
Si la persona que es tentada comienza a tener temor y perder el coraje de sufrir las tentaciones, no hay bestia tan fiera sobre la faz de la tierra que pueda compararse con la malicia infernal.
P. Georges Hoornaert, SJ.
¿He dicho lo bastante con recomendar ser prudente? Para emplear la palabra adecuada y el adjetivo propio, menester sería aconsejar más bien el ser «intransigente».
La materia de que hablamos es resbaladiza. Siempre resulta más fácil no lanzarse que detenerse en marcha. El vicio es una pendiente resbaladiza. Por tanto, no te pongas en el disparadero. Es más prudente no gustar nada de ciertas frutas y ciertos cigarrillos, que gustar un poco.
Es más sencillo no empezar una cosa, que hacerla a medias. Es más cuerdo evitar las ocasiones que pensar que «en medio del ataque ya veré cómo dar cara al enemigo».

San Ignacio de Loyola
San Ignacio recomendaba vivamente ser tajante e intransigente en la lucha contra el demonio.
«El enemigo se hace como mujer, en ser débil pero por obstinado. Porque así como es propio de la mujer, cuando riñe con algún varón, perder el ánimo dando huida cuando el hombre se le opone con el ánimo fuerte y la frente erguida; y por el contrario, si el varón comienza a huir perdiendo el coraje, la ira, venganza y ferocidad de la mujer, es muy crecida y tan sin mesura; de la misma manera es propio del enemigo acobardarse y perder el ánimo huyendo con sus tentaciones, cuando la persona que se ejercita en las cosas espirituales le muestra firmeza haciendo lo diametralmente opuesto.
Y por el contrario, si la persona que es tentada comienza a tener temor y perder el coraje de sufrir las tentaciones, no hay bestia tan fiera sobre la faz de la tierra que pueda compararse con la malicia infernal …» (Ejercicios Espirituales n° 325).
Tomado del libro La gran guerra. El combate de la pureza; pp, 69-70