CABALLEROS DE LA VIRGEN

Artículos

San Esteban Harding – La historia de un monje rebelde

La historia de un monje rebelde, y ¡¿santo?! De hecho, no sólo uno, sino tres. Estos monjes protagonizaron una huida del monasterio, arrastrando a muchos tras ellos. ¿Adónde? A refugiarse en un pantano y empezar todo de nuevo… «¡Qué locura!», se podría pensar. Sí, querido lector, esto es una santa locura, pues «lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres» (1 Cor 1, 25).
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¿Qué nos anuncia el arte?

Si la más alta vocación del arte consiste en unir lo celestial con lo terrenal, el célebre retablo de la Anunciación del Beato Fra Angélico, conservado en el Museo del Prado de Madrid, es sin duda uno de los intentos más logrados de corresponder a esa llamada.
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«Si no os convertís, pereceréis como ellos»

Era una creencia generalizada entre el pueblo hebreo que cualquier desgracia que le sucediera a alguien se debía a sus propios pecados o a los de sus padres. De ahí que en cierta ocasión los discípulos, a propósito de un ciego, le preguntaran a Jesús si tal desgracia era culpa suya o de sus progenitores (cf. Jn 9, 1-2). Ciertamente, Dios puede castigarnos por nuestro propio bien, como leemos en el pasaje del Evangelio en el que el Señor le advierte al paralítico al que curó: «No peques más, no sea que te ocurra algo peor» (Jn 5, 14).
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¿Sabías…

Gracias a una remota tradición, a antiguos manuscritos y a recientes estudios arqueológicos, hoy sabemos más sobre la casa de Nazaret —el lugar donde la Santísima Virgen vivió desde su infancia y recibió el anuncio del arcángel San Gabriel—, que fue milagrosamente transportada por ángeles durante la invasión musulmana de Palestina, en 1291. La Santa Casa, como acabó siendo conocida, apareció primero en Iliria —en la región noroccidental de los Balcanes— y tres años más tarde en la ciudad italiana de Loreto, que por entonces formaba parte de los Estados Pontificios.
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Ganar primero, combatir después

La vida del hombre en la tierra, desde que abrimos los ojos a este mundo hasta que se cierran tras el último embate, siempre ha sido y siempre será, nos guste o no, una lucha constante. Y la razón de esta lucha es la única enemistad establecida por Dios: «Pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia; ésta te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón» (Gén 3, 15).
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¿Qué es el Libro de la Vida?

«El vencedor será vestido de blancas vestiduras, no borraré su nombre del Libro de la Vida y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles» (Ap 3, 5). Cuando leemos este pasaje del Apocalipsis, casi inevitablemente pensamos: «Sea lo que sea ese libro, espero que mi nombre esté allí…».
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