La victoria de la confianza, II parte

Publicado el 02/03/2022

Durante el cerco de Jasna Gora, Fray Kordecki mostró ser un hombre de espíritu sobrenatural que sabe ver en los acontecimientos el momento de la espera y del ataque, combatiendo no sólo al adversario fuera de los muros, sino a los “quintacolumnas” dentro del monasterio. Entodas sus acciones reveló espléndidamente el espíritu militar. El verdadero sacerdote, en la fuerza del término, debe ser así. Para ser clericales, como debemos, es preciso recurrir a esos grandes ejemplos del pasado.

Plinio Corrêa de Oliveira

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Hasta ese momento, se habían dado conflictos pequeños entre los sitiadores protestantes y los católicos de Jasna Gora, unos tiroteos de acá y de allá.

El católico verdaderamente piadoso es un guerrero de primera clase

Trátase ahora de un ataque macizo, completo, que no perdonó siquiera al monasterio y a la propia iglesia. Se traba entonces, una batalla en regla, durante la cual podremos ver cómo se manifiesta espléndidamente el espíritu militar de este gran fraile, Fray Kordecki, y lo que es la combatividad según la buena tradición católica.

Trátase ahora de un ataque macizo, completo, que no perdonó siquiera al monasterio y a la propia iglesia. Se traba entonces, una batalla en regla, durante la cual podremos ver cómo se manifiesta espléndidamente el espíritu militar de este gran fraile, Fray Kordecki, y lo que es la combatividad según la buena tradición católica.

Enfurecidos, los protestantes concentraron un ataque continuo de tres días contra Jasna Gora, lanzando granadas y proyectiles incendiarios, procurando incendiar las instalaciones del monasterio y del santuario. A la noche, se ocupaban en abrir trincheras en dirección a los muros.

En determinado momento, en medio al fragor del bombardeo, se oye un piadoso himno sacral procedente de lo alto de la torre del santuario, comunicando nuevo ánimo a sus defensores. Desde entonces, se volvió costumbre oír todos los días, en medio de la lucha, los himnos que emanaban de la torre sólida y majestuosa.

Los suecos, con esto, tanto más se enfurecían, pues entendían que era una manifestación de desprecio hacia ellos.

El cántico de himnos indica, naturalmente, alegría, fiesta, despreocupación, o bien, lucha. Allí no. Eranhimnos religiosos, mientras los protestantes se estaban lanzando al combate. Lo que no queda claro en esta narración es si esos himnos eran entonados por monjes del monasterio o por ángeles. Porque, como veremos más adelante, aparecerá de modo resplandeciente el carácter milagroso de la defensa. Sin embargo, podemos imaginar el efecto bonito producido por los cañones tronando, el barullo de la batalla mientras de lo alto de la torre majestuosa se elevan himnos. ¡Es una cosa realmente bonita!

Equipos de prevención fueron distribuidos en las bases de los tejados a fin de enfrentar las bombas incendiarias lanzadas por el enemigo.

Algunas de estas rebatían en los tejados y caían hacia afuera de los muros.

Capilla del Monasterio de Jasna Gora donde se encuentra el fresco de la Virgen de Czestochowa.

Una bomba lanzada contra la capilla donde se encuentra el milagroso cuadro de Nuestra Señora de Czestochowa, como si fuese tocada por una fuerza invisible, volviose contra el campo enemigo, esparciendo un terrible fuego por los aires.

Esto es bonito también: el techo de la capilla repele aquella bomba sacrílega, como una raqueta rebate una pelota. Entonces, aquella bomba va a caer en el campo del adversario.

El señor Piotr Czarniecki, Castellano de Kiev, uno de los cinco nobles que participaban de la defensa de Jasna Gora, distinguido en guerras anteriores, decidió dar un golpe de audacia en los suecos. Saliendo en la noche con un destacamento de soldados, consiguió colocarse en la retaguardia del campamento de los enemigos, sin que estos lo notasen, e hizo un hermoso trabajo: mató al comandante de artillería, varios oficiales y muchos sol-
dados y, habiendo capturado dos cañones, volvió al interior de los muros.

