
El papel de las leyendas es transmitir una verdad superior a la propia realidad histórica. Esto fue lo que sucedió con uno de los monumentos más bellos e históricos de la Cristiandad, la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma, donde la misma Madre de Dios quiso dejar trasparecer su forma de ser y de actuar.
Plinio Corrêa de Oliveira.
Hay cosas magníficas depositadas en la Basílica de Santa María la Mayor como, por ejemplo, pedazos del pesebre donde el Niño Jesús reposó y el primer oro sacado de América.
Un ambiente saturado de historia
Me gustaría describir, antes que nada, qué es un ambiente saturado de historia. Vean la bella realidad contenida allí: reconociendo de tal manera a Nuestra Señora como Medianera de todas las gracias, los conquistadores retiraron las primicias del oro del nuevo Continente y, en vez de aplicar en transacciones bancarias, utilitarias, las destinaron –“inútilmente” diría un pragmático– para adornar el techo de una iglesia dedicada a la Madre de Dios, para glorificarla. Después, vemos el recuerdo espléndido del rosario rezado por San Pío V, durante el cual tuvo la revelación de la victoria de la Batalla de Lepanto.
Por tanto, todos esos grandes hechos históricos –uno de ellos divino, pues toca en la Encarnación del Verbo– dejaron sus trazos en el mismo monumento. En eso consiste el esplendor de una civilización tradicional.
Historia y leyenda indicando el origen de la basílica

Altar principal de la Basílica
Paso ahora a las consideraciones sobre Nuestra Señora de las Nieves. Una linda leyenda nacida en la Edad Media relata que Nuestra Señora se apareció en sueños al Papa Liberio, mandando que construyera una basílica sobre el Monte Esquilino, localización actual de Santa María la Mayor. Al día siguiente, él debía ir hasta allá y, en el lugar donde encontrara una nieve milagrosa, aunque estuviesen en plena canícula, indicaría el lugar de la colocación de la basílica deseada por Nuestra Señora. Por eso también quedó conocida como Iglesia de Nuestra Señora de las Nieves.
Otro dato magnífico que sabemos por tradición es que esa iglesia fue la primera en Roma en ser consagrada a Nuestra Señora. Según Don Guéranger:
Fue a mediados del siglo IV que el Papa Liberio añadió un ábside a una vasta sala y la consagró al culto. Sixto III la reconstruyó casi enteramente y luego la dedicó, alrededor del año 435, a la Virgen, de quien el Concilio de Éfeso, en 431, había definido la Maternidad Divina y consagrado en el nombre de Teotokos, que significa Madre de Dios. Fue entonces cuando la basílica recibió y conservó su nombre de Santa María la Mayor.
Según esa nota, la iglesia data de mediados del siglo IV en cuanto templo cristiano, pero la sala utilizada como núcleo de la Basílica, y a la cual se añadió una parte del edificio, viene de un tiempo indeterminado. Una vez más se comprueba el esplendor de la tradición. Santa María la Mayor es la basílica de Nuestra Señora por excelencia y por eso merece bien su nombre.
La leyenda existe para demostrar una realidad superior

Fundación de la Basílica de Santa María la Mayor – Museo Agustiner, Freiburg im Breisgau, Alemania
Dense cuenta del bello papel de las leyendas. A los espíritus cartesianos no les gustan tales narraciones porque, al no poder demostrar su veracidad, no comprenden que existen para indicar una verdad superior a la propia verdad histórica.
En el caso de Santa María la Mayor, la leyenda presenta una serie de factores que hacen trasparecer la forma de ser y de actuar de Nuestra Señora. Por ejemplo, en Ella es propio transgredir todas las reglas de distancia que hay entre el Cielo y la Tierra, de tal manera que se le aparece a un Papa y señale el lugar donde será realizado algo maravilloso. Así, durante el terrible calor de Roma, hace caer nieve para indicar el lugar elegido para Ella.
Una vez que la nieve es un refrigerio en el calor, Nuestra Señora representa para nosotros, en nuestra vida, como la nieve en medio del calor de nuestras batallas, probaciones y sufrimientos, en las dificultades de esta vida; es la nieve albísima, blanquísima, inmaculada, refrigerante, que nos da un anticipo del cielo. De manera que, aunque el hecho no sea verdadero, es enteramente válido lo que él nos sugiere al respecto de Nuestra Señora y, por tanto, presenta una verdad de carácter superior. Es el mérito de la leyenda.
Milagros y hechos históricos

Sepulcro de San Pío V enla misma Basílica
Fue en esa basílica que, en una noche de Navidad, Nuestra Señora depositó al Niño Jesús en los brazos de San Cayetano de Thiene, y donde San Ignacio de Loyola celebró su primera misa también durante una noche de Navidad. Allí, está sepultado el gran San Pío V, Papa santo e inquisidor mayor, el gran enemigo del protestantismo e inspirador de la Batalla de Lepanto, quien conquistó la victoria de los cruzados, por la recitación del rosario.
Además, en la iglesia hay una capilla con un cuadro de Nuestra Señora, tal vez el más antiguo que se conoce, pues se cree que fue pintado por San Lucas, delante del cual le gustaba rezar a San Carlos Borromeo, y donde entregó una regla monástica a los canónigos de esa basílica, atestiguando así su gratitud hacia la Madre de Dios.
Vemos, por tanto, además de todas esas tradiciones, un gran desfile de santos. Cuántas maravillas en una sola cosa. Insisto una vez más en la importancia de la tradición y la importancia de la leyenda.