa misa, que renueva la inmolación del Salvador y nos aplica personalmente todo el mérito del sacrificio de la cruz, es el acto más excelso, más santo, más meritorio para el hombre y más glorioso para Dios”, dice en el Directorio que escribió para sus agregados. Recomendaba mucho la asistencia cotidiana a la misa. Hasta el mismo método de oración, está calcado sobre el santo sacrificio de la misa, por entender que no cabe hacer oración más perfecta que imitando en lo posible la oración por excelencia de Jesucristo y de la Iglesia.

Respecto de la Comunión, fue apóstol entusiasta de la Comunión frecuente, porque veía en ella el gran medio de vivir de Jesucristo y también el mejor medio de unirse al sacrificio de Jesucristo. “En los primeros tiempos asistir al santo Sacrificio y comulgar eran dos actos casi inseparables, y los pastores de la Iglesia han aconsejado siempre con especial ahínco unirlos. De ahí que el Concilio de Trento desee ver comulgar a los fieles en cada misa que oyeren para poder participar de todo el fruto del santo sacrificio y unirse a la comunión del Sacerdote de una manera más perfecta”.

El apostolado de san Pedro Julián y su magisterio espiritual se extendía a la Eucaristía considerada desde todos sus aspectos, pero de un modo muy particular tenía por objeto el misterio de la real presencia.

Aunque oculto y anonadado bajo los velos eucarísticos, no por eso deja de ser nuestro Salvador el soberano monarca del universo, principio y fin de la tierra y de los astros todos. Cuanto más se humilla por amor nuestro, tanto más digno es nuestro Rey de que le erijamos tronos magníficos y promovamos su reinado social sobre todo el mundo. “Jesús sacramentado es un conquistador que quiere someter a su dulce imperio el universo entero”, y la realización de este deseo por la exposición solemne del santísimo Sacramento y por el culto de la adoración fue lo que más le preocupó. “Hoy en día la exposición solemne de Jesús sacramentado es la gracia y la necesidad de nuestra época… Los planetas quedan a oscuras cuando el sol se eclipsa. La devoción a los santos no tiene eficacia sino por Jesucristo, a quien debe conducirnos. Cuando el Rey no recibe honores, sus miembros carecen de prestigio, y cuando el soberano es insultado, todos los ministros son también menospreciados. El gran mal del tiempo presente está en que no se va a Jesucristo como a Salvador y Dios…”

¿Qué hacer? Volver al manantial de la vida, a Jesús; pero no sólo a Jesús de paso por la Judea, o a Jesús glorificado en el cielo, sino sobre todo a Jesús presente en la Eucaristía. “Hay que hacerle salir de su retiro para que se ponga de nuevo a la cabeza de la sociedad cristiana que ha de dirigir y salvar. Hay que construirle un palacio, un trono, rodearle de una corte de fieles servidores, de una familia de amigos, de un pueblo de adoradores”.

Preparar el advenimiento de este reinado eucarístico “tan bueno, tan hermoso, tan poderoso, tan delicioso para el alma que penetra su secreto”, tal fue más en particular su obra providencialen la Iglesia.

Y así escribe el decreto de aprobación de los dos milagros requeridos para la canonización, con fecha 15 de julio de 1962: “Entre los amantes insignes de la divina Hostia, que crearon Institutos y asociaciones para extender el esplendor de los ritos sagrados. Adorar al augustísimo Sacramento de día y de noche y para desagraviar los desacatos y las injurias al mismo inferidas, obtiene el puesto principal fuera de toda duda el Beato Pedro Julián, fundador de los presbíteros y de las siervas del santísimo Sacramento”.

Deje sus comentarios

Los Caballeros de la Virgen

“Caballeros de la Virgen” es una Fundación de inspiración católica que tiene como objetivo promover y difundir la devoción a la Santísima Virgen María y colaborar con la “La Nueva Evangelización” , la cual consiste en atraer los numerosos católicos no practicantes a una mayor comunión eclesial, la frecuencia de los sacramentos, la vida de piedad y a vivir la caridad cristiana en todos sus aspectos. Como la Iglesia Católica siempre lo ha enseñado, el principal medio utilizado es la vida de oración y la piedad, en particular la Devoción a Jesús en la Eucaristía y a su madre, la Santísima Virgen María, mediadora de las gracias divinas. Sus miembros llevan una intensa vida de oración individual y comunitaria y en ella se forman sus jóvenes aspirantes.

version mobile ->