Llamo la atención para el lado combativo del espíritu católico. Es un auténtico católico que lucha como un gran batallador. Esto todo para combatir aquella noción del católico flojo e imbécil presentado por la “herejía blanca” 1 . Se puede y se debe ser muy religioso y cuando se es verdaderamente muy piadoso, se es un guerrero de primera clase. Esta es la tesis sobre la cual jamás será suficiente insistir.

Aprovechando la confusión y el pánico que se establecieron entre los suecos, y habiendo muchos de ellos salido a campo abierto, los católicos de Jasna Gora completaron el golpe de Czarniecki, eliminando a otros sitiadores. Czarniecki perdió apenas uno de sus hombres en la expedición.

La vida religiosa bien llevada prepara al héroe

El general Miller, convenciéndose de que no le sería fácil tomar la fortaleza, envió un mensaje a Wittenberg, comandante de los ejércitos suecos en Cracovia, pidiendo que le enviase cañones de potencia suficiente para romper las murallas, y que le reforzase el
número de infantes.

Es el fracaso, por tanto, del General Miller. Él, con sus tropas enemigas, amenazó y no consiguió nada, tuvo que pedir refuerzos. Jasna Gora, que no tenía quién la defendiese, estaba ganando la batalla.

Paralelamente, un noble polaco, respetado por su edad y su linaje, a primera vista libre de sospechas, es enviado a la fortaleza para tratar de persuadir a sus defensores a rendirse. Vino a proponer la capitulación, pues le parecía una pretensión desmedida querer oponer un monasterio al poderío sueco, cuando el país entero se había doblegado. Enseguida, da un consejo de “amigo”:

“La continuación de la resistencia sólo podrá suscitar la violencia de la venganza. Es mejor entrar en acuerdo con el enemigo mientras el monasterio está entero. Procedan como los otros, si tenéis amor a vuestro bien. Además, el arma de una Orden Religiosa es abstenerse de cuestiones temporales. ¿Qué tenéis de común con las turbulencias de la guerra vosotros, cuyas reglas llaman a la soledad y al silencio? Ponderad bien para que las armas que empuñáis en vez de rosarios, no os traigan la perdición.”

Aquí es muy interesante el lado doctrinario. Se puede imaginar a este hombre, que es un “quintacolumna”, un noble venerable, tal vez con barbas blancas, maneras distinguidas, una voz pausada, diciendo: “¡Tened cuidado! Es por amistad para con vosotros que yo sugiero…”

Pero, en el fondo, él da la siguiente doctrina: la soledad del sacerdote está hecha para no combatir, sólo para rezar. El sacerdote que combate está fuera de su posición. Ahora bien, ésa es exactamente la doctrina “herejía blanca”. La Doctrina Católica verdadera enseña lo contrario: la soledad y el silencio preparan al héroe y, si así no fuese, no valdría nada guardar ni la soledad ni el silencio. ¡El Rosario es una devoción espléndida! Pero si sirvió para formar a un imbécil incapaz de combatir cuando debe, fue mal rezado.

La vida religiosa bien llevada prepara un ánimo fuerte y combativo. El aislamiento, el recogimiento, la clausura, en lugar de atrofiar al individuo, lo desarrollan. Esa es, por otra parte, la antigua tesis de la Iglesia Católica que, siendo Santa, nunca mantendría una institución que atrofiase a sus miembros. Porque atrofiar, evidentemente, es lo contrario de santificar. No se puede imaginar una santificación que atrofie el carácter.

La actitud enérgica, intransigente, siempre alcanza la victoria

El Padre Kordecki había establecido un armisticio, con el cual esperaba ganar tiempo, de manera que las tropas eventuales de algún noble disconforme con la situación de Polonia, de algún aliado, pudiesen liberar al monasterio.

Mientras eso sucedía, se respetaba el armisticio. Pero los suecos comenzaron a tomar posiciones más y más próximas a las murallas, frente a lo cual los sitiados rompen el cese del fuego,
imponiendo serias bajas al enemigo.

Es bonito esto porque ellos eran los más débiles, podrían contemporizar. No. Los suecos se aprovechan del armisticio para aproximar los cañones de las murallas, haciendo el pequeño
alcance de los cañones de aquel tiempo más eficaz. Fray Kordecki desencadena la guerra. Solicitado a ceder, él rompe hostilidades.

