Vida de San Juan de Mata

Publicado el 12/27/2020

Rumbo a Roma, San Juan de Mata fue atacado por moros que arrancaron la vela de su frágil embarcación. El santo, no obstante, la sustituyó con su manto y así fue conducido milagrosamente hasta las costas de Italia. Ese barco simboliza la Contra-Revolución que, aunque con recursos que no pasan de una vela, por el poder de la oración a Nuestra Señora llegará al puerto feliz, que es la proclamación del Reino de María.

Plinio Corrêa de Oliveira.

Vamos a comentar algunas notas biográficas sobre San Juan de Mata, quien nació en Provenza, Francia, el 23 de junio de 1160, de noble familia. Las armas de la casa de Mata representaban a un cautivo cargado de cadenas, con la divisa: “¡Señor, libradme de estas cadenas y de este cautiverio!”

Un día que su madre se encomendaba especialmente a la Virgen, mientras esperaba el nacimiento del niño, Ella se le apareció diciendo: “No temas, tú darás al mundo un hijo que será santo to y redentor de los esclavos cristianos. Será Padre de un gran número de hijos que cumplirán el mismo ministerio pa- ra la salvación de las almas”.

Sus padres lo educaron en el amor de Dios y de la Virgen, y desde muy temprana edad el niño correspondió a sus cuidados.

Hizo sus estudios en la Universidad de Aix-en Provence, y al volver a su casa decidió retirarse al desierto, escogiendo la región de Beaume, donde Santa María Magdalena había vivido como penitente.

El demonio lo asaltó rudamente, pero lo venció con un coraje semejante al de San Antonio y de otros solitarios. Después de un año de soledad, Nuestro Señor le recomendó que fuese a terminar sus estudios, pues quería servirse de él.

Juan se fue a la Universidad de París a cursar Teología. Un día mientras rezaba delante de un crucifijo, en el convento de San Víctor, escuchó una voz que le dijo tres veces: “¡Busca la sabiduría, hijo mío, y alegra mi corazón!”. Volvió entonces a los estudios con renovado vigor y se hizo tan versado que los maestros de la universidad le ofrecieron el doctorado. Al principio se negó, pero San Pedro se le apareció ordenándole que aceptase en nombre del Señor.

Siendo profesor de Teología, San Juan de Mata fue ordenado sacerdote. Cuando el obispo le impuso las manos, diciendo: “Recibe el Espíritu Santo”, un globo de fuego apareció sobre su cabeza.

El día de su primera Misa, en el momento de la Elevación, la asistencia admirada vio surgir sobre el altar a un ángel vestido de blanco, trayendo en el pecho una cruz azul y roja. Extendía sus manos cruzadas sobre dos cautivos, uno de los cuales era cristiano y el otro, moro.

San Juan explicó entonces que Dios lo llamaba a fundar una orden para la redención de los cautivos. Con esa finalidad, se dirigió al Papa Celestino III.

Encuentro con Santo Domingo y San Félix de Valois

En ese tiempo Santo Domingo estudiaba en Palencia. Un día, una pobre mujer vino a pedirle una limosna para ayudarla a rescatar a uno de sus hermanos que era esclavo de los moros.

Como el Santo no tenía nada que dar, se ofreció él mismo; y como la mujer no quisiese venderlo, Santo Domingo se lanzó a los pies de un crucifijo, implorando a Dios que socorriese al cautivo y a los otros esclavos cristianos. Entonces, el Crucificado le respondió en voz alta: “Hijo mío, no es a vos a quien quiero encargar de esta obra, sino a Juan, doctor en París. Yo te reservo otro ministerio, que ejercerás entre los cristianos.”

Más tarde, san Juan y santo Domingo se encontraron en Francia, cuando establecieron allí sus Órdenes.

San Juan había salido de Roma. En Faucon encontró a San Félix de Valois, que se unió a él para la consagración de sus designios. El día de la Purificación de la Virgen, 2 de febrero de 1198, Inocencio III en persona les dio el hábito de la nueva Orden. Al revestirlos, les dijo que los tres colores que lo componían eran el símbolo de la Santísima Trinidad. El blanco, representando al Padre; el azul, al Hijo; y el rojo, al Espíritu Santo. Y añadió estas palabras:

“– Ésta es una Orden aprobada, hecha no por santos, sino exclusivamente por Dios supremo, sumo.”

