Plinio Corrêa de Oliveira

Las naciones pagan en este mundo los pecados que cometen, precisamente porque no habrá naciones en el Cielo ni en el Infierno. Luego Dios castiga con castigos terrenos los de las naciones. Resultado: las naciones se hacen desgraciadas, mezquinas, sin importancia, a causa de los pecados que cometieron.

Cuando la nación no peca y corresponde a la gracia, ¿Cuál es la recompensa que también recibe en esta tierra por su virtud? Recibe toda especie de grado de gloria, de grandeza que Dios le había destinado.

Con una alegría especial, que es la ufanía justa y razonable de aquellos
que pertenecen a esa nación.

Entonces, encontramos naciones que dieron de sí lo que podían. Tal vez, el ejemplo más característico de eso haya sido Italia. En los siglos XV y XVI, Italia no era una nación, sino un conjunto de pequeñas naciones independientes. Florencia, por ejemplo, era un gran ducado a la cabeza de Toscana. El pueblo había correspondido durante mucho tiempo a la gracia, y con eso había desenvuelto extraordinariamente su perfil intelectual y moral.

Y hubo una abundancia de grandes hombres, de santos, que hacían de toda la vida interna de Toscana uno de los ápices del acontecer del mundo.

Vista panorámica de Florencia con su catedral

La Catedral de Florencia, los monumentos, las bibliotecas, el Palacio della Signoria, mil cosas, constituyen un tesoro. Todos los que desean tener cultura necesitan informarse un poco sobre Florencia. ¿Fue o no una gran ciudad? Fue inclusive un gran Estado.

Venecia es más o menos contemporánea de Florencia. Se va de una ciudad a otra en pocas horas, pero son dos mundos completamente diferentes. He aquí un lado por donde se puede ver la característica de cada una: los artistas de Florencia eran especialistas, sobre todo en el dibujo de las figuras que pintaban, sin embargo, daban menos importancia a los colores, mientras que los de Venecia eran eximios por el colorido. Son dos formas de ser del alma: una es abierta, afable, amena, de aquellos que gustan más del color que de la forma; otra es lúcida, penetrante, inteligente, la de aquellos que dan más importancia a la forma que al color.

En Venecia los coloridos son maravillosos, no solo los de los cuadros, sino también los de la naturaleza.

Aquella laguna con toda su belleza, los coloridos que se forman durante el día cuando el Sol asciende o se pone, los palacios construidos a lo largo de aquellos canales donde se reflejan, indefinidamente, ¡todo es de un colorido estupendo!

Yendo a Florencia se ve una cosa diferente: es la precisión del dibujo cargado de expresión. Entonces, qué gloria: dos ciudades próximas, pequeñas repúblicas, que engendraron esas dos escuelas de arte representando dos temperamentos, dos vertientes del espíritu humano. ¡Es una maravilla!

Panorámica de Rio de Janeiro, Brasil

Se podría preguntar: ¿El espíritu del pueblo brasileño tiende más por el gusto de los colores o de las formas? En los panoramas del Brasil, ¿Qué es más bonito: el colorido, o el dibujo? Buscando – no para encontrar certezas, sino probabilidades – un trazo del espíritu Nacional, ¡cómo sería interesante tratar de eso!

Extraído de conferencia del 4/9/1986