La primera virtud que debe brillar en un joven

Publicado el 01/30/2023

Nuestro Salvador, aunque omnipotente, quiso enseñarnos a obedecer, sometiéndose en todo a la Santísima Virgen y a San José, al practicar el humilde oficio de artesano. Por obedecer a su Padre celestial, se ofreció a morir en la cruz y sufrir los más crueles tormentos.

San Juan Bosco

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La primera virtud que debe brillar en la juventud es la obediencia a los padres y superiores Así como una tierna planta, aunque colocada en un jardín bien cultivado, tiene necesidad de un sostén para desarrollarse convenientemente, así vosotros, amados jóvenes, os doblegaréis seguramente al mal si no os dejáis guiar por los que están encargados de vuestra educación y del bien de vuestra alma.

Estos no son otros que vuestros padres o aquellos que hacen sus veces, a quienes debéis obedecer exactamente: “Honra a tu padre y a tu madre, y vivirás largo tiempo sobre la tierra”, dice el Señor. Pero ¿cómo se les honrará? Obedeciéndoles, respetándolos y prodigándoles los cuidados que debemos.

Obedeciéndoles. Para llenar cumplidamente esta primera obligación, es preciso que, cuando os ordenen alguna cosa, la hagáis prontamente sin mostrar disgusto; y guardaos de ser del número de los que dan señales de disgusto, ya moviendo la cabeza o de otro modo, ya, lo que es peor aún, respondiendo con insolencia […]

Para Santo Domingo Savio, el alumno predilecto de San Juan Rosco, santidad y alegría son inseparables y casi sinónimos. Dios mismo, quien se vale de los padres para manifestarles su voluntad.

Nuestro Salvador, aunque omnipotente, quiso enseñaros a obedecer, sometiéndose en todo a la Santísima Virgen y a San José, al practicar el humilde oficio de artesano: Et erat subditus illis. Por obedecer a su Padre celestial, se ofreció a morir en la cruz y sufrir los más crueles tormentos: Factus obediens usque ad mortem, mortem autem crucis. Debéis, asimismo, respetar mucho a vuestro padre y a vuestra madre; nada hagáis sin su permiso, ni os mostréis impacientes en su presencia, guardándoos de descubrir sus defectos.

Nada hacía San Luis sin permiso; y cuando no estaban sus padres en casa, obedecía a sus mismos domésticos. El joven Luis Comollo 1, habiéndose visto obligado, a pesar suyo, a permanecer fuera de su casa más tiempo del que le había sido concedido, al volver pidió humildemente perdón a sus padres, derramando lágrimas por aquella desobediencia involuntaria.

Mostrad siempre deferencia a vuestros padres, ya sirviéndoles afectuosamente, ya entregándoles el dinero, los regalos que os hagan y, en una palabra, todo lo que os pertenezca, para emplearlo según su consejo. Debéis, además, rogar todos los días por ellos, para que Dios les conceda los bienes espirituales y temporales que necesitan. Lo que digo aquí de vuestros padres, debe aplicarse también a los superiores eclesiásticos o seglares y a los maestros, de quienes recibiréis con humildad y respeto todas las instrucciones, consejos y correcciones; porque en todo lo que os mandan no procuran sino vuestro mayor bien: además, obedeciéndoles, obedecéis al mismo Jesucristo y a la Santísima Virgen.

Os recomiendo, sobre todo, dos cosas: la primera, que seáis sinceros con vuestros superiores, no ocultándoles nunca vuestras fallas con disimulo, y aun menos negando el haberlas cometido. Decid siempre con franqueza la verdad, porque la falsedad os hace hijos del demonio, príncipe de la mentira, y os hará perder el honor y la reputación cuando vuestros superiores y compañeros lleguen a descubrir la verdad.

La segunda, que toméis por regla de conducía los consejos y advertencias de esos mismos superiores. ¡Dichosos si así lo hacéis! Pasaréis una vida feliz, porque todas vuestras acciones serán siempre buenas, edificando, además, al prójimo. Concluyo diciéndoos que el niño obediente llegará a ser santo; al contrario, el desobediente va por una senda que le conducirá a la perdición.

Tomado del libro La juventud instruida, Art. 4, pp. 6 – 8

Notas

1 Joven del Oratorio de San Juan Bosco, que consiguió alcanzar una vida de santidad en muy poco tiempo, obedeciendo a sus superiores.

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