El general Miller vuelve a enviar nuevo mensajero, exigiendo la rendición de Jasna Gora. Fray Kordecki responde que, preliminarmente, exigía el respeto a la palabra dada, pues ¿qué garantía podría tener de que los suecos cumplirían los acuerdos hechos, si mantenían como rehenes a los dos delegados enviados por el monasterio? Engañado por la esperanza de tomar Jasna Gora por vías pacíficas, Miller finalmente manda liberar a los rehenes.

Vean cómo la actitud enérgica, intransigente siempre alcanza la victoria. Es cuestión de ser intransigente hasta el fin.

En los días que se siguieron, el general envió insistentemente delegados a la fortaleza sitiada, tratando de convencer a sus defensores para abrir los portones a una guarnición sueca y
discutir los términos del acuerdo.

Noten la bellaquería: primero entra la guarnición, después van a discutir el acuerdo… ¿cómo se puede proponer eso a alguien?

Pero para desesperación de los herejes, el padre Prior, para tener garantía de que los acuerdos serían respetados, exige ahora que los mismos sean discutidos con Carlos Gustavo, el cual se encontraba muy distante de Jasna Gora.

Fray Agustín Kordecki

El Prior, Fray Kordecki, era inteligente, capaz, supo hacer las cosas. Sin embargo, un noble polaco se aproxima a los muros y se dirige a los nobles fieles: “Para nosotros, traidores, también es muy cara la salvación de la Patria; a nosotros igualmente nos interesa, como a los otros nobles, la preservación de su integridad. Cuando ésta se encuentra cada vez más amenazada de ruina, es preciso que nos dediquemos a ella con sinceridad. Por eso decidimos prudentemente auxiliarla, pasando al partido de su majestad, el rey sueco, señor y defensor benignísimo.¡Cesen, pues, la resistencia!”

Nuevamente una actitud propia a un “quintacolumna”: “Nosotros, para defender al país, resolvimos pasarnos al enemigo. Vamos ahora a hacer la paz”. Ahora bien, ellos están traicionando ¡¿y eso es defender?!

Las buenas y las malas noticias

El propio Wittenberg, comandante de las tropas en Cracovia, envía una carta a los sitiados indicando todos los beneficios que alcanzarían los monjes si entrasen en acuerdo con el General Miller, y amenazando con represalias crueles si continuasen la resistencia.

Presa de rabia por la intransigencia de los sitiados, los suecos, perdiendo la esperanza de cualquier acuerdo, lanzan pesados ataques contra Jasna Gora, mas los cañones de defensa no les permiten aproximarse de sus murallas.

Hubo, por tanto, una defensa victoriosa. No pudiendo llegar cerca, o sea, el ataque era poco eficaz. Prácticamente era Fray Kordecki que había vencido una vez más.

Piotr Sladowski

A 7 de diciembre, víspera de la fiesta de la Inmaculada Concepción, un noble polaco, Piotr Sladowski, detenido por los suecos cuando volvía a su aldea procedente de Prusia, fue enviado a la fortaleza con la incumbencia de presionar a los monjes a capitular. Pero, por el contrario, él los animó a no entregarse, diciendo que los ejércitos invasores comienzan a sufrir sus primeras derrotas, y que las continuas violencias de
los herejes – saqueos en las propiedades de la nobleza, asesinato de los sacerdotes, profanación de los templos – estaban despertando gran reacción en el país. Todas esas violencias sucedían, añadió, por permiso de Dios y para cas-tigo de aquellos que faltan con la fidelidad a Juan Casimiro.

Aparece por tanto, una noble figura de noble, un guerrero, un bata- llador, que es de los pocos que dan al Padre Kordecki el apoyo moral de incitarlo a la resistencia. Es de gran valor para quien está luchando recibir de parte de alguno el aviso: “¡Ud. hace bien, continúe luchando!” Tal beneficio este hombre lo hizo y debemos esperar que a causa de eso, su alma ya esté en el Cielo.