Los dos santos se retiraron a Francia, donde fundaron el Monasterio Serfroit y se dedicaron a su trabajo.

Sus luchas son inenarrables, siendo acompañadas de numerosos milagros. Es conocido aquél en que los moros de Túnez retiraron las velas del navío que llevarían a San Juan a Roma. Éste hizo de su manto una vela y el barco fue conducido en seis horas a las costas de Italia. El santo fundó numerosos conventos y predicó la cruzada contra los albigenses.

Habiendo Inocencio III convocado un Concilio en Letrán, el Rey Felipe Augusto escogió a San Juan de Mata como teólogo suyo. Pero Dios ya lo quería en el cielo, pues el santo cayó enfermo falleciendo en diciembre de 1213. Fue canonizado por Urbano IV en 1262.

Todo lo que es de Dios pasa por zigzags

Esta biografía es rica en datos sabrosos y de alto valor simbólico. Antes que nada, es interesante ver cómo la predestinación de San Juan de Mata se muestra clara. Desde el vientre materno quiso Dios dejar patente que lo destinaba a una gran misión. Pero, mientras lo designaba a esa finalidad, hizo de su vida un verdadero zigzag.

Primeramente, comenzó a estudiar; luego se volvió eremita; más tarde regresó a sus estudios; luego, ya no bastaban los estudios, sino que era necesario fundar una Orden religiosa. Fue entonces, cuando realizó verdaderamente su vocación.

¿Por qué eso? Porque todo cuanto es de Dios pasa por zigzags, por aparentes o verdaderos fracasos y derrotas, que representan el exterminio de aquella obra, aunque después, al final de cuentas, la Providencia interviene, arregla todo y la obra continúa.

Vemos en esta biografía un camino maravilloso. En medio de milagros, como también de sucesos de su vida, que parecían como desvíos de su verdadera vocación, encontrando aquí y mas allá a Santos extraordinarios como Santo Domingo y, recibiendo de éste la confirmación de su misión providencial, a través de la revelación del Crucificado hecha al futuro fundador de los dominicos; finalmente, llega el momento en que San Juan de Mata funda la Orden para la redención de los cautivos.

Se trataba de obtener limosnas para, a través de ellas, comprar a los mahometanos a los católicos presos que hubiesen caído bajo su cautiverio cuando viajaban por el Mediterráneo, o capturados en las guerras contra los sarracenos.

Esos prisioneros eran tratados como esclavos. Quedando sometidos, por lo tanto, a la vida más ruda que se pueda imaginar, y a tentaciones horribles, una vez que ellos vivían en la promiscuidad mahometana, lo que implicaba toda especie de solicitaciones al pecado. Situación agravada por el hecho de no tener a disposición sacerdotes para confesarse.

Hábito con los colores que simbolizan a la santísima Trinidad

Imaginemos cuántos de ellos padecían del tormento de pensar que podían morir de un momento para otro, sin saber si irían o no para el cielo, pues quien peca mortalmente y se arrepiente de sus pecados sólo por el miedo del infierno, no puede tener la certeza de salvarse, pues es solamente mediante la absolución sacramental que iría para el cielo.

La simple atrición, si no viene seguida de la absolución sacramental, no abre para el fiel las puertas del Paraíso celestial Entonces, para ayudar a sacar esas almas de semejante tormento, los religiosos de San Juan de Mata conseguían limosnas e iban hacia las tierras de los moros con el fin de rescatar a los cautivos. Sin embargo, ellos mismos quedaban en peligro de ser puestos prisioneros, ya que no se podía tener la menor confianza en la palabra de esos moros.

San Juan de Mata dio el ejemplo para que esa forma de heroísmo se desarrollase, y convocó a religiosos del mundo entero para salvar a esas almas.

En efecto, el número de esclavos cristianos aprisionados por los moros en campos de batalla era enorme. Por eso, la Providencia suscitó esta Orden compuesta de católicos dispuestos hasta entregarse como esclavos para el rescate de aquellos prisioneros. De manera que esas almas sujetas a un sumo riesgo fuesen sustituidas por otras que, por tener más virtudes y perseverancia, exponían con menor riesgo su salvación eterna entre los infieles.

Fue por lo tanto para ese elevado objetivo que esta Orden fue fundada; y Dios llamó para la redención de los cautivos, no sólo a un hombre de linaje noble como San Juan de Mata, sino también a un príncipe como San Félix de Valois. Ambos fueron los fundadores de esta Orden, cuyos miembros deberían estar listos a entregarse como esclavos.

