Varón providencial

Publicado el 04/07/2025

Siempre en el extremo límite de sí mismo, afectuoso
y combativo; lleno de imprevistos y sorpresas, dando
a todo una nota de alegría y jovialidad; eficaz en la
fuerza de persuasión, con un espíritu absoluto, humilde
y abnegado; tales son los atributos del Sr. João Clá,
dotado de un carisma especial para el apostolado.

Plinio Corrêa de Oliveira

Uno de los más excelentes trazos de alma de João es que hay en él alguna cosa desmedida, pero saludable y espléndidamente desmedida.  

En el extremo límite de sí mismo  

Sus mejores élans –¡y cuántos son! ¡el día entero! – van en una dirección de alma que me agrada enormemente: ¡la de llegar hasta el fin! Se podría decir que su modo de ser se condensa en la frase: À la fin de l´envoi, je touche!

Nunca lo vi pendenciero, sino ligeramente frondeur,2 siempre en la fina punta de la iniciativa de la lucha, en la punta de la última estocada, para hacer aquello de más saludable, con criterio y católicamente extremo que se pueda imaginar. A aquellos que no les gustan los radicalismos deben hervir viéndolo planear, actuar y hacer, efervescente de vitalidad, de sana agresividad.

El Dr. Plinio con el Sr. João Clá, durante una ceremonia el 14 de diciembre de 1994

¡Sus movimientos son movidísimos, sus miradas, “miradísimas”! Yo siempre había oído hablar de cómo los ojos andaluces eran grandes y especialmente expresivos. Mucho más tarde vine a conocerlos y concordé perfectamente con esa apreciación. Aquellos enormes ojos redondos de João, casi desmedidos, sin llegar a serlo, tomando una buena parte del rostro, son luminosos, suaves, movedizos y afectuosos, expresando sucesivamente connotaciones que nunca son bruscas, sino casi siempre inesperadas; ojos que observan todo y, en el buen sentido de la palabra, son soñadores. Él los abre con una expresión única, analiza todas las cosas de un modo espantosamente ágil, penetrante y, al mismo tiempo, discreto. Y así presenta una serie de contrastes armónicos, que hacen de la consideración de esas miradas un entretenimiento.

Al hablar, João contiene sus vibraciones y emociones, pero se ve que por detrás está burbujeando. Él no hace otra cosa sino expresar lo que vieron esos ojos andaluces y lo que ese corazón católico, mucho más que simplemente andaluz, experimentó con respecto a aquello que fue visto. Todo él está siempre en el extremo límite de sí mismo.

El Dr. Plinio con el Sr. João Clá, durante una ceremonia el 9 de diciembre de 1991

La medida de amar a Dios, dijo San Bernardo, consiste en amarlo sin medida.3 ¡Cuánto me gusta esa posición! Debemos tener, realmente, algo de ilimitado, que constantemente señale un extremo límite que nunca alcanzamos y hacia el cual siempre tendamos, que solo alcanzaremos en el momento en que, exhalado nuestro último suspiro, le damos el primer ósculo a los pies de Nuestra Señora. Esa postura de alma me agrada mucho.

Combativo y afectivo; español- -italiano, hijo de Brasil

Estoy seguro que aquellos que saben verdaderamente combatir por Nuestra Señora, saben también agradar según Ella. ¡Los que de hecho saben agradar por Ella y en Ella, saben combatir! La disociación entre el afecto y el espíritu beligerante, entre la lucha y el cariño, es falsa y revolucionaria, presupone opciones inaceptables.

¿Cómo puede el hombre ser afectivo y por eso renunciar a ser combativo? ¿Cómo puede el hombre ser combativo y renunciar a ser afectivo?

En João tenemos a un hombre con esas dos cualidades, un hijo que sabe combatir y sabe prodigiosamente agradar, utilizando la afectividad y la suavidad… Hay una parte de su alma muy preservada, a cuyo encanto él une ese lado afectivo para convencer a los demás y llevarlos a hacer lo necesario. Él tiene varias formas de suavidad: una es aquella acariciante y subrepticia, con la cual pasa una noticia un poco complicada. Muy amigable y simpático, él tiene una forma hábil de agradecer y, al mismo tiempo, de hacer presión, que es una obra prima. No se trata de la mera brutalidad, ni de la mera sonrisa débil, sino de un punto de equilibrio fantástico. ¡Cómo estoy habituado a sus buenos procedimientos y sus buenos tratos!

