Siempre que me refiero a Nuestra Señora, tengo muy presente la devoción al Inmaculado Corazón de María. Cuando adoramos el Sagrado Corazón de Jesús tenemos en consideración no solo la afectividad, la bondad, sino también toda su personalidad y conjunto de virtudes. Así también, el culto de hiperdulía que rendimos al Corazón Inmaculado de María abarca y expresa nuestro amor a su afecto, su bondad, su misericordia de Madre, bien como su pureza y todas las virtudes excelsas, poseyéndolas en un grado inconcebible por nosotros. Este cuadro presente en mi apartamento representa a Nuestra Señora en su resplandor, teniendo tras de sí una serie de luces fulgurando, como que emanadas principalmente de la cabeza y conformando una especie de aureola. María Santísima está sujetando su Inmaculado Corazón, presentándolo a los hombres como quien dice: “Él es tuyo, yo te lo daré si me lo pides”.
Por lo tanto, es una invitación a rezar a su Inmaculado Corazón, pues Ella misma nos aconsejó: “Sean devotos de mi Inmaculado Corazón y recibirán incontables gracias”.
(Extraído de conferencia de 27/2/1992) Revista Dr. Plinio Nº 26