Es bonito ver cómo en el momento en que les es dado el hábito con los tres colores – blanco, rojo y azul –, el Papa declara que son los colores de la Santísima Trinidad. Bajo cierto punto de vista, es una de las más bellas combinaciones de colores que hay. El Papa indicó el simbolismo: el blanco es el Padre Eterno; el azul, el Hijo; y el rojo, que es el fuego del amor, el Espíritu Santo. De tal forma que con los colores de la Santísima Trinidad ellos fueron mandados a realizar ese apostolado.

Las cruzadas eran una empresa santa

Hemos visto todo cuanto ellos hicieron en ese apostolado, y cómo la Obra se hizo famosa durante siglos. No obstante, San Juan de Mata quería predicar una cruzada contra los albigenses. Por lo tanto, este santo tan lleno de mansedumbre, que predicaba el rescate de los cautivos, se distinguió también por el valor con que predicó la cruzada.

Por otro lado, es un lindísimo apostolado que indica la solidaridad de San Juan de Mata con el movimiento de las cruzadas. Esto comprueba cuánto las cruzadas eran una empresa santa y, cómo actúan muy mal los que la difaman. Verdaderos santos fueron cooperadores de las cruzadas, entusiasmados con ellas. Además, al rescatar a los prisioneros de guerra, ejercían un efecto favorable a la cruzada, pues disminuía el miedo en los cruzados con la esperanza de ser rescatados; y, a veces, los cautivos liberados podían volver a la lucha. Vemos, por lo tanto, la importancia de esa obra complementaria de las cruzadas.

Todo esto es muy bonito, y es como un anillo de oro en el cual se engasta una piedra preciosa el siguiente hecho: San Juan de Mata se embarca con una serie de cautivos rescatados, y como las velas fueron rasgadas, realiza dos cosas características: primera, improvisa una vela insuficiente.

Segunda, reconociendo que la vela no era suficiente, pasa el tiempo entero rezando y cantando salmos. Nuestros recursos no pasan de una pequeña vela Figurémonos un pequeño barco con ciento y tantas personas, sometido a las olas del Mediterráneo, con aquella vela, perdidos en el flujo del mar; y un santo, con un crucifijo en la mano, cantando salmos a bordo.

Podemos tener idea del entusiasmo y de la fe de esos cautivos, los momentos de pánico por los cuales pasaron… Consideremos ¡cuántas veces San Juan de Mata necesitó exhortarlos a tener confianza en Dios, y el bien hecho a esas almas y a toda la cristiandad con ese prodigio!

Pero… ¿cuál era el significado de ese prodigio? Era la confirmación de esta regla ignaciana, siglos antes de San Ignacio: Debemos actuar como si todo dependiese de nosotros y nada de Dios; pero rezar, reconociendo que todo depende de Dios y no de nosotros. Hizo de su manto una vela y mandó que el barco fuese maniobrado, aprovechando los vientos. Pero al mismo tiempo, rezaba reconociendo que todo dependía de la oración.

Ese barco puede simbolizar perfectamente a la Contra-Revolución. Ella es también un barco suelto, y todos nuestros recursos no pasan de una pequeña vela. Debemos pedirle a San Juan de Mata que él haga lo que realizó: cantar oraciones continuas a los pies de Nuestra Señora para que nuestro barco llegue al puerto feliz, que es la proclamación del Reino de María, después de que sea derrotada la Revolución que hoy impera en el mundo.

Extraído de conferencias de 7/2/1969 y 8/2/197

 

Deje sus comentarios

Los Caballeros de la Virgen

“Caballeros de la Virgen” es una Fundación de inspiración católica que tiene como objetivo promover y difundir la devoción a la Santísima Virgen María y colaborar con la “La Nueva Evangelización” , la cual consiste en atraer los numerosos católicos no practicantes a una mayor comunión eclesial, la frecuencia de los sacramentos, la vida de piedad y a vivir la caridad cristiana en todos sus aspectos. Como la Iglesia Católica siempre lo ha enseñado, el principal medio utilizado es la vida de oración y la piedad, en particular la Devoción a Jesús en la Eucaristía y a su madre, la Santísima Virgen María, mediadora de las gracias divinas. Sus miembros llevan una intensa vida de oración individual y comunitaria y en ella se forman sus jóvenes aspirantes.

version mobile ->