En toda su acción, él, muy movedizo, trae la efervescencia española con sus atractivos sevillanos únicos. Esta sangre efervescente de la Andalucía brillante y gloriosa circula como una luz en su personalidad, poniendo los afectos brasileños en movimiento. Hay ciertas manifestaciones suyas en las cuales se siente la fibra de la España un poco bañada por las aguas de Brasil, en lo que ella no perdió nada y, en cierto sentido, ganó.

¡Cómo me parece que el temperamento español, con sus ebulliciones, completa bien el temperamento brasileño, en lo que este tiene de pacífico, de quieto y de afectuoso! Tal unión se realiza muy bien en este hijo mío particularmente dilecto, que me alegro de tener a mi lado, bien cerca de mí: mi querido João Clá, hijo de España y de Italia, nacido en Brasil.

João posee todo un bagaje de talentos, herencia de Andalucía y de Italia: tiene lo heroico del español y lo comunicativo del italiano, la vivacidad española y algo del encanto italiano mezclados. Y así tenemos en el Grupo esa síntesis ítalo-española célebre, formada en su persona; ¡una hebilla entre esas dos naciones de sol, de luz, de sonido, de repique! Español cien por ciento, italiano cien por ciento, sin una gota de sangre brasileña; sin embargo, más brasileño que español e italiano, si por brasileño se entiende no solo la pertenencia a esta tierra, sino la adquisición de aquel imponderable del espíritu de esta nación nuestra, que hace de él el maestro no solo de todas las dedicaciones, buenos ejemplos y buenas enseñanzas, sino de todas las habilidades, arreglos, corajes y sorpresas.

Él es un hijo de este Brasil que trabaja y lucha; de este Brasil que, a pesar de tener poca o nada de sangre brasileña, se vuelve intensamente brasileño por el convivir, por ósmosis, de tal manera que se puede decir que nadie es más brasileño que él; ¡de este Brasil que mi querido João Clá representa tan bien!

Inteligente, astuto, observador

João es inteligente, muy bien dotado, con una capacidad de movimientos y raciocinios bastante rápidos, con intuiciones y planes sapiencialmente equilibrados, de una sabiduría que no es de pesar tanto los pros y los contras, sino de ver enseguida la solución e ir corriendo rumbo a ella. Esa es la sabiduría de mi João. Y yo sé que él decide lo que yo decidiría.

¡Al mismo tiempo, en su omnímoda astucia, es lleno de percepciones, que constituyen un menaje magnífico! Estas riquezas de alma, cuando son aprovechadas, le dan a la inteligencia un mundo de premisas y la posibilidad de coger una serie de observaciones. Cualquier cosa que sucede, João la capta e inmediatamente la relaciona. ¡De hecho, él es un observador meticuloso, además de buen narrador y psicólogo de primerísima!

João es arriesgado, dispuesto a todos los riesgos; fogoso y muy valiente. Él sabe cómo avanzar y también cómo retroceder. ¡Es el hombre de los mil pasos y mil malabarismos, capaz de todas las destrezas, tan reactivo, saltarín, hábil! Un excelente abogado de las causas difíciles y hasta de las imposibles.

El Dr. Plinio con el Sr. João Clá en el Auditorio San Miguel, en 1982

Sorpresas e imprevistos

¡Nuestro João nada en los imprevistos, es un hombre de sorpresas! Pero es todo su faire4, porque me da la impresión de que sus golpes rinden bien cuando son imprevistos y, si él los planeara, no saldrían tan buenos. Él deja en suspenso hasta la última hora y es incapaz de organizar algo en que las sorpresas no estén presentes, sin tener la intención de pregonarlas, porque entonces perderían completamente la gracia. La sorpresa, cuando es planeada, no es sorpresa ni para quien la produce, ni para quien la recibe, tiene olor a fábrica. La verdadera sorpresa es aquella espontánea, que sale del movimiento normal de un alma, y causarla es uno de los deleites de João.

¿Dónde falta la sorpresa en las obras organizadas por mi querido João? Muchos hombres dan malas sorpresas, pero mi querido João podrá pasar a la Historia como el João de las buenas sorpresas. Es su marca registrada…

El Dr. Plinio y el Sr. João Clá durante una cena en el apartamento del Primeiro Andar, en la década de 1990

Como él es entusiasta de la improvisación, circula en torno a él una tesis que me llegó a manera de sotto voce: 5 cuando improviso, sale mejor que cuando planeo. De donde, a veces, el sábado en la noche, no me dicen cuál es el tema de la reunión; pregunto y noto que se escurren entre mis manos. Después me las tengo que arreglar en el momento, y me parece que a él le gusta “improvisarme”. Son “celadas” que él hace conmigo y que me revelan cómo es su cabeza.

