Para vencer las tentaciones, San Luis Gonzaga huía de todas las ocasiones próximas de pecado. Así obtuvo una completa victoria sobre todas las tentaciones; del mismo modo la obtendréis vosotros también si procuráis imitarle a lo menos en la mortificación de los sentidos y especialmente en la modestia, y si le invocáis de corazón al ser tentados.
San Juan Bosco
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Ya desde vuestra más tierna edad trata el demonio de haceros caer en pecado y de apoderarse de vuestra alma; por eso debéis vigilar continuamente para no caer cuando seáis tentados, es decir, cuando el demonio os incitare a hacer el mal.
Es de mucha utilidad, para preservaros de las tentaciones, el apartaros de las ocasiones, de las conversaciones escandalosas, de los espectáculos públicos, donde no se ve nada bueno y donde siempre hay que temer grave perjuicio para el alma.
Procurad estar siempre ocupados en el trabajo o estudio; cuando no, dibujando, cantando o tocando algún instrumento; y cuando no sepáis qué hacer, divertíos con algún juego inocente o leed algún libro bueno, pero siempre con permiso de vuestros padres o superiores.
“Procura, dice San Jerónimo, que el demonio nunca te encuentre desocupado”. Cuando advirtáis que sois tentados, no deis lugar a que la tentación se posesione de vuestro corazón; al contrario, rechazadla al instante por medio del trabajo y de la oración. Si continúa, haced la señal de la cruz y besad algún objeto bendito, diciendo: “María, auxilio de los cristianos, rogad por mí”; o bien: “Protector mío San Luis, haced que nunca ofenda a mi Dios”.
Os indico este santo porque ha sido propuesto por la Iglesia como modelo y protector especial de la juventud. En efecto, San Luis, para vencer las tentaciones, huía de todas las ocasiones, ayunaba a pan y agua, se disciplinaba de tal manera, que su vestido, el piso y las paredes de su cuarto quedaban salpicadas con su inocente sangre. Así obtuvo una completa victoria sobre todas las tentaciones; del mismo modo la obtendréis vosotros también si procuráis imitarle a lo menos en la mortificación de los sentidos y especialmente en la modestia, y si le invocáis de corazón al ser tentados.
Tomado del libro La juventud instruida, Art. I , p.11
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