Comienza a ser santo desde joven

Publicado el 12/05/2022

La salvación del alma depende, ordinariamente, de la juventud. Dos son los lugares preparados para el hombre después de su muerte: el infierno, donde se sufre toda clase de males, y el paraíso, donde se gozan todos los bienes. Pero el Señor os advierte que si comenzáis a ser buenos desde la infancia, lo seréis mientras viváis en este mundo, premiando Dios después vuestras buenas obras con una eterna felicidad.

San Juan Bosco

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Artículo 3 — La salvación del alma depende, ordinariamente, de la juventud Dos son los lugares preparados para el hombre después de su muerte: el infierno, donde se sufre toda clase de males, y el paraíso, donde se gozan todos los bienes. Pero el Señor os advierte que si comenzáis a ser buenos desde la infancia, lo seréis mientras viváis en este mundo, premiando Dios después vuestras buenas obras con una eterna felicidad. Al contrario, el que lleva mala vida en la juventud, continúa generalmente así hasta la muerte, parando inevitablemente en el infierno.

Por consiguiente, si veis hombres de edad avanzada dados a los vicios de la embriaguez, del juego o de la blasfemia, podéis creer, en general, que han adquirido esos malos hábitos en su juventud: Adolescens iuxta viam suam, etiam cum senuerit, non recedet ab ea.“¡Ahí, hijo mío, dice el Señor, acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud”.

Y en otro pasaje de las santas Escrituras llama bienaventurado al hombre que desde su adolescencia ha comenzado a practicar los mandamientos: Bonum est viro, cum portaverit iugum abadolescéntia sua.

Los santos han conocido esta verdad; y especialmente Santa Rosa de Lima y San Luis Gonzaga, quienes, habiendo comenzado a servir al Señor desde la edad de cinco años, no encontraron placer más tarde sino en las cosas que conciernen al servicio de Dios, y llegaron así a ser grandes santos. Lo mismo puede decirse del joven Tobías, quien, habiendo sido desde la infancia obediente y sumiso a la voluntad de sus padres, continuó después de la muerte de éstos una vida de ejemplar virtud.

A algunos se les ocurre decir: “Si empezamos tan pronto a servir a Dios, nuestra vida será triste y melancólica”. ¡Oh no!, muy al contrario. Esto sucede solamente a aquellos que sirven al demonio; y aun cuando se esfuercen en aparecer alegres, sentirán en su corazón el remordimiento de haber ofendido a Dios y una voz que les dice: “Sois desgraciados por ser enemigos de Dios”. ¿Quién más afable y jovial que San Luis Gonzaga? ¿Quién más gracioso y alegre que San Felipe Neri y San Vicente de Paúl?

No obstante, su vida fue un ejercicio continuo de las más sublimes virtudes. Ánimo, pues, hijos míos: comenzad pronto a practicar la virtud, y os aseguro que siempre tendréis el corazón alegre y contento y conoceréis cuan dulce y suave es servir al Señor.

Tomado del libro La Juventud instruida; pp. 5-6

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