Al día siguiente, fiesta de Nuestra Señora, uno de los aldeanos de Czestochowa, disfrazado de soldado sueco, consiguió llegar hasta los muros y comunicó a sus defensores que los sitiadores estaban por recibir de Cracovia seis cañones pesados para demoler las murallas, más doscientos infantes de refuerzo. Por otro lado, numerosas tropas tártaras estaban acudiendo a unirse a Juan Casimiro.

Monasterio Paulino de Skalka, Cracovia

Es enviada una carta firmada por Fray Antonio Paszkowski, prior del convento paulino de Cracovia, el cual describe las atrocidades cometidas por los herejes y recomienda a los defensores de Jasna Gora no dejarse engañar por las palabras gentiles del enemigo, pues no hay entre los suecos ninguna fe, ninguna religión; nada, divino y humano, es para ellos inviolable. No acostumbran cumplir ningún acuerdo puramente político.

Poco antes, un tártaro, al cual le fuera permitido adentrarse en los muros, luego de contemplar el santuario, sorprendió a los monjes con palabras de aliento, incitándolos a no permitir que los “puercos y perjuros”, decía el tártaro, ocupasen el lugar consagrado a la Virgen Purísima.

Con todos esos hechos, anota el Padre Kordecki, sus camaradas recobraron la confianza y el ánimo, aunque supiesen que el General Miller recibiría en breve seis cañones pesados para fustigar las murallas.

Este episodio nos hace ver que la lucha estaba aumentando de intensidad y caminaba a tornarse trágica. De un lado, el Rey de Polonia, Juan Casimiro, estaba fuera, pero recibió un gran auxilio de los tártaros, que son guerreros violentos, feroces. La ferocidad de un guerrero tenía mucha importancia en una época en la cual las armas de fuego no eran determinantes en la batalla, en la que había siempre el riesgo de que los adversarios entrasen y exterminasen a una población. A la vista de eso, la venida de los tártaros representaba un refuerzo importante.

De otro lado, las tropas suecas estaban recibiendo cañones de gran potencia y esto creaba de uno y otro lado de la fortaleza presiones enormes.

Ella podía recibir buenos auxilios, pero también ser diezmada de un momento a otro. Este conjunto de circunstancias ponía a prueba psicológica a los defensores del monasterio, porque aunque sea verdad que las buenas noticias, de suyo, animan principalmente a los débiles que quedan enseguida confiados, valerosos, llenos de iniciativas, eso dura poco pues en esta Tierra lo que hay de más incierto y raro son las buenas noticias.

Ahora bien, cuando llegan las malas noticias, los débiles no aguantan.

Es más fácil mantener la fidelidad de un débil en la constancia de las mlas noticias que en la alternancia de noticias buenas y malas.

Eso porque, al recibir novedades promisorias, una persona débil, de poca combatividad, se distiende, pues es optimista. De repente llega una nueva hecatombe y el débil precisa retomar la posición desagradable de la cual se juzgaba libre. Entonces es mucho más difícil para él volver a la situación anterior, porque durante algún tiempo él se habituó a la distensión.

Vemos a los sitiados colocados en esta situación: ora una noticia buena, ora una mala. Llega la mala noticia, ya estoy viendo a un débil cualquiera enfurruñado, que piensa: “Este Fray Kordecki está llegando adonde no debía. ¡Es un loco, no tiene sentido común!” Viene después una buena noticia: “¡Qué héroe es este Fray Kordecki!” No es en vano que estoy diciendo esto. Podrán venir días en que tengamos que sufrir esas compresiones y descompresiones, y debemos habituarnos a ser fuertes. 

Bajo un bombardeo, es hecha una procesión en honra al Santísimo Sacramento

Los católicos presencian una clara intervención de la Providencia en medio de estas aflicciones. Mientras transcurrían las ceremonias de la Inmaculada Concepción, un soldado sueco que volvía de la aldea de Redzin, donde blasfemó contra la honra de Nuestra Señora, cayó alcanzado por una bala procedente de Jasna Gora, y que no iba dirigida contra él, mas que rebatió en la nieve y lo alcanzó. Fray Kordecki registró el hecho, comentando: “Recibió el justo castigo de las manos de Dios, como indigno de mirar el Sol aquel que insultó el brillo y la gloria sempiterna de la Santísima Madre.”Ese es el comentario de un hombre de espíritu sobrenatural.

