CABALLEROS DE LA VIRGEN

Rama Femenina

Mi vocación es el amor

Santa Teresita del Niño Jesús Ser tu esposa, Jesús, ser carmelita, ser por mi unión contigo madre de almas, debería bastarme… Pero no es así…
Vea más

Preguntan los lectores

Sólo Dios tiene el poder de crear. Otros seres, por muy sublimes y poderosos que sean, son incapaces de hacerlo.
Vea más

Preguntan los lectores

Sólo Dios tiene el poder de crear. Otros seres, por muy sublimes y poderosos que sean, son incapaces de hacerlo.

Preguntan los lectores

Sólo Dios tiene el poder de crear. Otros seres, por muy sublimes y poderosos que sean, son incapaces de hacerlo.

San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen María – Por su fruto los conoceréis

El Antiguo Testamento bien puede considerarse una preparación sublime de la encarnación del Verbo. Cuando ponemos a Nuestro Señor Jesucristo en el centro de los acontecimientos humanos, comprendemos realmente la historia, pues así es como Dios la concibe: de modo arquitectónico y jerárquico, con su propio Hijo unigénito como piedra angular.

Preguntan los lectores

Sólo Dios tiene el poder de crear. Otros seres, por muy sublimes y poderosos que sean, son incapaces de hacerlo.

San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen María – Por su fruto los conoceréis

El Antiguo Testamento bien puede considerarse una preparación sublime de la encarnación del Verbo. Cuando ponemos a Nuestro Señor Jesucristo en el centro de los acontecimientos humanos, comprendemos realmente la historia, pues así es como Dios la concibe: de modo arquitectónico y jerárquico, con su propio Hijo unigénito como piedra angular.

La educación de los hijos – El gran desafío para los padres

Los niños nacen sin manual de instrucciones. Llegan cambiando todas las reglas, aboliendo horarios, deshaciendo egoísmos. Y, de hecho, sólo después de muchos fracasos, los progenitores descubren que, para formarlos bien, necesitan algo más que libros: han de ser buenos padres…

¿Sabías…

Considerada como un comportamiento bárbaro y despreciada por la cultura grecolatina, la genuflexión no tenía mucho valor en la Antigüedad. No es difícil comprender la implicación: ¿cómo arrodillarse ante deidades paganas, seres caprichosos de los que se buscaba su simpatía únicamente para obtener ciertos beneficios personales? Los hombres se rebajarían —y lo sabían— a los pies de esos trozos de piedra, madera o metal.

Deje sus comentarios