Él coule en douceur, pero sin infringir la obediencia. Es necesario este homenaje a mi querido João Clá: él es muy obediente y sumiso. Yo apenas enuncio amablemente algo y él ya lo toma como una orden; basta percibir que quiero alguna cosa de una forma o de otra, que él la ejecuta.

La alegría de la virtud y de la seriedad

Ahora bien, su gran mérito se reduce a un auge, que es la alegría de la virtud, del amor a Dios, de la admiración. Sentir esa alegría es la salud del alma; transmitirla es expulsar acedias, sobre las cuales actúa el peor demonio, que causa el tedio en los asuntos relacionados con la virtud y con Dios. João tiene esa alegría en una alta dosis. Él se alegra con admirar y llevar a los otros a eso, comunicándolo con cierto don.

Él es espiègle, animado, tiene todas las habilidades, todas las espiègleries, tiene cosas graciosas y pone siempre una nota jocosa en aquello que hace, de manera que, sin una pizca de jovialidad hollywoodiana, él tiene el don de provocar la buena sonrisa –digo aún más, lo que tal vez es más difícil–, de causar la buena sonrisa, con todo lo que conocemos en él de diestro, de brillante, de enjoleur,8 de fascinante, de persuasivo… Este es uno de los aspectos altamente elogiables de la formación dada por él a los “enjolras”. Cuando hay que dar un paso, él lo presenta como algo práctico, fácilmente accesible, y de un modo muy alegre, que atrae. Así, João mantiene un ambiente de alegría que, por otro lado, no excluye en nada la seriedad.

Esta es una virtud que yo procuro tener, tanto cuanto es posible. ¡Yo tomé la seriedad en mi espalda, como una cruz, y anduve con ella por el mundo moderno! Esa seriedad ahuyenta, inclusive en la TFP, en la cual existe la miserable tendencia a conversar sobre la última marca de automóvil, sobre el nuevo tipo de avión que está haciendo el circuito Brasil-Europa, sobre mil miserias de esas, no consideradas bajo el punto de vista sobrenatural, sino bajo un prisma prácticamente ateo. Como resultado, yo produzco un vacío en torno mío.

Y Nuestra Señora le dio a mi querido João la gracia, la levedad, la vivacidad, el encanto, por los cuales él puede ser, de una manera leve, el apóstol de la seriedad. Sin hacer sentir a los “enjolras” el peso de esa virtud, los lleva en la alegría de su juventud hacia el auge de la seriedad, haciéndolos subir esa montaña como sube el alpinista, sin medir el número de pasos ni el camino que quedó para atrás, ¡únicamente mirando hacia la cumbre!

El modo de ser de João y el mío son muy diferentes. En mi calma sedentaria, tranquila, y en mi modo de prever y de hacer las cosas, no caben los imprevistos, las pintorescas castañuelas y el zapateado de la Andalucía de João, que él hace bien en cultivar. Son aspectos totalmente diversos, pero creo que él me completa; me alegro al ver que él tiene eso, me río agradablemente, estimulo, y João lo siente.

Yo tiendo hacia una forma de solemnidad, a lo compassé,9 a lo ordenado, a la bataille rangée, y no a la bataille mêlée10 de João, aquel “pastel” que da vitalidad para que todas las personas salten, rían, aprendan y admiren. Porque es verdad que, cuando João toca castañuelas, sale fuego de dentro de ellas. Él podría discurrir a gusto sobre los temas que trata sin castañuelas, pero interesarían mucho menos… ¡Ese es João!

Ahora bien, él es una persona graciosa, pero en el fondo tiene mucho sentido del dolor, aguanta problemas difíciles, pasa por situaciones insoportables. Como resultado, ¡las bendiciones se derraman sobre lo que él hace! Considerarlo un vincitore perpetuamente feliz es la visión más superficial que hay.

Presente en todo

Mi João tiene el don de ubicuidad. Él está presente en todo lugar, y no sé cómo encuentra tiempo para hacer todo lo que hace.

Algunas veces quedo abismado cuando voy a hacer la siesta, pienso instintivamente que João va a cuidar de otras cosas, y al despertar, lo encuentro rezando el Rosario en mi hall. No sé qué hizo durante ese tiempo, si realizó doscientas llamadas por teléfono o rezó doscientas Ave Marías, pero el hecho concreto es que allí está mi João, con su gran mérito y aún más que eso, con la dedicación, empeño y gratitud, ¡virtud tan escasa hoy en día! ¡Su presencia es un verdadero tesoro!