El sábado, los herejes recomenzaron a fustigar al monasterio, y el domingo el bombardeo gana tal furia que parecía que el propio infierno vomitaba contra el sagrado ícono. Los monjes, entretanto, realizaron esa mañana, como de costumbre, una ceremonia en honra del Santísimo Sacramento.

¡Es una verdadera belleza! Un bombardeo tremendo. Mientras los soldados luchaban, los monjes realizaban, como de costumbre, la ceremonia en honra del Santísimo Sacramento, impávidos.

Después de la Santa Misa, el Santísimo fue llevado en procesión a lo largo de las murallas. Los proyectiles pasaban rasantes frente a las cabezas de los defensores, pero sólo al término de la ceremonia estos respondieron al fuego enemigo.

Es otra actitud de una grandeza extraordinaria, que sólo se justifica por un movimiento interior de la gracia. Mientras el Santísimo pasaba por las fortificaciones, los suecos disparaban más que nunca, pero los católicos no reaccionaron. Cuando el Santísimo Sacramento acabó de pasar, ellos reanudaron la lucha; estaban adorando la Santísima Eucaristía sin importarse con los  tiros.

En este día, trescientos treinta proyectiles cayeron sobre la fortaleza y tres de sus soldados entregaron el alma a Dios .Es bien poco para esa cantidad de proyectiles. 

Cerca del mediodía, el enemigo cesó el fuego y envió un mensaje preguntando si los monjes se habían persuadido de aceptar la protección del rey sueco. Pero el Prior no tenía prisa. Díjoles que enviaría la respuesta al día siguiente. Inmediatamente los suecos reanudan el cerrado bombardeo. Al día siguiente se repite la escena y los monjes vuelven a responder: “En cuestiones tan importantes es preciso una larga ponderación…”

Era bien hecho, porque estaban esperando con certeza que llegaran los tártaros.

En esa época el invierno se tornaba más intenso, lo que llevó a los soldados suecos a encender fogatas en la noche para protegerse del frío. Sin embargo, revelaban así sus posiciones, siendo alcanzados por los defensores de Jasna Gora. Se convencieron enseguida de que entre el frío y la muerte, era mejor escoger el frío.

Noten cómo los católicos supieron aprovechar bien la ocasión. Ya entonces los sitiados se preparaban para el asalto que el enemigo lanzaría, tarde o temprano contra los muros. Prepararon las mazas repletas de clavos para repeler a los que alcanzasen las murallas, las varas de hierro, las vigas, las piedras.

Por tanto, ellos estaban presintiendo que el supremo ataque vendría.

Una niebla mandada por el demonio

Cuando los suecos se lanzaron para el primer asalto fueron repelidos con facilidad, pues la nieve denunciaba sus movimientos y los hacía blanco visible para los sitiados.

En los días siguientes, una den- sa neblina envolvió al Monte Claro, posibilitando a los suecos aproximar sus grandes máquinas de asalto sin ser percibidos.

En vista de eso, el Prior determinó a uno de sus religiosos que clamase por auxilio a los poderes de Dios contra los hechizos del enemigo, limpiase con exorcismos el aire oscurecido y bendijese las armas de los defensores. Esto resultó tan eficiente que, neutralizando los esfuerzos de los hechiceros, apartaron del aire las tinieblas y los tiros nuevamente se volvieron certeros, haciendo caer al enemigo, a pesar de estar protegido por el auxilio abyecto del demonio.

Consideren con qué espíritu sobrenatural Fray Kordecki luchaba. Él sospechó que aquella niebla había sido mandada por el demonio.

Entonces, usó la “operación antiniebla”. Es una bonita escena: una niebla densa, en la cual no se ve casi nada, el Prior que da sus órdenes y el sacerdote va exorcizando los aires para expulsar los demonios, y bendiciendo las armas de los guerreros para que los tiros fuesen certeros y las espadas entrasen a fondo en el cuerpo de los adversarios, a pesar de cualquier acción del demonio.

Poco después la niebla se disipa, los hechiceros protestantes quedan desorientados y la operación frustrada, porque todo el ataque estaba planeado con base en máquinas de guerra que los sitiadores iban aproximando a la muralla, protegidos por la niebla. Deshecha la neblina, el contraataque era triunfal.

