San Juan Eudes.
Como Hijo y Madre sólo son uno, al no tener más que un espíritu, un corazón y una voluntad, también tienen, en cierta manera, una sola predestinación. Porque no hallándose Jesús en los designios eternos de Dios sino como Hijo de María, y María no teniendo en ellos otro lugar sino como Madre de Jesús, se puede decir que no tienen más que una misma predestinación.
De ahí viene que la Iglesia y los santos doctores apliquen a la Madre del Salvador las mismas palabras que el Espíritu Santo ha empleado para expresarnos la elección y la predestinación eterna de su Hijo: “El Señor me tuvo consigo al principio de sus obras. Desde la eternidad tengo yo el prin- cipado de todas las cosas” (Pr 8, 22-23).