¡Él tiene unos vuelos de alma variados! Hay pajaritos que vuelan con continuidad, otros, discontinuamente. Si el alma de mi João tuviera que ser comparada a un pajarito, no sería ni uno ni otro. Él tiene continuidades que se interrumpen bruscamente para nuevas continuidades, y éstas no son continuas entre sí, son súbitas como el rayo. Sin embargo, en cada continuidad la línea es recta y… allá va él ¿Quién tiene un alma así?

El Dr. Plinio llega a la Sede del Reino de María, en Enero de 1979

Modelo de abnegación y humildad

Al interior del Grupo se oyen muchas críticas a João Clá, pero no tienen la osadía de decir que es vanidoso de su situación, de la cual con mucha facilidad podría enorgullecerse. Si el no fuese –con la gracia de Nuestra Señora– un modelo de abnegación, una persona que procura no aparecer y hablar de sí, podría hacer daño a mi autoridad tanto cuanto quisiera, por su influencia sobre los más jóvenes; llamando la atención hacia él, con un simple gesto de su rostro o guiño de manos. Eso no sucede, porque él tiene mucha humidad en el ejercicio de su cargo.

El Dr. Plinio y el Sr. João Clá durante una Misa en 1985

No siendo notorias las virtudes auténticas, naturalmente los otros no las notan en él. El espíritu negligente, sólo nota las virtudes superficiales o inauténticas. Yo podría tener diez hombres discretos e “insignificantes” – diez João Clá, para abreviar la metáfora, detrás de los cuales yo viajo en el esplendor–, y todo cambiaba.

Como João no bebió de la copa del mundanismo, puedo elogiarlo en público, elogiarlo por las buenas obras que realiza, sin riesgo de suscitar en él vanidad alguna. Siempre está escondido cuando se trata de hacerlo presente o elogiarlo; evita tanto cuanto puede alguna alusión personal, se eclipsa o literalmente huye, es pintoresco y habitual en él… y en el momento de los aplausos, suele no estar presente. A veces lo procuro con la mirada –tenemos una comunicación por la mirada, bastante precisa– y no lo veo. Necesito ir a algún observatorio astronómico e indagar cuál es ese cuerpo celeste más eclipsado, el campeón en el arte de eclipsarse; será su concurrente. En todo caso, él está en el fondo de mi corazón y me alegro de poder haber dicho esto.

Carisma y gracias. El apostolado, solo da frutos en las manos de él

Acostumbro llamar a João, bromeando, el “carismático”. Analizando en profundidad, según mi manera de ver, entre los mil dotes, talentos, aptitudes y destrezas que posee, es excepcional la capacidad que tiene de entretener, es entretenidísimo; conversar con él es muy agradable. No solo es un buen apóstol, además, es dotado de cualidades de comunicación, de modos de hablar, de vivacidad y poder de atracción y otra serie de predicados que hacen de él una figura privilegiada, un maestro en materia de apostolado.

Por una gracia, un carisma especial –creo y según todo demuestra, la Providencia se lo dio– él supo crear en los jóvenes una contraofensiva en favor del bien.

La única persona que se adaptó a los “enjolras” es João Clá. Toda forma de apostolado, directa o indirectamente en las manos de él, atrae y se desarrolla. Cuando se está fuera de su influencia, quizás hasta se forman grupos, pero se deshacen al cabo de un tiempo porque la fuerza de aglutinación parece nula.

Todo lo que él hace, tiene fecundidad, estabilidad. Los que lo siguen, tienen una docilidad que se podría llamar modelar. Toda esa obra, la formación que él les está dando, tiene un sentido evidente, es una ventaja para esos jovencitos que la reciben.

¿Qué quedaría del Grupo, si se retirara la obra de mi João? Por ejemplo –que Dios nos libre y guarde–, si yo lo enviara a una misión arriesgada en Polonia, y los comunistas lo retuviesen durante un año, mi mayor recelo sería que la “enjolrada” se disgregaría.

El Dr. Plinio y el Sr. João Clá en 1982

Por lo tanto, no es cuestión de retirarlo y poner otro, no es cuestión de capacidad, no es que uno hace mayor bien y otro menos; es un savoir faire, es un don de despertar interés en los más jóvenes, una adaptación a lo que ellos desean. El resultado cabe a Nuestra Señora, no a él. Ella le otorga esa gracia y se vale de él para el apostolado e impulsar una serie de cosas del Grupo de modo maravilloso.