A un general de ejército contemporáneo no se le ocurriría esta idea: “Esta niebla vino del demonio”. Probablemente un técnico en materia de meteorología le diría que la neblina se debía a la humedad salida del río tal

Puede ser, mas tal vez los demonios de los aires agraven o hasta produzcan ese fenómeno. Entonces, ese fray, con discernimiento de los espíritus, percibiendo la acción diabólica, disipó el fenómeno meteorológico preternatural, y con eso alcanzó una victoria.

Me gustaría ser pintor para pintar una escena así: las murallas en la bruma, algunos guerreros con armaduras medio resplandeciendo a la luz de unas antorchas, el fraile bendiciendo y exorcizando, y los demonios huyendo de todos lados. Debe ser una cosa magnífica pintar un cuadro de eso!

Mientras los herejes continuaban fustigando Jasna Gora, dos nobles polacos allí refugiados, temiendo que la fortaleza fuese tomada, intentaron abandonarla llevando dos personas: uno de ellos, la esposa, y el hijito, el otro. Habían hasta obtenido permiso de Miller para atravesar la línea de fuego, pero Fray Kordecki les impidió terminantemente cumplir el intento, a fin de que ese hecho no repercutiera mal en la moral de sus comandados.

Sin duda, este hecho está muy resumido aquí. Para que esos nobles tuvieran esa promesa del comandante protestante era preciso que hubiese habido tratativas de lado a lado. Por tanto, había una verdadera “quintacolumna” dentro del monasterio tratando con los protestantes.

En esa situación cualquiera sería llevado a decir: “Quiere salir, échelos, para no molestar aquí dentro.” Sin embargo, Fray Kordecki es irreductible, por donde se ve la fibra de este religioso: “No puede salir, porque si comienzan a salir fugitivos, se abate la fibra de nuestra fuente. Quedan aquí dentro presos.

Entraron, ahora aguanten la batalla hasta el fin.” Por actitudes así entendemos lo que es un verdadero sacerdote, en la fuerza del término. Esto nos puede llevar a tener admiración por el clero, comprendiendo bien cómo el clero actual se distancia de eso.

Mas para ser clericales como debemos, es preciso recurrir a esos grandes ejemplos del pasado.

Pero este acontecimiento, sumado a la insistencia de los ataques enemigos y a la muerte de un joven defensor, no tardó en influenciar el espíritu de algunos monjes. Estos, en continuo
temor, comenzaron a incitar a la rendición, argumentando que si la Providencia, en cuyas manos está el poder de colocar los tronos en manos ajenas, entregó la corona polaca a los suecos, no cabía a ellos, monjes, oponerse a la voluntad de Dios, sino aceptarla; tanto más que el enemigo les aseguraba la defensa de la fe y la libertad de culto.

Estos monjes afirmaban lo siguiente: “Dios permitió que el rey saliese, porque si Él quisiese al rey de vuelta, era sólo cuestión de reponerlo. ¿Por qué vamos a luchar por el rey si Dios no quiere que él ocupe el trono? Es bien exactamente lo que los judíos decían a Nuestro Señor cuando Él estaba clavado en la Cruz: “Si eres Dios, sálvate a Ti mismo y baja de la Cruz!”

Ahora bien, Dios no interviene así en los acontecimientos humanos. Él da a los hombres los medios de actuar y los ayuda. Pero quiere su colaboración.

Cuando tales insinuaciones se tornaron más frecuentes en las reuniones de la congregación, el Prior los llamó al orden, de un modo fraternal, pero no sin energía. Él gritó: “¿Qué fe es la nuestra, qué reconocimiento a un Dios tan generoso para con nosotros que un pequeño daño en las comodidades terrenas consigue desviarnos de la guarda y protección de los cofres de los tesoros celestiales del Rey Eterno? Consideremos que de lejos es más prudente defender la integridad de la casa de Dios, la santa fe y, al mismo tiempo, nuestras propias libertades, a perder todo, y además de eso ir al exilio y a la esclavitud eterna.”

En otras palabras, no sirve defender bienes perecibles, haciendo correr riesgo a los bienes eternos.  

Extraído de conferencias del 3 y 14/7/1972, 4/8/1972 

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