Súplica ardiente, filial, magnífica y respetuosa

Publicado el 01/14/2025

Virgen Refugio de los Pecadores – Iglesia de Santa María de Porto Salvo, Isla de Isquia, Italia

Virgen Refugio de los Pecadores – Iglesia de Santa María de Porto Salvo, Isla de Isquia, Italia

En medio del mar agitado de tentaciones y pruebas que caracterizan nuestra trayectoria hacia el Cielo, María Santísima es la Estrella cuya luz resplandece en la noche de los infortunios. Ella es la Madre tiernísima, consoladora y esperanza en todos los momentos y etapas de nuestra vida espiritual

Hay una oración a Nuestra Señora –la cual reputo una verdadera maravilla– sacada de un libro atribuido a Tomás de Kempis, autor de la Imitación de Cristo, obra maestra de unción, teología y piedad.  

Antes de considerarla, es necesario que tengamos presente lo siguiente: a lo largo de la vida espiritual, el alma pasa por varias desolaciones, de modo culposo o no, que la abaten, la postran y tienden a quitarle el ánimo.

Estados de prueba interior en la trayectoria de las almas hacia el Cielo

Algunos autores de vida espiritual sustentan la tesis de que lo peor del pecador no es el pecado, sino el estado de desánimo al cual queda reducido después de una caída y la falta de coraje para aproximarse a Dios Nuestro Señor como un verdadero hijo.

Tomás de Kempis

Hay almas pecadoras que prevarican y se ahondan en la postración y en el abatimiento. Hay otras que no pecan propiamente, en el sentido de cometer una acción directamente contraria a los Mandamientos, pero acaban por caer en la tibieza. Esa es la caída más inopinada y frecuente en la vida espiritual: el fervor va en “alta mar” y, de repente, sobreviene la tibieza, y la llama va disminuyendo hasta extinguirse. Todo se transforma en tedio, monotonía y desinterés: todo es aridez, desolación y sequedad de espíritu.

A veces esto se da por el hecho de haber consentido en un pecado de tibieza, pero también puede constituir una prueba, de la cual no se tiene culpa alguna. Esos son los estados trágicos por los cuales la persona pasa y que constituyen la trayectoria hacia el Cielo. Atravesándolos de modo victorioso, el alma alcanza la gloria celestial.

Especialmente durante esas etapas difíciles, Nuestra Señora es invocada como la “Estrella del Mar”, de aquel mar nocturno y agitado de todas las olas, con fuertes vientos y vendavales. Ella es la Estrella que nos guía y nos salva de las varias tempestades y maremotos de nuestra vida espiritual.

Teniendo esto presente, contemplemos la oración, colocándonos en la perspectiva de un alma pecadora o tibia; o del alma inocente, atribulada y asolada por la desolación de los grandes vendavales de la aridez. Reina llena de gracias y Virgen serena Yo te saludo, María, llena eres de gracia, Virgen serena, esperanza singular… María está llena de gracia y tiene de modo superabundante todo lo que necesitamos. Nuestra actitud equivale, por lo tanto, a la de un mendigo que se dirige a una reina riquísima: “Yo os saludo, Majestad, Señora de todas las riquezas del reino. Mi miseria os presta homenaje e implora vuestra misericordia”. Es una bonita condición de humildad y confianza. …Virgen serena…

¡Ella es tan serena, tan plácida! Hasta en el momento tremendo del Consummatum est, se conservó virginalmente serena junto a la cruz de Nuestro Señor Jesucristo.

Si estoy conmocionado, agitado, probado, afligido, atormentado, debo poner mis ojos en su semblante pacífico y esperar que haya una transfusión a mí de algo de su serenidad.

Esperanza suprema, tierna Madre de los huérfanos

…esperanza singular de los infelices… Singular aquí quiere decir la esperanza suprema. Como Nuestra Señora es la única esperanza, en Ella confían los más desventurados, aunque se vean en situaciones irremediables en las cuales no tienen razón para esperar, por toda especie de motivos.

 …tierna Madre de los huérfanos, os saludo.

¿Por qué “huérfanos”? Como consecuencia del pecado original, el ser humano es huérfano, porque vive en esta Tierra lejos de Dios. Nuestra Señora es precisamente la tierna Madre de todos los huérfanos. Por eso los ojos se vuelven hacia Ella como diciendo: “en mi orfandad, como en la de todos los hombres, porque de todos sois Madre”.

¡Cuánta belleza y cuánta esperanza están contempladas en esa oración!

Crucifixión – Iglesia de Santiago, Villarreal, España

Socorro y fortaleza de los débiles

Cuando toda la sabiduría y toda la fuerza se retiran de mí, y en nada me puedo apoyar…

Nuestra Señora, Estrella del Mar – Iglesia María Estrella del Mar, Los Ángeles, EE.UU.

Es el alma pecadora, de la cual la sabiduría y la fortaleza se retiran, y no tiene dónde más apoyarse.

…cuando el tedio de la vida presente y la angustia del corazón me estrechan tan fuertemente, que yo casi no puedo hacer nada en este mundo…

Se trata del alma que cayó en el aburrimiento, a veces sin culpa propia, y siente el peso de la vida, donde la práctica de la virtud se vuelve supremamente difícil y monótona.