Los carismas, en general, no son dados en razón de la virtud de quien los recibe, pero en el caso de João, sí. Lo esencial es la llama que él comunica, para esto es preciso un grado de fervor y un estilo que en él existe a los torrentes. Acrecentemos la gracia, pues sin su auxilio no se hace nada y se explica la existencia de esa obra extraordinaria.

Factor de unión con el fundador

Considerando el Grupo en Brasil y globalmente, se encuentra mucha cosa buena dentro de él con la gracia de Nuestra Señora. Sin embargo, lo que pueda tener de más dinámico no se encuentra fuera de São Bento y Præsto Sum, áreas específicas donde João trabaja, caracterizadas por una unión toda especial conmigo. Por ejemplo, impresiona las gracias que soplan en los retiros predicados por él a los éremos: “Non fecit taliter omni nationi et iudicia sua non manifestavit eis” (Sl. 147,20). (No hizo así con todas las naciones, ni reveló sus juicios). Para todo el grupo no fue igual, no se manifestó esa asistencia, bondad y designios en las otras unidades del Grupo, como allí se manifestó.  

Momentos del Concierto en homenaje al Dr. Plinio por su cumpleaños, promovido por el Sr. João Clá el 11 de diciembre de 1990.

Hubo varios intentos de expansión del Grupo por Brasil, todos fracasaron, algunos conjuntos quedaron esparcidos y de esos, algunos miembros se entibiaron y salieron; otros, los acogimos y fueron elevados a lo mejor de sí. Pero la expansión como tal fracasó, hasta en determinado momento que São Bento y Præsto Sum, con el tipo humano formado en esos éremos, comienza una difusión real y auténtica de grupos estables por todo Brasil. Y se dio porque él tuvo el coraje de mirar enteramente al fundador y aceptarlo.

Por lo tanto, comenzó a existir en el Grupo un poderoso factor de unión conmigo, de entusiasmo, decisivo, que no puedo dejar de mencionar con especial afecto. Ese factor tiene un nombre: João Scognamiglio Clá Dias, a cuyo impulso, por su celo, garbo de personalidad, comunicatividad, el Grupo debe el entusiasmo característico de la etapa histórica en la que actualmente se encuentra. Tal es el apostolado desarrollado por João, con el éxito que percibimos, muy de acuerdo con mi espíritu y mis intenciones.

¡Cuánta y cuantísima cosa, la Causa de la Contra-Revolución debe a João! ¡No hay palabras que lo expresen!

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1) ROSTAND, Edmund. Cyrano de Bergerac, Acto I, escena 4. Esta frase se podría traducirse literalmente así: “Al final de la estrofa, yo os toco”. Sin embargo, su sentido profundo es manifestar la valentía y la osadía del personaje de Rostand.

2) Del francés: desafiante.

3) SAN BERNARDO DE CLARAVAL. Tratado del amor a Dios, c. VI, n.16. In: Obras Completas, 2 ed. Madrid: BAC, 1993, v.I, p. 323.

4) Del francés: hacer

5) Del italiano: en voz baja, como un secreto.

6) Del francés: deslizar discretamente.

7) Del francés: travieso, ingenioso.

8) Del francés: cautivante.

9) Del francés: formal, serio.

10) Bataille rangée: “Batalla Campal”, muy organizada dentro de un orden y esquema. Bataille melée: batalla sin orden, del caos propio del enfrentamiento.

11) Del italiano: vencedor. 12) Del francés: saber hacer, como hacerlo, con habilidad.

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Los Caballeros de la Virgen

“Caballeros de la Virgen” es una Fundación de inspiración católica que tiene como objetivo promover y difundir la devoción a la Santísima Virgen María y colaborar con la “La Nueva Evangelización” , la cual consiste en atraer los numerosos católicos no practicantes a una mayor comunión eclesial, la frecuencia de los sacramentos, la vida de piedad y a vivir la caridad cristiana en todos sus aspectos. Como la Iglesia Católica siempre lo ha enseñado, el principal medio utilizado es la vida de oración y la piedad, en particular la Devoción a Jesús en la Eucaristía y a su madre, la Santísima Virgen María, mediadora de las gracias divinas. Sus miembros llevan una intensa vida de oración individual y comunitaria y en ella se forman sus jóvenes aspirantes.

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