
Aquel 13 de mayo de 191, el icono de la Virgen Iverskaya fue fusilado, y consta que lloró al ser profanado.Todo indica que ese culto a Nuestra Señora es anterior a la ruptura de aquella nación con Roma, teniendo incluso, quién sabe, un significado auspicioso para la conversión de Rusia, anunciada en el mensaje de Fátima.
Plinio Corrêa de Oliveira
Una de las más importantes colecciones de iconos —pinturas religiosas típicas de Oriente— existentes en Europa, y quizá en el mundo, se encuentra en la pequeña localidad de Torrejón de Ardoz, no muy lejos de Madrid. Allí, en la antigua granja del colegio jesuítico de San Isidro, es donde el noble Sergio Otzoup instaló su Museo de Iconos. […]
Si recorremos las instalaciones de la Casa Grande y entramos en el Museo de Iconos, hay una pintura de la Madre de Dios que llama especialmente la atención: la Virgen Iverskaya o Virgen Ibérica.
En ella, la Madre de Dios es representada con el Niño Jesús en su brazo izquierdo, con la majestad de quien se sienta en su trono natural. Es en María donde Jesús encuentra sus complacencias. La Virgen, al mismo tiempo que sostiene con sumo cuidado y protección al Niño Dios, con el brazo derecho le indica al fiel que Él es el modelo de todas las perfecciones y el Juez supremo de todas las causas. Como Medianera universal de todas las gracias que es, su tierna mirada se dirige a cada devoto que se presenta a sus pies, invocando su intercesión y confiando en su amparo.
La armonía, la dulzura que se desprenden de la pintura —toda hecha de colores, en donde predominan el rojo y el dorado, pero suaves y matizados— son contradichas violentamente al observar en ella algunos agujeros provocados por balas de fusil. Se perciben marcas clarísimas de fusilamiento, tanto en el rostro de la Madre como en el del Hijo.
Este hecho insólito encuentra su explicación en un pasado aún reciente. ¿La fecha? El 13 de mayo de 1917.
Sí. Mientras en Fátima Nuestra Señora se aparecía por primera vez, iniciando una serie de manifestaciones en las que profetizaba la expansión de los errores de Rusia por el mundo entero, como azote por los pecados del género humano, y prometía el triunfo final de su Corazón Inmaculado, en Moscú esa profanación era cometida durante los disturbios que precedieron a la Revolución bolchevique.
Infelizmente, como es bien sabido, con el cisma de Oriente, pequeño fue el número de fieles que en el imperio de los zares continuaron manteniendo su fidelidad al trono de San Pedro. […] Todo indica que ese culto a Nuestra Señora es anterior a la ruptura de aquella nación con Roma, teniendo incluso, quién sabe, un significado auspicioso para la conversión de Rusia, anunciada en el mensaje de Fátima.
Dentro del cisma, la Virgen Santísima continuó siendo venerada —si bien que fuera de la verdadera Iglesia de Cristo— en muchos santuarios, y por medio de varios iconos esparcidos por todo aquel vasto territorio. Entre ellos, destacaba el de la Virgen Ibérica, que es la patrona de Moscú, y cuyo nombre tiene su origen en la Iberia, región del sur de Rusia, en la zona del Cáucaso. Esta pintura de María se exhibía en una pequeña capilla en la entrada del Kremlin. […]
Depuesto el zar, durante la efímera regencia del príncipe Lvov, bajo el gobierno de Kerensky, la capilla de tal forma fue destruida aquel 13 de mayo del año de la revolución comunista que de ella no quedó piedra sobre piedra. El icono de la Virgen Iverskaya fue fusilado, y consta que lloró al ser profanado. Considerada perdida durante los meses que precedieron a la Revolución bolchevique, la pintura de la Madre de Dios pudo ser conservada junto con otros muchos iconos, gracias a Sergio Otzoup, que en diciembre de 1918 logró sacarlos de Rusia.
Hoy, expuesta en el Museo de Iconos de la Casa Grande, la Virgen Iverskaya —profanada por odio a la religión— permanece como un signo de esperanza, sobre todo para Rusia y también para el mundo, de la nueva era prometida por Nuestra Señora en Fátima, y profetizada por San Luis María Grignion de Montfort —el extraordinario misionero francés del siglo XVII— como el Reino de María. ◊
CORRÊA DE OLIVEIRA, Plinio.
«Virgem Iverskaya, esperança de conversão da Rússia».
In: Catolicismo. Campos dos Goytacazes. Año XXXVI.
N.º 425 (mayo, 1986); p. 20.