…cuando el sol de la alegría desapareció y una noche de temores y tristeza…

Es la situación del alma que otrora fue alegre, pero vinieron tentaciones, las pruebas y el sol del regocijo sobrenatural desapareció; reina la noche de temor y tristeza, semejante a la de la agonía de Nuestro Señor Jesucristo. ¿Podría haber algo peor?

De un lado la prueba, y de otro las tendencias ruines que crecen y se agitan en su interior; y el miedo de ser sumergida en la tentación.

Madre y Consoladora de los afligidos

También cuando una adversidad se agiganta o llega una enfermedad imprevista, enfermedad que hace sufrir, enfermedad que abate y enfermedad que lleva consigo el espectro de la muerte.

La muerte en sí es un castigo y, salvo una gracia especial, los hombres la temen. Cuántas y cuántas veces las sombras de la muerte nos circundan por todos lados en la inminencia de envolvernos. Nos viene la idea de nuestra muerte, la muerte de algún próximo a quien amamos… Esas sombras van cercándonos, como una especie de crepúsculo que posa sobre nosotros.

Cuando todos esos males caen sobre mí, ¿hacia dónde huiré?

Quien sufre males, tiene ganas de huir, es evidente.

¿Hacia qué lado me volveré sino hacia Vos, buena Consoladora de los pobres?

Aquí la palabra consolación tiene dos sentidos. En primer lugar, consolar significa dar fuerzas. O sea, a aquellos que son débiles, que no tienen fuerza en sí mismos, pero saben que rezando alcanzarán esa fuerza y las piden para resistir; Nuestra Señora es quien da las fuerzas.

Hay también otro sentido que no es solo la fuerza para luchar, sino el cariño, el afecto, la dulzura que penetra en el alma para compensar tanta amargura y tristeza, tanta prueba. Es una sonrisa de la Santísima Virgen para el alma. Ella es la Consolatrix afflictorum.

María, Estrella brillante del mar

¿En cuál horizonte fijaré mis ojos para alcanzar el puerto, sino en Vos, Estrella brillante del mar, que siempre resplandecéis y no escondéis jamás la luz de vuestra gracia?

En la noche de los infortunios, Ella es la Estrella cuya luz resplandece siempre y guía a los navegantes.

Oh María, ¡Madre suave y bienamada! Sí, Vos sois la Estrella brillante del mar; Vos que consoláis a todos aquellos que os contemplan y os llaman, y los conducís luego al puerto de la tranquilidad…

En tiempos remotos, los navegantes se guiaban por las estrellas, particularmente por una, cuya presencia les señalaba el camino durante la noche, de manera que, en la inmensidad del océano, aquellos barquitos no tenían otro rumbo sino mirarla. Nuestra Señora, en la terrible navegación de la vida, es nuestra Estrella del mar.

…yo me refugio cerca de Vos. Si estáis cerca de mí, mi gloriosa Señora, ¿Quién será contra mí?

Por lo tanto, si nos refugiamos junto a Nuestra Señora y nos colocamos bajo el manto de su protección, el demonio nada podrá contra nosotros. Y si concedéis vuestra gracia, ¿Quién la podrá rechazar?

El Dr. Plinio en Aparecida del Norte, en diciembre de 1968

Ahora bien, Ella siempre concede gracias; se trata de que nunca las rechacemos.

“¡Decidme que Vos sois mi Madre!”

Extended, pues, vuestros brazos sobre mi cabeza, para que yo me refugie bajo su sombra.

 ¡Qué gesto, qué intimidad bonita! Pedir a Nuestra Señora que extienda sus manos sobre mi frente exhausta, cansada, preocupada, sufridora y eso bastará.

Decid a mi alma: “Yo soy tu Abogada, nada temas. Como una madre consuela a su hijo, así Yo te consolaré.”

Es propio de la devoción mariana oír esa palabra interior que Nuestra Señora comunica a las almas de un modo misterioso. No hay alma verdadera marial que no haya sentido en sí algo de esa moción interior. ¡Es la voz inconfundible de la Virgen!

Entonces, se sigue el pedido: “Por esta voz misteriosa que no alcanza los oídos, pero llena el alma, ¡decidme que Vos sois mi Madre y solo entonces seré tranquilizado!”

Es una súplica ardiente, filial, magnífica y respetuosa a la Santísima Virgen.

(Extraído de conferencia del
25/5/1968)

Deje sus comentarios

Los Caballeros de la Virgen

“Caballeros de la Virgen” es una Fundación de inspiración católica que tiene como objetivo promover y difundir la devoción a la Santísima Virgen María y colaborar con la “La Nueva Evangelización” , la cual consiste en atraer los numerosos católicos no practicantes a una mayor comunión eclesial, la frecuencia de los sacramentos, la vida de piedad y a vivir la caridad cristiana en todos sus aspectos. Como la Iglesia Católica siempre lo ha enseñado, el principal medio utilizado es la vida de oración y la piedad, en particular la Devoción a Jesús en la Eucaristía y a su madre, la Santísima Virgen María, mediadora de las gracias divinas. Sus miembros llevan una intensa vida de oración individual y comunitaria y en ella se forman sus jóvenes aspirantes.

version mobile ->