¿Cómo se ha de huir de la vana esperanza y la soberbia?

Publicado el 01/08/2023

Resistiendo a las malas inclinaciones se adquiere la auténtica paz, no sometiéndose a ellas. No existe paz en el corazón de las personas que no tienen dominio de sí mismas ni en las dedicadas exclusivamente a las actividades externas sino en las entusiastas y espirituales.

Beato Tomás de Kempis

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Capítulo 6

DESEOS DESORDENADOS.

1. Cuando las personas sienten deseos desordenados de inmediato se inquietan. Los poderosos y los avaros nunca descansan; los sencillos y humildes de espíritu se sienten en paz aunque estén rodeados de una multitud. Quien no tiene control sobre sí mismo pronto es tentado y vencido por cosas pequeñas y despreciables. Como enfermo del espíritu, quien se deja dominar por sus instintos y vive sólo para satisfacer sus caprichos, con dificultad puede abstenerse de los deseos, cuando se abstiene se pone triste y se indigna si alguien lo contradice.

2. Pero si consigue lo que desea el sentimiento de culpa le hiere y esa amargura no le sirve de mucho para encontrar la tranquilidad que buscaba.

Resistiendo a las malas inclinaciones se adquiere la auténtica paz, no sometiéndose a ellas. No existe paz en el corazón de las personas que no tienen dominio de sí mismas ni en las dedicadas exclusivamente a las actividades externas sino en las entusiastas y espirituales.

Capítulo 7

HUIR DE LA ESPERANZA INFUNDADA Y LA SOBERBIA.

1. Está vacío el que pone su confianza en las personas o las cosas creadas. No te avergüences de servir a los demás por amor a Jesús y aparecer ante ellos como pobre.

No te sostengas en ti mismo sino pon en Dios tu esperanza. Haz lo que esté de tu parte y une tu buena voluntad a la de Dios. No confíes tanto en tu ciencia o en la astucia de algún otro sino más bien en la gracia de Dios que ayuda a los humildes y desecha a los presumidos.

2. No te engrías por tus posesiones o amistades poderosas confía sólo en Dios que todo lo otorga y desea darse Él mismo a nosotros. No te coloques sobre los demás por tu prestancia o belleza física que una pequeña enfermedad puede destruir y sepultar. No te contentes tanto de tu propia habilidad e ingenio no vaya a ser que descontentes a Dios verdadero dueño de todo lo que posees.

3. No pienses que eres mejor que otros, no vayas a aparecer peor ante Dios, que conoce muy bien cómo es cada uno. No te ensoberbezcas por tus buenas acciones, ya que el criterio de Dios es distinto del nuestro y a veces lo que está bien a los demás no le parece suficiente a Él. Si tienes algo bueno cree que es mejor lo ajeno, conservándote así humilde. No te hace ningún daño colocarte al último en cambio puede ser muy dañino ponerse por delante de uno solo. Con el humilde está la paz, en el autosuficiente hay celos e indignación con frecuencia.

Tomado del libro La imitación de Cristo, Capítulos VI- VII

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